ARTE, CREATIVIDAD E IMAGINACIÓN EN LA FORMACIÓN HUMANA

Irene Melfi Svetko

  “El Bien y el Sol son dos reyes, Señor el uno del mundo inteligible y el otro del mundo visible.”  Platón, La República libro VI

Introducción

En este pequeño trabajo se verá el arte como manifestación del arquetipo; la observación de la belleza en el arte, ya sea música, pintura, escultura, literatura etc. como elemento que sutiliza al ser humano, y la creatividad como herramienta de la imaginación; elementos todos ellos, que proporcionan una actitud de vida fuerte y templada para superar las dificultades y las situaciones límites por las que es posible que pase el ser humano.

Basadas en una filosofía activa, el desarrollo de la capacidad creadora y el desarrollo de la imaginación como respuesta a una conciencia activa, constituyen un factor clave para la formación integral del hombre.

Arte

 “Los ojos abiertos del artista deben mirar hacia su vida interior y su oído prestar siempre atención a la  necesidad interior… Este es el único camino para expresar la necesidad mística… Todos los medios son sagrados si son interiormente necesarios.” Wassily Kandinsky

El término proviene del latín “ars”. Según la RAE su definición es: “Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se  plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.” Solo un alma pura, armonizada con los Principios Universales manifestados en la Naturaleza, podrá captar el arquetipo de lo Bello, que, según Platón, junto con el Bien y el Ser, serían Lo Uno, el Logos, etc.

El Filósofo Jorge Á. Livraga dice: “El acceso permanente a los mundos estéticos, es privativo de las almas estéticas.”

De esta manera, el ser humano, para poder hacer verdadero arte, tiene que tener la capacidad interior de conectar con los planos sutiles del Universo, que se manifiesta en momentos de inspiración. En cierto aspecto el arte cumple un fin social fundamental, pues sirve de purificador para los seres humanos, acercándolos a la idea del Bien y de lo Bello, puesto que el arte es la manifestación del arquetipo de lo bello.

En La República, libro VI, Platón pone un ejemplo muy claro con el paradigma de la línea, imaginando una línea dividida en dos partes desiguales: una parte conformaría el mundo inteligible donde por arriba de todo estaría el Bien y luego los Arquetipos. Dividida a su vez en dos partes, en la de arriba se hallaría la intuición y luego el pensamiento.  La otra parte sería el mundo sensible, donde una vez subdividida en dos partes se hallaría la fe o las creencias en una parte y en la otra las conjeturas del mundo de la doxa o las opiniones; o las imágenes y las sombras.

Bajo esa premisa, el artista captaría la idea arquetípica de lo Bello, plasmándola en la Obra de Arte. Toda manifestación artística lo es, en tanto y cuanto refleje esa Esencia de lo Bello en la belleza de la obra de arte en general.  Así, el artista se convierte en el transmisor que interpreta ese algo sutil y lo entrega a la posteridad, lo cual sería entonces un acto de generosidad. Hay miles de ejemplos a lo largo de la historia, bastará con traer a la memora a un Beethoven, un Mozart, o un Miguel Ángel Buonarotti.

De esta forma la Humanidad, comprendiendo el proceso del arte, se acerca a los valores trascendentes, investigando ese proceso que parte de la idea de lo Bello; puede relacionarlo con su propia existencia y observar cuáles son los planos de su Ser que se conmueven con la observación de la Belleza. El arte, visto así, modificaría la conciencia del ser humano. Un buen ejemplo de esto es lo que ocurría con las obras de teatro mistérico en la Grecia Clásica, que surgieron a partir de los Misterios de Eleusis, cerca de Atenas, donde los individuos pasaban diferentes pruebas. El teatro, como arte, no era solamente un entretenimiento vacío de contenido, sino que tenía la misión de ofrecer situaciones místico-religiosas, en donde el público se veía identificado. Se destacaban la actitud heroica y todos los valores trascendentes, de modo que el espectador modificaba su estado de conciencia hacia el Bien, y salía del teatro transmutado, de otra manera de cómo había entrado. Así el teatro en Grecia, como todas las artes, cumplía una labor pedagógica.

