Las Virtudes Clásicas

Claves para la Comprensión de las Competencias Necesarias para un Desarrollo Sostenible

Johanna Bernhardt

  1. Presentación

1.1. Antecedente

¿Hacia dónde se dirige nuestro mundo? En nuestro tiempo, muchos se hacen esta pregunta. Nos encontramos ante una época que se ve sacudida por crisis: globales y locales, ecológicas y humanas, sociales y personales. La Comisión Europea, en el marco de los así llamados “Grandes Retos», las resume como desafíos inesperados. Son muchas las causas que provocan estos desafíos, pero que, en última instancia, tienen sus raíces en una crisis global de sentido y de valores. Eso tiene que ver con nosotros, con cada uno de nosotros. Las crisis están cambiando la cara de nuestro planeta y la cara de nuestra sociedad. Las crisis destruyen las formas familiares y las rutinas diarias. Al mismo tiempo, también despiertan el potencial y las fuerzas latentes de la existencia humana. Situación que, el profesor Fernando Schwarz, en una conferencia dictada al comienzo de 2016, califica así: “Para nuestras personalidades se hace difícil, para nuestras almas es bueno”.

Las crisis también emplazan a las personas que no están adormecidas por la impotencia y no dejan de soñar en otro mundo mejor. Y que no dejan de dar los pasos necesarios para hacer realidad ese mundo. En las últimas décadas han surgido, muchos movimientos que buscan medios para lograr el cambio: el cambio en la economía, en la sociedad, en la educación. Tienen diferentes nombres: Movimiento de Transición, Movimiento de Decrecimiento, Iniciativas para los Bienes Comunes. Los movimientos aún son jóvenes y es difícil predecir qué tan efectivos y serios pueden llegar ser a largo plazo. Sin embargo, se hace visible una tendencia básica del idealismo, así como la voluntad de ayudar a moldear el desarrollo sostenible en el mejor sentido. La idea de que la clave para el cambio radica en el aprendizaje ha ganado terreno. Una forma de aprendizaje que la UNESCO resume bajo el término “Educación para el Desarrollo Sostenible” (EDS) y que exige una completa reorientación de la educación. La educación debe salir del estrecho marco de las cualificaciones formales, acoger a la persona en su totalidad y construir puentes entre disciplinas y materias, pero especialmente entre las personas. Todo ello, con la gran visión, de crear un mundo mejor. Al mismo tiempo, hay una gran confusión acerca de los valores básicos, la forma en que se pueden hacer vinculantes para todos y que ello se traduzca en acciones concretas.

Por otro lado, es la tradición milenaria de la filosofía la que, por mucho más tiempo, ha perseguido la visión de un mundo mejor. Una visión que incluye la vida consciente, el pensamiento crítico acerca de uno mismo y del mundo, el pensamiento holístico y la acción, y que tiene su finalidad en una mejor convivencia con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno. Milenaria es también la lucha por encontrar formas de traducir estos amplios objetivos en acciones concretas. Los valores y las virtudes desempeñan un papel central en todas las escuelas filosóficas, tanto en su función normativa, como también en su faceta práctica. Y al igual que hoy en día, uno se ha preguntado alguna vez, cómo se pueden enseñar valores y virtudes, con el fin de que la vida puede tener más éxito.

Por lo tanto, ¿estamos o no en el núcleo de una necesidad filosófica, si el cambio real pudiera darse? ¿Pueden las virtudes clásicas apoyar este cambio? ¿Y cómo puede el concepto de virtudes adaptarse a las exigencias de nuestro tiempo?

1.2. Objetivos y Motivación

En este trabajo me gustaría hacer frente a estas preguntas y encontrar interrelaciones entre los dos enfoques, el de la educación para el desarrollo sostenible y el de la ética de la virtud clásica. Trata sobre el intercambio mutuo y la forma en que los dos enfoques pueden enriquecerse y complementarse entre sí.

  • ¿Cómo puede una cosmovisión filosófica con sus sistemas de valores asociados lograr que la educación para el desarrollo sostenible se desarrolle sobre una buena base ética?
  • ¿Cómo puede enriquecerse y actualizarse el concepto de las virtudes clásicas a través de temas de actualidad?

Escogí este tema pues estoy profesionalmente involucrada en el tema de la EDS. Estoy trabajando junto con diez universidades y empresas europeas en un proyecto Erasmus+ sobre “Competencias para un desarrollo socio- económico sostenible”. El objetivo es desarrollar un programa europeo interdisciplinario de Maestría, que tiene la intención, desde la postura académica, de apoyar la transición hacia una sociedad más sostenible. Al inicio, se descubrió que tratar con valores y actitudes éticas, debiera ser la base de nuestro programa de Maestría.

1.3. Estructura

En la presentación se da una breve descripción de la situación actual de nuestra sociedad y la motivación para este trabajo. A partir de esto, es que se deducen las principales preguntas y la orientación del trabajo.

La segunda sección se refiere a las virtudes clásicas. Se aclara el origen y significado del término y se cuestionan diferentes enfoques para el siglo 21 en cuanto a su relevancia:

  • Areté – la forma griega
  • Virtudes – la forma romana

En la tercera sección, se ilumina y se vincula el debate actual sobre “competencias” con los enfoques sobre la “Educación para el Desarrollo Sostenible”:

  • Educación para el Desarrollo Sostenible, la UNESCO
  • Gestaltungskompetenzen; Gerhard de Haan
  • Las Competencias para la Sostenibilidad, Arnim Wiek

La cuarta sección es una síntesis de los dos enfoques y se presenta un esquema, de la forma en que mutuamente pueden apoyarse y ser inspiradores.

  1. Las Virtudes Clásicas

El estado actual de nuestro mundo y los pronósticos para el futuro poco optimistas, han despertado de nuevo el debate sobre los valores. Se habla de nuevo sobre esas esquivas directrices intangibles y fuerzas, que mantienen unida a la sociedad y dan orientación, especialmente en las crisis. Se habla de valores y de la ética, porque ambos son términos, neutros, y menos controversiales. Pero en el fondo se trata de actitudes y visiones del mundo, que proponen una alternativa al concepto materialista imperante. Actitudes que siempre han tenido un lugar permanente en la filosofía y su área de influencia en la sociedad – bajo el concepto de virtudes. Por lo tanto, tiene sentido basarse en la tradición de las virtudes clásicas y preguntarse qué es lo que hoy tienen que aportar. Cuando menciono virtudes clásicas, no me refiero tanto a un período específico de tiempo, sino más bien a la actitud que se encuentra detrás.