Ya en Egipto, en la ciudad de Antinoe, construida por el emperador Adriano en la ribera oriental del rio Nilo, frente a Hermópolis, se encontró una pieza muy curiosa que representa una cabina montada sobre una barca plana de madera; una escena en el interior, muestra dos columnas con un triángulo y figurillas articuladas de marfil. Este teatro estaba destinado, sin duda, a representar un rito mágico-religioso.

Creatividad

 “No deberíamos preocupamos por motivar a los niños para  que se comporten en forma creativa; lo que  sí debe preocuparnos son las restricciones psicológicas y físicas que el medio pone en el camino del pequeño que crece inhibiendo su natural curiosidad y su comportamiento exploratorio… No hay que sorprenderse, pues, si es necesario estimular a los niños para que investiguen, pues ésa es una habilidad que, por lo común, no ha sido desarrollada. Y, sin embargo, el individuo investigador, curioso  y creativo, debe ser una de las metas de nuestro sistema educacional.” Viktor Lowenfeld

El término proviene del latín “creare”, que significa producir algo nuevo. Por tanto, la creatividad es un estado de conciencia que necesita ser plasmada en ideas y luego en acciones. Todo ser humano nace con esa capacidad de crear, avalada por la necesidad de investigar. Desde las primeras etapas de la vida surge la pregunta “¿Y por qué?”  Cuántos padres dejan sin respuesta esta pregunta que antes de los cuatro años plantean los niños, sin saber que esas preguntas son los cimientos del futuro investigador, y sin tener conciencia de que los primeros cuatro años del ser humano son fundamentales para la formación del individuo, tanto en lo emocional como en lo mental.

Permitir al educando, desde los primeros años, estar en contacto con elementos que desarrollen la creatividad como proceso creativo, y no esperando obras de arte de él, ya sea con pinturas, modelados, teatro, danza, música etc., le hace sentirse libre de elegir qué y cómo hacerlo, seguro para enfrentar sus propios retos personales; consciente de cómo superar esos retos, lo transporta, sin saberlo, a un estado de bienestar consigo mismo, a su propia identidad.  Es sabido también que la expresión gráfica constituye una necesidad evolutiva en el niño, y que en sus dibujos o pinturas plasma todo su mundo emocional y su actitud frente a la vida. Por eso en el sistema educativo, la capacidad creadora se convierte en algo extraordinariamente importante, porque permite el pensamiento divergente, que consiste en que no existe una única respuesta correcta y en donde se aceptan todo tipo de soluciones posibles para los problemas planteados. Esto conforma una experiencia que crea una actitud de vida, una forma de enfrentar las situaciones vitales, con la que el individuo podrá salir siempre airoso, o al menos estará familiarizado con saber superar sus propios límites internos; ofrece también al ser humano una flexibilidad en los esquemas de pensamiento; aprende a integrar el punto de vista del otro y a respetarlo, porque respeta su propia creación. El pensamiento creador permite la aptitud para concebir ideas originales, que muestran un espíritu entusiasta, capaz de ver algo más de lo que se ve a simple vista.

Imaginación

“La imaginación es el poder plástico del alma, producido por la conciencia activa.” F.Hartmann

La palabra “imaginación” proviene del latín imaginatio-onis, cuyo significado es: Facultad del alma para representar las imágenes de las cosas reales o ideales.

A partir de Descartes, (1596-1650) el mundo de la imaginación se pone en tela de juicio. Por medio del método de análisis de medir y pesar, de enumerar y observar con los ojos físicos, se valorará sólo lo que tiene una explicación científica, y el mundo de la imaginación queda relegado entonces, sepultado por el positivismo cartesiano, lo cual va a influir claramente en la expresión artística. El artista no encuentra ya su lugar en una sociedad que poco a poco se va tornando más materialista y elimina de su existencia la Esencia del Arte.

La filósofa Helena P. Blavatsky (1831-1891) la describe de esta forma:

“La imaginación es uno de los poderes plásticos del Alma superior, y es la memoria de las encarnaciones precedentes, que si bien desfigurada por el Manas inferior, descansa siempre sobre un fondo de verdad.”