2.1. Areté – La Forma Griega

La ruta de acceso al bien último

El origen del término es la antigua palabra griega “areté”, que significa algo así como la “excelencia”. En el lenguaje corriente significa la habilidad de realizar bien una tarea en particular. Es la capacidad, la excelencia de una persona o cosa para servir a un propósito específico. En sentido filosófico, “areté” significa mucho más que hacer las cosas bien. Significa “ser bueno”, lo que está indisolublemente unido a sus cualidades internas, éticas, espirituales. Etimológicamente la palabra se deriva de “areion” (= mejor) como una forma comparada de “agathon” (= bueno), lo que subraya la idea de la ascensión y el desarrollo. Sócrates la coloca en el pico de su jerarquía de valores. En la parte superior se encuentra el llamado “Bien Último”, que significa la felicidad absoluta e independencia de las circunstancias externas y de las personas. Es el estado de “eudeimonia”, la unidad absoluta con su propia alma y el alma mayor del mundo. Ya que esta unidad absoluta no es inmediata para la mayoría de nosotros, tenemos que aprender a construirla por medio de etapas. Estas etapas son “areté”, la práctica de las virtudes que nos permiten llegar, al menos, hasta las proximidades de la felicidad.

“Areté” por lo tanto, no es simplemente una categoría en cualquier escala horizontal, sino que siempre es vertical y siempre en relación con el “bien último”. Lo mismo que en el hecho de que no existe luz absoluta en la tierra, y de que no somos capaces de practicar el “bien último”. Pero podemos llegar a ella a través de las virtudes, paso a paso, de la misma forma cómo podemos pasar de un lugar oscuro a otro luminoso.

Platón y las virtudes del alma

Platón se basa en las ideas de Sócrates y crea su propia doctrina de la virtud, que todavía influye en la filosofía del presente. En su Teoría de las Ideas, él describe las ideas como prototipos y arquetipos de todas las cosas que se reflejan como sombras en el mundo manifestado. Las ideas más elevadas son lo bueno, lo verdadero, lo bello y lo justo, con sus más o menos parecidas imágenes del mundo sobre la bondad, la verdad, la belleza y la justicia. Las virtudes conectan los dos mundos, por imitación de las ideas para convertirse en algo similar a ellas. Por lo tanto, areté describe el camino de la ascensión, así como la finalidad – la perfecta Areté, lo que significa visualizar el mundo más allá de las sombras.

Este camino no es factible sin el concepto del alma, porque es el alma la que recuerda los arquetipos y resuena con ellos. Cuando Platón formula sus cuatro virtudes cardinales, lo hace en estrecha conexión con el alma.

  • Templanza o “sophrosyne”
  • Fortaleza o “andreia”
  • Justicia o “dikaiosyne”
  • Sabiduría o “sophia”

Se asigna cada virtud a una de las tres partes del alma. La sabiduría se asigna a la parte más alta del alma; la fortaleza, a la parte media del alma, que es la parte afectiva de uno; Templanza, eventualmente, a la parte instintiva del alma. La justicia es la virtud del alma en su conjunto. La que estructura todo el sistema y mantiene el orden espiritual interior en posición vertical. A través del ejercicio de la virtud, los aspectos del alma se armonizan y se llevan en un orden interno.

2.2. Virtutes – la Forma Romana

El camino de la actuación práctica

Al estudiar al mundo romano, también nos encontramos con las virtudes. No son simplemente réplicas de la “areté” griega, sino que se encuentran influenciadas por y adaptadas a la forma de pensar y a las necesidades de la forma de vida romana. “Virtutes” es el término clave que inspiró no sólo a los filósofos y poetas, sino también a los políticos. Se deriva de la palabra latina “vir” (= hombre) y originalmente se refiere a la virilidad y sus cualidades, que se utilizan sobre todo en un contexto militar, y, por, sobre todo, al valor y a la fuerza, que se derivan de la misma raíz “virtus”. Las virtudes romanas también tienen como objetivo el bien. Sin embargo, con el paso del tiempo y a pesar de la cuestión filosófica-moral, el hecho de vivir una buena vida es más importante, que su nivel metafísico.

Las virtudes se inspiran principalmente en la filosofía estoica y sirven para la práctica concreta de la vida. El objetivo es alcanzar el estado de “ataraxia”, la tranquilidad y serenidad, a las que se les considera como la más alta felicidad a la que se pueda llegar. Es un estado de equilibrio, que se consigue a través de las virtudes. Eso significa vivir de acuerdo con las leyes, las grandes leyes cósmicas, así como las leyes de la sociedad o las normas de cada una de las personas. El conocer y obedecer esas leyes, conduce a la libertad interior, o la autarquía – el cual es un objetivo adicional de la filosofía estoica. O, como dice Séneca: “Libre es el que obedece voluntariamente a lo que está sucediendo de acuerdo con la ley de la necesidad.”

Es obvio que este estado no puede lograrse simplemente a través de un conjunto de valores y virtudes. Se necesita un claro y disciplinado estilo de vida, en el que el ejercicio diario juega un papel central. El filósofo francés Pierre Hadot habla de “ejercicios espirituales de la sabiduría”, que eran parte de la vida cotidiana de las escuelas de filosofía. Ellos no se conocen en detalle, pero esos fragmentos que conocemos, nos acercan a la idea de habilidades, que conocemos bajo el término de “competencias para la vida”. (Hadot, 1991)

Virtudes de la vida privada y pública

Una de las características de las “virtutes” romanas son las llamadas “virtudes públicas”. En el Imperio Romano ser y actuar bien no sólo es un asunto privado, sino de interés público. La importancia de las virtudes en la vida pública, se demuestra por el hecho de que se ha desarrollado un criterio de virtud para el gobernante ideal, inspirado en Platón y su ideal de “aristos” (= hombre noble). Algunas de las virtudes eran tan importantes que incluso consiguieron el estatus de deidades en el panteón romano, por ejemplo, “Justitia”, “Virtus” o “Concordia”. Las “virtutes” son una expresión de la forma de vida romana. Éstas son las cualidades que debe alcanzar cualquier ciudadano romano. Ellas son el corazón de la “Vía Romana”, que dio a la República Romana la fuerza para conquistar el mundo. Pero no sólo las virtudes públicas como parte visible hacia el exterior, tienen sentido. El objetivo es crear congruencia entre el interior y el exterior. Por lo tanto, se considera que las virtudes se desarrollan en dos niveles:

  • En la vida personal
  • En la vida pública

La siguiente tabla muestra una amplia selección de virtudes de la vida romana que bien podría estar en un moderno conjunto de valores. Aunque hay virtudes públicas y privadas típicas, el principio es que una virtud siempre debe ser eficaz en ambas áreas de la vida.

VIRTUTES PERSONALES VIRTUTES PUBLICAS
AUCTORITAS: Autoridad ABUNDANTIA: Prosperidad
COMITAS: Humor AEQUITAS: Equidad y Rectitud
CLEMENTIA: Clemencia CLEMENTIA: Clemencia
DIGNITAS:  Dignidad CONCORDIA: Unidad
FIRMITAS: Fortaleza mental FIDES: Lealtad
FRUGALITAS: Simplicidad FORTUNA: Suerte
GRAVITAS: Responsabilidad HILARITAS: Jovialidad
HONESTAS: De honor IUSTITIA: Justicia
HUMANITAS: Humanidad LAETITIA: Alegría
INDUSTRIA: Esfuerzo Diligente LIBERALITAS: Generosidad
PIETAS: Sentido del deber y respeto LIBERTAS: Libertad
PRUDENTIA: Previsión NOBILITAS: Dignidad
SALUBRITAS: Pureza PATIENTIA: Paciencia
SEVERITAS: Auto- control PAX: Paz
VERITAS: Honestidad SALUS: Bienestar Público
  SECURITAS: Seguridad
  VIRTUS: Virtud, Liderazgo

Tabla 1: virtudes personales y públicas

2.3. Reflexión sobre las Virtudes Clásicas

Tal vez el llamado a un renacimiento de las virtudes es no sólo un deseo idealista de aquellas personas con conocimiento filosófico. Lo que tenemos que desarrollar como seres humanos, es exactamente a lo que nos referimos en cuanto al sentido original y al significado de virtud. O en palabras de André Comte-Sponville: “La virtud de un hombre es lo que lo hace humano. Es la habilidad especial con la que puede probar su propia superioridad, lo que significa su humanidad. La virtud comienza, donde la hominización, como un hecho biológico y la humanización, como un hecho cultural, se unen: es nuestra forma de ser y actuar como humanos. Esa es nuestra capacidad para actuar bien.” (Comte-Sponville, 1998). Al examinar la relevancia de las virtudes clásicas para la educación del siglo 21, se ve que no es tanto una discusión o jerarquía de las virtudes particulares. Cada virtud particular, independientemente del “sistema” de donde venga, tiene su lugar y su área particular de aplicación, porque en última instancia todos son aspectos del Bien Uno. Es más que nada para señalar la actitud subyacente de la que los conceptos modernos de valor carecen en gran medida. Incluso si la presentación no es completa, me gustaría destacar cuatro aspectos que me parecen importantes:

  1. El anclaje en el cielo: la idea del bien último de Sócrates
  2. Aplicación en la práctica diaria: las virtudes prácticas de los estoicos
  3. El anclaje hacia adentro: la idea de las virtudes del alma de Platón
  4. Actuar hacia dentro y hacia fuera: virtudes privadas y públicas de la Vía Romana

Además, es interesante la conexión entre los aspectos particulares, por lo que he elegido la imagen de la brújula – como guía en un entorno confuso.

A pesar que a la relevancia de las virtudes de nuestro tiempo se le podría clasificar como alta, también se deben tomar en cuenta las críticas que se le hacen. En primer lugar, esta concepción impone exigencias desconocidas en nuestra sociedad profana pues no está acostumbrada a pensar en las dimensiones de trascendencia o de alma. Tampoco estamos acostumbrados a vivir una práctica de ejercicios diarios y continuar con esta práctica durante un largo tiempo. Por tanto, el objetivo es encontrar una posición sencilla de inicio, aunque no menos importante en la elección de los términos. Por otro lado, a la fecha, las virtudes no están realmente rehabilitadas. Ellas todavía están definidas por la moral cristiana medieval y, por tanto, a menudo son muy difíciles de transmitir. De nuevo, es importante tratar cuidadosamente con conceptos, pero al mismo tiempo no perder la esencia.

  1. Las Competencias para un Desarrollo Sostenible

Por otra parte, si se tiene en cuenta el término competencia, no parece haber ninguna conexión a primera vista. Aparece, en contraste, con el noble concepto de las virtudes, el cual se ha trabajado por tantos siglos, como un término frío, tecnocrático y sin vitalidad. Sin embargo, se ha hecho un nombre en la pedagogía y disciplinas relacionadas y, por lo tanto, digno de ser considerado con más detalle. El uso del término es todavía joven. Esto nos lleva, por un lado, a la incertidumbre en la interpretación, pero, por otro lado, abre espacios.

3.1. Competentia – ¿interacción de habilidades o competencia?

En el lenguaje corriente, competencia significa algo así como “cualidades personales, capacidades para una tarea específica, para un papel, etc.” Ese significado es muy cercano a la comprensión general, aunque no filosófica de la virtud. Más allá de la capacidad individual, competencia también significa una especie de poder que se otorga o concede externamente. En la raíz etimológica de la palabra, también se encuentra una coincidencia interesante. La palabra latina “competentia” significa “reunión, coincidencia”, pero no trata sobre qué tipo de coincidencia es. ¿Es la combinación de las habilidades individuales y de la experiencia concedida desde afuera? ¿Es la unión de las habilidades y tareas? O, ¿se trata de la unión de las personas con habilidades diferentes, en las que sólo una encaja perfectamente y sólo una puede ganar? En este caso nos encontramos ante una situación de competición, que tiene la misma raíz que competencia. Originalmente, competición es una palabra positiva en contraste a rivalidad. En la naturaleza no hay competición, en la sociedad hay competición, siempre con el objetivo de develar habilidades con el fin de averiguar quién es el más capaz para una tarea. En nuestra sociedad materialista orientada al éxito, el término competición ha perdido su carácter lúdico. Ya no se trata de la búsqueda, siempre bajo las reglas del juego limpio, del mejor y del más brillante, sino de la aplicación de los intereses individuales egoístas. Esta actitud, a veces, transforma el moderno concepto de competencia, según el lado que lo haya utilizado.

Madurez y competencias

El término está estrechamente relacionado con el nombre de Henry Roth (1906 – 1983), un educador y filósofo alemán, que aboga por el llamado “giro realista” en la educación. En su libro “Antropología Pedagógica” Roth describe competencia como una capacidad humana básica y la conecta con la capacidad de madurez. A la “madurez”, tal como la entendemos, escribe Roth,” se le debe interpretar como una competencia, en un sentido triple:

  • Auto- competencia: habilidad de actuar como responsable de uno mismo
  • Competencia- profesional: como la habilidad para evaluar bien las temáticas y por lo tanto para responsabilizarse
  • Competencia social: la habilidad para evaluar las cuestiones sociales y políticas relevantes y, por lo tanto, hacerse cargo de ellas” (Roth, 1971)

Roth desarrolla aquí una base interesante sobre la cual se puede lograr una comprensión integral de las competencias, lo que es compatible con el concepto de virtud en los aspectos individuales. La tríada de competencias ha prevalecido en los planes de estudio de las escuelas y universidades, así como en el campo de la formación profesional. Por supuesto, la idea de la madurez detrás de ella, junto con el ideal educativo humanista, hace dúo.

La competencia como factor de competitividad

En la discusión acerca de la competencia, un papel destacado se apodera de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). En el proyecto “Definición y Selección de Competencias – DeSeCo”, la OCDE formula habilidades claves para la vida, en una sociedad del conocimiento interdisciplinario e internacional. El marco conceptual define tres áreas interconectadas donde se pueden situar ciertas competencias claves:

  • Interactuar en grupos socialmente heterogéneos
  • Actuación autosuficiente
  • El uso de herramientas de forma interactiva (Rychen, 2003)

A pesar que estas competencias, sin duda, tienen su lugar y cumplen con los requisitos de nuestro tiempo, no hay que olvidar el compromiso que tiene como objetivo la OCDE. La educación en el sentido de la OCDE, busca promover y mantener la eficiencia económica y la competitividad. La educación pierde el derecho a un desarrollo humanista y se convierte en un factor de producción de un sistema capitalista. O yendo más lejos, la educación se vuelve más y más una rama independiente de la industria, que se organiza de acuerdo con los principios del mercado. Las competencias son los componentes básicos de este concepto, medidas y comercializables por las pruebas PISA y SETC (Sistema Europeo de Transferencia de Crédito), pero sin valor intrínseco. O como el ex presidente de la Comisión, Jacques Delors, dijo una vez: “Las competencias son la moneda del siglo 21”.

3.2. Educación para el Desarrollo Sostenible – ¿es una alternativa?

La pregunta a resolver es, ¿hay enfoques en la actual discusión oficial educativa y sobre las competencias, que no estén exclusivamente orientados hacia el mercado?

En relación con el movimiento de la sostenibilidad global que lucha por alternativas al sistema imperante en muchas áreas, inclusive en la educación, se desarrolla una contra-propuesta a través de la “Educación para el Desarrollo Sostenible”. En particular, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) abordó la cuestión, sobre qué tipo de educación se necesita para un desarrollo sostenible. A diferencia de la OCDE, la UNESCO define la educación como un derecho humano que debe estar disponible para todas las personas, independientemente de su cultura, religión, color o nación. Por tanto, la UNESCO publicó una declaración hacia la “Educación para el Desarrollo Sostenible” en la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo de 2002, y dedicó la Década Mundial 2005 – 2014 a ese motivo. A lo largo de la década, se inició, en todo el mundo, una serie de proyectos e iniciativas para saber qué elementos de aprendizaje se necesitan, que pueden poner en marcha una transformación social. La conclusión fue que la EDS no significa aprender una gran cantidad de contenidos adicionales, sino tener una visión y actitud diferente con relación al aprendizaje y a la educación. En consecuencia, la UNESCO no propone programas educativos diferenciados, sino meramente principios rectores (UNESCO 2005):

  • Orientación de valor: ¿Qué valores o pseudo-valores sigue nuestra sociedad y qué valores específicos son necesarios para el desarrollo sostenible?
  • La transdisciplinariedad y las múltiples perspectivas: La capacidad de utilizar diferentes perspectivas sobre los temas y pensar más allá de las fronteras disciplinarias
  • Diversidad metodológica: Encontrar la manera adecuada para transmitir contenidos y temas realistas y prácticos
  • Las principales tendencias globales y el impacto a nivel local
  • Orientación a futuro: pensar a largo plazo y más allá de las generaciones presentes
  • Orientación a la solución de problemas: No sólo para percibir las debilidades y problemas, sino para desarrollar soluciones apropiadas
  • Participación: Empoderar para la búsqueda de soluciones y decisiones comunes
  • Reflexión y evaluación: Desarrollar la capacidad de reflejar desarrollos, para sacar conclusiones e integrarlos en procesos de transformación
  • Comunicación y resolución de conflictos: no quedarse callado, aprender a lidiar con el conflicto de forma activa

Competencias para un desarrollo sostenible

A pesar de que mucho está implícito en los principios rectores de la UNESCO, se plantea la pregunta, ¿existen competencias específicas para un desarrollo sostenible? O, ¿se tiene que no hay más habilidades humanas generales, que son necesarias, para una buena convivencia con los seres humanos y la naturaleza en todo momento? Los principales autores tienen la opinión de que nuestro tiempo se enfrenta a desafíos especiales y, por ello, también necesita de competencias específicas. Necesitan una atención especial ya que no se consideran bien en los programas tradicionales educativos. El científico estadounidense Arnim Wiek afirma: “Las competencias y las competencias clave para la sostenibilidad están vinculadas a un contexto que se caracteriza por la gran complejidad, la incertidumbre, la alta velocidad de los cambios sociales, la individualización, la diversidad, uniformidad, etc. Por lo tanto, resulta crucial que las competencias clave para la sostenibilidad tienen que verse como habilidades importantes que permitan a las personas resolver problemas de una manera exitosa con respecto a los problemas del mundo real de sostenibilidad, desafíos y oportunidades “(Wiek et al., 2011).

Gestaltungskompetenzen siguiendo a Gerhard de Haan

Principalmente en los países de habla alemana, se ha establecido el concepto de Gestaltungskompetenzen, que se desarrolló por Gerhard de Haan (de Haan, 2006) y se incluyó también en las deliberaciones de la UNESCO. Se le encuentra dividido en 12 sub- competencias y hace especial hincapié en la capacidad para la participación activa y responsable para el desarrollo sostenible.

CATEGORIAS COMPETENCIAS
Competencia profesional Perspectivas: apertura, la capacidad de percibir e integrar diferentes perspectivas
Anticipación: capacidad de analizar y juzgar el futuro desarrollo
Ganancia por conocimiento interdisciplinario
Tratar con información compleja e incompleta: hacer frente a riesgos, amenazas e incertezas
Competencia social Cooperación: capacidad de planificar y actuar juntos
Empatía: dar apoyo a los demás
Motivación: motivarse a uno mismo y a otros a volverse activos
Participación: la capacidad de participar en los procesos comunes de toma de decisiones
Auto- competencia Reflexión: la capacidad de reflejar las propias visiones y las de los demás
Enfrentarse al dilema
La actuación moral: Actuar conforme a los conceptos de justicia
Actuar de forma autónoma

Tabla 2. Gestaltungskompetenzen siguiendo a Gerhard de Haan

Las competencias clave para un desarrollo sostenible siguiendo a Wiek et al

Otro enfoque interesante para las competencias de sostenibilidad se encuentra en Wiek et. al. (Wiek et al, 2011). Ellos desarrollan un marco de referencia de cinco competencias clave que despliegan un enfoque totalmente integral. El hecho de que también las competencias normativas se incluyan, subraya la importancia de los valores y la ética, también en el ámbito académico.

KOMPETENZEN  
Competencias Sistémicas Capacidad para comprender sistemas complejos en una forma integral, relaciones causa y efecto, entender la motivación y las estructuras para la toma de decisión
Capacidad para interconectar diferentes niveles (global y local)
Capacidad para el pensamiento interdisciplinario y para cambiar perspectivas (ecológico, social, económico)
Competencias Anticipatorias Capacidad para interconectar niveles de tiempo, pensamiento intergeneracional
Capacidad para desarrollar visión de largo alcance y visión del futuro
Capacidad para enfrentarse a la incerteza y a los riesgos
Competencias Normativas Capacidad para desarrollar un eje de valores de sostenibilidad y actuar de acuerdo a ello
Capacidad para integrar conceptos básicos de justicia, equidad y ética
Capacidad para dar orientación
Competencias Estratégicas Capacidad para comprender conceptos estratégicos, para diseñar y llevar a cabo estrategias de intervención y transformación
Capacidad para llevar a la acción ideas y metas, con acción efectiva y eficiente
Capacidad para tratar con  defectos y fracasos
Competencias Interpersonales Capacidad para comunicarse efectivamente, para dirigir diálogos y discursos, para hacer contactos
Capacidad para trabajar en equipo y en redes
Capacidad para liderar y delegar

Tabla 3. Competencias clave para la sostenibilidad siguiendo a Wiek et al

3.3. Reflexión sobre las competencias para un desarrollo sostenible

Sin duda el concepto de competencia ha traído una gran cantidad de desarrollos positivos dentro del debate por la educación. La educación ya no se reduce al conocimiento, sino que se centra cada vez más en la aplicación práctica, la auto- responsabilidad aunada con el ideal de madurez. Surge también la demanda para usos económicos debido a que en una visión utilitaria del mundo todas las habilidades deberían tener un beneficio concreto, medible. Así, el enfoque de las competencias no significa un cambio per se.

La Educación para el Desarrollo Sostenible está proponiendo otro camino y, al menos, tiene el potencial de cambiarse a sí misma. Sobre todo, por el hecho de que se trata de los grandes retos de nuestra sociedad, que no tiene el estilo de vida occidental como principio rector, sino que implica también el valor de los conocimientos tradicionales y autóctonos. Por lo tanto, los conceptos de competencia que se basan en estas directrices que consideran puntos de vista integrales y valores tan importantes, tienen que tomarse en serio. Sin duda existe el anhelo de valores y una ética de vida, en relación con todos los aspectos de la vida, incluso la economía. Eso muestran las entrevistas con empresas y universidades a las que se entrevistó en el marco del proyecto Erasmus +.

Es difícil predecir si el pensamiento guía de la EDS es lo suficientemente fuerte para no ser absorbido por las estrategias de dilución de “blanqueo ecológico” impulsadas por las fuerzas del mercado. Ello debido a que tiene sus raíces en un contexto materialista, con acceso marginal a una visión del mundo trascendente. Incluso es prematuro juzgar, si la EDS es susceptible de llevarla a cabo, o, si se encuentra enterrada en lemas y proclamas por un mundo mejor. Sin embargo, aún es muy pronto para hacer predicciones. No obstante, este movimiento tiene un poder auténtico, lo que hace aconsejable que se busque la manera de cómo apoyar y reforzar los conceptos, tales como las virtudes clásicas.

  1. Síntesis

Hacer coincidir a los enfoques de la filosofía y la educación para el desarrollo sostenible, no es una tarea fácil en absoluto, ya que fundamentalmente provienen de diferentes visiones del mundo. Como base para la síntesis deseo utilizar la brújula de las virtudes clásicas y elaborar los vínculos a las competencias.

El anclaje en el cielo: Una visión trascendente del mundo

Muchas personas quieren cambiar hacia un mundo más sostenible, pero con el tiempo se enfrentan a la pregunta de, ¿por qué? Ello especialmente para la mayoría, de los círculos “ateos”, para los que les es difícil creer en un Dios que tiene las respuestas finales. Sin embargo, la necesidad de trascendencia está ahí. La idea del bien último, como lo propone Sócrates, o la Teoría de las Ideas de Platón ofrecen una manera de introducir una visión del mundo trascendente que no sea religiosa, en su forma. A partir del neutral concepto de “idea”, se pueden definir valores universales como puntos de referencia y se puede conectar con el concepto de una ética sin tiempo. Una de las más valiosas contribuciones de la filosofía, es la de devolver a la ética su importancia. O por lo menos poner en movimiento la discusión sobre diversas visiones del mundo posibles. En el marco de competencias de Wieck et al, se encuentran varios puntos de referencia en las competencias sistémicas. Ellos incluyen la capacidad de pensamiento holístico y de actuación, que sólo es posible si hay un punto de referencia fuera, desde donde se puede observar el todo.

El anclaje hacia adentro: Una visión trascendente de los hombres

Esto está directamente vinculado a la visión de los hombres. Lo que se comprende por medio de la siguiente pregunta, ¿Para quién se tiene una visión particular del mundo y de sus eventos? Esto es para mí. Y dependiendo de cómo yo me entiendo, así puedo ver el mundo. Éste es sin duda el punto más delicado, porque aquí se trata de la propia esencia. Muchos, especialmente en el escenario de la sostenibilidad, no tienen ningún problema en aceptar una visión del mundo trascendente exterior, pero llegan a sus límites cuando se trata de su propia trascendencia. Ello está estrechamente relacionado con las razones de porqué las personas renuncian a su idealismo cuando los esfuerzos idealistas no conducen al éxito o cuando se dan cuenta de que todo el mundo actúa de forma egoísta. La verdadera virtud está anclada en el interior, en la propia alma inmortal, de donde viene la motivación autónoma estable. Esto es particularmente evidente en la obra de Platón, cuando desarrolla su idea de las cuatro virtudes cardinales, en relación con las tres partes del alma. En mi opinión, el gran reto no es la comprensión intelectual, sino crear una conmoción interna que dé pie a que se ponga en movimiento una transformación interior. ¿De qué otra forma podríamos ocuparnos de nosotros mismos y de los demás, cuando esta parte del alma se encuentre más presente? De ello se puede encontrar un eco débil en el debate sobre las competencias en las competencia normativas.

Aplicación en el mundo: Actuar y reflexionar

Por supuesto que como contrapartida para el anclaje en el cielo, se necesita una acción concreta, la manifestación de las ideas en el mundo. Sólo mediante la aplicación de las fuerzas latentes es que las virtudes se convierten en realidad. Sólo mediante la aplicación es que también los vacíos y deficiencias se hacen evidentes. El acto da el criterio de medición del progreso. Es por eso que la acción práctica tiene un papel tan importante en la concepción de las virtudes de los estoicos. Incluso van tan lejos como para decir que una virtud, que no se lleva a la práctica, no es una verdadera virtud. Especialmente, la parte práctica está bien valorada en la educación basada en competencias. Se convierte más y más en sentido común, lo que no es suficiente para impartir conocimiento. Es tan crucial aprender a hacer sus propias experiencias, como también el probar y cometer errores. Eso se toma en cuenta en la EDS a través de métodos muy orientados a la práctica, así como de los proyectos y de las conexiones a la vida cotidiana. En el marco de la competencia de Wiek nos encontramos, en las competencias estratégicas, con este aspecto en particular. Sin embargo, la virtud es un poco más. No se trata sólo de la acción, sino también de la acción consciente y reflexiva. Otros aspectos que podemos aprender de los estoicos son el hacer la vida un ejercicio permanente y lograr la interacción entre la acción y la reflexión.

Actuando hacia afuera y públicamente: Ser ciudadano

En las zonas públicas, la contrapartida de anclaje en el interior es la actuación externa. Estas son las dos caras de un hacha, lo que representa la interacción permanente entre el interior y el exterior. El concepto de las virtudes públicas y privadas de la Vía Romana muestra esta relación y también pone de manifiesto la importancia de la congruencia en la acción. Cuan irritante es, cuando las personas se comportan completamente diferente en su vida privada y en la vida pública. Pero como una virtud, no se trata sólo de las acciones para el público en general, sino de aceptar la responsabilidad de un todo mayor. Eso necesita de comprensión y de pensar en escenarios más grandes e integrales. Muchas palabras clave como tolerancia, justicia y transparencia existen en el contexto educacional, pero raramente con este consistente doble sentido. Esta capacidad para la acción pública y privada, está bien tratada en la EDS, a pesar que a menudo, en lo público, se encuentra limitada al activismo debido a que su conexión con una mayor visión de mundo no existe. Wiek et al toman en cuenta esta dimensión a través de las categorías de las competencias interpersonales, particularmente donde se aborda la habilidad de dialogar y tratar los conflictos, así como la de trabajar en equipo y en redes de trabajo.  La gran visión que se deduce del mundo romano es la del ciudadano, de aquel ciudadano responsable y crítico – el ciudadano global de nuestro tiempo.

Bibliografía

Barth, Matthias; Godemann, Jasmin; Rieckmann, Marco; Stoltenberg, Ute (2007): Developing key competencies for sustainable development in higher education. In: International Journal of Sustainability in Higher Education 8 (4), S. 416-430.

Comte-Sponville, Andre (1998): Ermutigung zum zeitgemäβen Leben; Ein kleines Brevier der Tugenden und Werte; Geistige Übungen der Antike. Rowohlt Taschenbuch Verlag GmbH, Reinbek bei Hamburg

Haan, Gerhard de (2006): The BLK ’21’ programme in Germany: a ‘Gestaltungskompetenz’-based model for Education for Sustainable Development. In: Environmental Education Research 12 (1), S. 19-32

Haan, Gerhard de (2010): The development of ESD-related competencies in supportive institutional frameworks. In: International Review of Education 56 (2), S. 315-328.

Hadot, Pierre (1991): Philosophie als Lebensform. Verlag Mathias Gatza, Berlin

Lans, Thomas; Blok, Vincent; Wesselink, Renate (2014): Learning apart and together: towards an integrated competence framework for sustainable entrepreneurship in higher education. In: Journal of Cleaner Production 62, S. 37-47. DOI: 10.1016/j.jclepro.2013.03.036.

Schwarz, Fernando (2002): Der Weg zum Gluck; Sokrates und seine lebendige Philosophie; Verlag Neue Akropolis, Graz

UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) (2005): United Nations

Decade of Education for Sustainable Development 2005-2014. International Implementation Scheme.

Wiek, Arnim; Withycombe, Lauren; Redman, Charles L. (2011): Key competencies in sustainability: a reference framework for academic program development. In: Sustain Sci 6 (2), S. 203-218.

Wolf, Ursula (2008): Politeia; in Platon — sämtliche Werke; Rowohlt Taschenbuchverlag; Reinbek bei Hamburg

reté – La Forma Griega

  • En la vida pública

La siguiente tabla muestra una amplia selección de virtudes de la vida romana que bien podría estar en un moderno conjunto de valores. Aunque hay virtudes públicas y privadas típicas, el principio es que una virtud siempre debe ser eficaz en ambas áreas de la vida.

VIRTUTES PERSONALES VIRTUTES PUBLICAS
AUCTORITAS: Autoridad ABUNDANTIA: Prosperidad
COMITAS: Humor AEQUITAS: Equidad y Rectitud
CLEMENTIA: Clemencia CLEMENTIA: Clemencia
DIGNITAS:  Dignidad CONCORDIA: Unidad
FIRMITAS: Fortaleza mental FIDES: Lealtad
FRUGALITAS: Simplicidad FORTUNA: Suerte
GRAVITAS: Responsabilidad HILARITAS: Jovialidad
HONESTAS: De honor IUSTITIA: Justicia
HUMANITAS: Humanidad LAETITIA: Alegría
INDUSTRIA: Esfuerzo Diligente LIBERALITAS: Generosidad
PIETAS: Sentido del deber y respeto LIBERTAS: Libertad
PRUDENTIA: Previsión NOBILITAS: Dignidad
SALUBRITAS: Pureza PATIENTIA: Paciencia
SEVERITAS: Auto- control PAX: Paz
VERITAS: Honestidad SALUS: Bienestar Público
  SECURITAS: Seguridad
  VIRTUS: Virtud, Liderazgo

Tabla 1: virtudes personales y públicas

2.3. Reflexión sobre las Virtudes Clásicas

Tal vez el llamado a un renacimiento de las virtudes es no sólo un deseo idealista de aquellas personas con conocimiento filosófico. Lo que tenemos que desarrollar como seres humanos, es exactamente a lo que nos referimos en cuanto al sentido original y al significado de virtud. O en palabras de André Comte-Sponville: “La virtud de un hombre es lo que lo hace humano. Es la habilidad especial con la que puede probar su propia superioridad, lo que significa su humanidad. La virtud comienza, donde la hominización, como un hecho biológico y la humanización, como un hecho cultural, se unen: es nuestra forma de ser y actuar como humanos. Esa es nuestra capacidad para actuar bien.” (Comte-Sponville, 1998). Al examinar la relevancia de las virtudes clásicas para la educación del siglo 21, se ve que no es tanto una discusión o jerarquía de las virtudes particulares. Cada virtud particular, independientemente del “sistema” de donde venga, tiene su lugar y su área particular de aplicación, porque en última instancia todos son aspectos del Bien Uno. Es más que nada para señalar la actitud subyacente de la que los conceptos modernos de valor carecen en gran medida. Incluso si la presentación no es completa, me gustaría destacar cuatro aspectos que me parecen importantes:

  1. El anclaje en el cielo: la idea del bien último de Sócrates
  2. Aplicación en la práctica diaria: las virtudes prácticas de los estoicos
  3. El anclaje hacia adentro: la idea de las virtudes del alma de Platón
  4. Actuar hacia dentro y hacia fuera: virtudes privadas y públicas de la Vía Romana

Además, es interesante la conexión entre los aspectos particulares, por lo que he elegido la imagen de la brújula – como guía en un entorno confuso.

A pesar que a la relevancia de las virtudes de nuestro tiempo se le podría clasificar como alta, también se deben tomar en cuenta las críticas que se le hacen. En primer lugar, esta concepción impone exigencias desconocidas en nuestra sociedad profana pues no está acostumbrada a pensar en las dimensiones de trascendencia o de alma. Tampoco estamos acostumbrados a vivir una práctica de ejercicios diarios y continuar con esta práctica durante un largo tiempo. Por tanto, el objetivo es encontrar una posición sencilla de inicio, aunque no menos importante en la elección de los términos. Por otro lado, a la fecha, las virtudes no están realmente rehabilitadas. Ellas todavía están definidas por la moral cristiana medieval y, por tanto, a menudo son muy difíciles de transmitir. De nuevo, es importante tratar cuidadosamente con conceptos, pero al mismo tiempo no perder la esencia.

  1. Las Competencias para un Desarrollo Sostenible

Por otra parte, si se tiene en cuenta el término competencia, no parece haber ninguna conexión a primera vista. Aparece, en contraste, con el noble concepto de las virtudes, el cual se ha trabajado por tantos siglos, como un término frío, tecnocrático y sin vitalidad. Sin embargo, se ha hecho un nombre en la pedagogía y disciplinas relacionadas y, por lo tanto, digno de ser considerado con más detalle. El uso del término es todavía joven. Esto nos lleva, por un lado, a la incertidumbre en la interpretación, pero, por otro lado, abre espacios.

3.1. Competentia – ¿interacción de habilidades o competencia?

En el lenguaje corriente, competencia significa algo así como “cualidades personales, capacidades para una tarea específica, para un papel, etc.” Ese significado es muy cercano a la comprensión general, aunque no filosófica de la virtud. Más allá de la capacidad individual, competencia también significa una especie de poder que se otorga o concede externamente. En la raíz etimológica de la palabra, también se encuentra una coincidencia interesante. La palabra latina “competentia” significa “reunión, coincidencia”, pero no trata sobre qué tipo de coincidencia es. ¿Es la combinación de las habilidades individuales y de la experiencia concedida desde afuera? ¿Es la unión de las habilidades y tareas? O, ¿se trata de la unión de las personas con habilidades diferentes, en las que sólo una encaja perfectamente y sólo una puede ganar? En este caso nos encontramos ante una situación de competición, que tiene la misma raíz que competencia. Originalmente, competición es una palabra positiva en contraste a rivalidad. En la naturaleza no hay competición, en la sociedad hay competición, siempre con el objetivo de develar habilidades con el fin de averiguar quién es el más capaz para una tarea. En nuestra sociedad materialista orientada al éxito, el término competición ha perdido su carácter lúdico. Ya no se trata de la búsqueda, siempre bajo las reglas del juego limpio, del mejor y del más brillante, sino de la aplicación de los intereses individuales egoístas. Esta actitud, a veces, transforma el moderno concepto de competencia, según el lado que lo haya utilizado.

Madurez y competencias

El término está estrechamente relacionado con el nombre de Henry Roth (1906 – 1983), un educador y filósofo alemán, que aboga por el llamado “giro realista” en la educación. En su libro “Antropología Pedagógica” Roth describe competencia como una capacidad humana básica y la conecta con la capacidad de madurez. A la “madurez”, tal como la entendemos, escribe Roth,” se le debe interpretar como una competencia, en un sentido triple:

  • Auto- competencia: habilidad de actuar como responsable de uno mismo
  • Competencia- profesional: como la habilidad para evaluar bien las temáticas y por lo tanto para responsabilizarse
  • Competencia social: la habilidad para evaluar las cuestiones sociales y políticas relevantes y, por lo tanto, hacerse cargo de ellas” (Roth, 1971)

Roth desarrolla aquí una base interesante sobre la cual se puede lograr una comprensión integral de las competencias, lo que es compatible con el concepto de virtud en los aspectos individuales. La tríada de competencias ha prevalecido en los planes de estudio de las escuelas y universidades, así como en el campo de la formación profesional. Por supuesto, la idea de la madurez detrás de ella, junto con el ideal educativo humanista, hace dúo.

La competencia como factor de competitividad

En la discusión acerca de la competencia, un papel destacado se apodera de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). En el proyecto “Definición y Selección de Competencias – DeSeCo”, la OCDE formula habilidades claves para la vida, en una sociedad del conocimiento interdisciplinario e internacional. El marco conceptual define tres áreas interconectadas donde se pueden situar ciertas competencias claves:

  • Interactuar en grupos socialmente heterogéneos
  • Actuación autosuficiente
  • El uso de herramientas de forma interactiva (Rychen, 2003)

A pesar que estas competencias, sin duda, tienen su lugar y cumplen con los requisitos de nuestro tiempo, no hay que olvidar el compromiso que tiene como objetivo la OCDE. La educación en el sentido de la OCDE, busca promover y mantener la eficiencia económica y la competitividad. La educación pierde el derecho a un desarrollo humanista y se convierte en un factor de producción de un sistema capitalista. O yendo más lejos, la educación se vuelve más y más una rama independiente de la industria, que se organiza de acuerdo con los principios del mercado. Las competencias son los componentes básicos de este concepto, medidas y comercializables por las pruebas PISA y SETC (Sistema Europeo de Transferencia de Crédito), pero sin valor intrínseco. O como el ex presidente de la Comisión, Jacques Delors, dijo una vez: “Las competencias son la moneda del siglo 21”.

3.2. Educación para el Desarrollo Sostenible – ¿es una alternativa?

La pregunta a resolver es, ¿hay enfoques en la actual discusión oficial educativa y sobre las competencias, que no estén exclusivamente orientados hacia el mercado?

En relación con el movimiento de la sostenibilidad global que lucha por alternativas al sistema imperante en muchas áreas, inclusive en la educación, se desarrolla una contra-propuesta a través de la “Educación para el Desarrollo Sostenible”. En particular, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) abordó la cuestión, sobre qué tipo de educación se necesita para un desarrollo sostenible. A diferencia de la OCDE, la UNESCO define la educación como un derecho humano que debe estar disponible para todas las personas, independientemente de su cultura, religión, color o nación. Por tanto, la UNESCO publicó una declaración hacia la “Educación para el Desarrollo Sostenible” en la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo de 2002, y dedicó la Década Mundial 2005 – 2014 a ese motivo. A lo largo de la década, se inició, en todo el mundo, una serie de proyectos e iniciativas para saber qué elementos de aprendizaje se necesitan, que pueden poner en marcha una transformación social. La conclusión fue que la EDS no significa aprender una gran cantidad de contenidos adicionales, sino tener una visión y actitud diferente con relación al aprendizaje y a la educación. En consecuencia, la UNESCO no propone programas educativos diferenciados, sino meramente principios rectores (UNESCO 2005):

  • Orientación de valor: ¿Qué valores o pseudo-valores sigue nuestra sociedad y qué valores específicos son necesarios para el desarrollo sostenible?
  • La transdisciplinariedad y las múltiples perspectivas: La capacidad de utilizar diferentes perspectivas sobre los temas y pensar más allá de las fronteras disciplinarias
  • Diversidad metodológica: Encontrar la manera adecuada para transmitir contenidos y temas realistas y prácticos
  • Las principales tendencias globales y el impacto a nivel local
  • Orientación a futuro: pensar a largo plazo y más allá de las generaciones presentes
  • Orientación a la solución de problemas: No sólo para percibir las debilidades y problemas, sino para desarrollar soluciones apropiadas
  • Participación: Empoderar para la búsqueda de soluciones y decisiones comunes
  • Reflexión y evaluación: Desarrollar la capacidad de reflejar desarrollos, para sacar conclusiones e integrarlos en procesos de transformación
  • Comunicación y resolución de conflictos: no quedarse callado, aprender a lidiar con el conflicto de forma activa

Competencias para un desarrollo sostenible

A pesar de que mucho está implícito en los principios rectores de la UNESCO, se plantea la pregunta, ¿existen competencias específicas para un desarrollo sostenible? O, ¿se tiene que no hay más habilidades humanas generales, que son necesarias, para una buena convivencia con los seres humanos y la naturaleza en todo momento? Los principales autores tienen la opinión de que nuestro tiempo se enfrenta a desafíos especiales y, por ello, también necesita de competencias específicas. Necesitan una atención especial ya que no se consideran bien en los programas tradicionales educativos. El científico estadounidense Arnim Wiek afirma: “Las competencias y las competencias clave para la sostenibilidad están vinculadas a un contexto que se caracteriza por la gran complejidad, la incertidumbre, la alta velocidad de los cambios sociales, la individualización, la diversidad, uniformidad, etc. Por lo tanto, resulta crucial que las competencias clave para la sostenibilidad tienen que verse como habilidades importantes que permitan a las personas resolver problemas de una manera exitosa con respecto a los problemas del mundo real de sostenibilidad, desafíos y oportunidades “(Wiek et al., 2011).

Gestaltungskompetenzen siguiendo a Gerhard de Haan

Principalmente en los países de habla alemana, se ha establecido el concepto de Gestaltungskompetenzen, que se desarrolló por Gerhard de Haan (de Haan, 2006) y se incluyó también en las deliberaciones de la UNESCO. Se le encuentra dividido en 12 sub- competencias y hace especial hincapié en la capacidad para la participación activa y responsable para el desarrollo sostenible.