Hace así referencia a que habría dos tipos de almas, una superior que participa del mundo inteligible y una inferior, que se encontraría en el mundo sensible, haciendo una analogía con el paradigma de la línea expresado más arriba. Este poder plástico del alma estaría dirigido por la Voluntad del Yo en el proceso de creación. Cierto es que como no es posible dogmatizar sobre lo “real” y lo “ilusorio”, se puede hablar de imágenes más sutiles, porque no se puede hablar de que el mundo concreto no es real, ni de que el mundo sutil sea irreal; simplemente hay que decir que se mueven en planos de vibraciones diferentes, o distintos estados de conciencia. Y dice también HPB: “…descansa siempre sobre un fondo de verdad.”, o sea que la imaginación contiene algo de la Verdad Una, a la que el ser humano normalmente no tiene acceso.

Como dice el filósofo alemán Franz Hartmann (1838-1912) cuando habla de la conciencia activa, “El desarrollo de la conciencia es lo que permitiría al alma el proceso de imaginación.”  Esto es así de tal forma que intentar imaginar sin hacer un trabajo interior previo de purificación, de mística, de conocerse para auto-formarse en el sentido que cada ser humano se haya propuesto, lleva al hombre a vivir en un estado de fantasía y sería un trabajo en vano. La fantasía no llega a plasmar lo que fantasea, pues parte de un plano emocional;  por ello mantiene al ser humano en un estado de intranquilidad y angustia, porque no introduce el discernimiento para saber si eso que ha fantaseado es realmente interesante, ni ha integrado la voluntad de acción para llevar a la práctica esa fantasía.

La imaginación parte de un sentimiento elevado, integra la pureza del alma, sabe para qué y por qué tiene entusiasmo y por ende voluntad para plasmar lo imaginado y llevarlo a la acción. Por tanto, la imaginación es una herramienta de la conciencia.

Formación humana

“Protágoras habla de la importancia de la escuela para la formación del niño, no tanto en los progresos  de conocimiento, sino en la buena conducta que debe observar el educando, memorizando los versos de grandes poetas y emulando la actitud de los héroes”. Platón (Protágoras)

En ciertos momentos se habla de la formación, relacionándola con los estudios académicos adquiridos, las carreras, los títulos, y es cierto que esto puede ayudar a la formación humana, pero también, en muchas oportunidades, lo que hace es nublar la  mente pura del individuo y no permitirle ver su verdadero Ser, su individualidad, el “conocerse a sí mismo” que dirían los griegos. La mente se podría observar como si tuviera dos estados.  Podría imaginarse como una pelota iluminada por los rayos del Sol del mediodía: la parte superior estará iluminada, y la parte inferir tendrá sombra. Esta parte sombreada permite intelectualizar, especular, calcular, etc. mientras que la parte iluminada por el Sol permite acercarse el verdadero Ser, a lo Real, a lo que trasciende la materia; por tanto, ambos estados son importantes, aunque lo cierto es que una conciencia despierta supeditará la primera a la segunda.

De esta forma, la formación debería estar bien planteada desde los primeros años, ayudando al niño a educir sus propias capacidades; basándose en una educación y ejemplos éticos, estéticos y espirituales, en contacto y viviendo conforme a las Leyes de la Naturaleza como manifestación de lo sagrado.  Debería desarrollar especialmente las capacidades sutiles, dando al aspecto físico su justo lugar y no más; hablar del alma y su manifestación, de su nobleza, del valor de lo duradero o permanente y de lo efímero. Esto llevaría al ser humano a tener una formación constante durante toda su vida que le llevarían a una verdadera Sabiduría, sin tener que estar sujeto a títulos académicos.

En Fedro (248 e) habla Platón por boca de Sócrates, haciendo una lista de niveles de las almas según el grado de vivencia de lo sagrado: 

”Toda alma que, habiendo estado en el cortejo de un dios, y haya visto algo de lo verdadero, queda exenta de pruebas hasta la siguiente revolución, y, si puede hacerlo siempre, queda siempre indemne; pero cuando, por haber sido incapaz de seguirle, no ha visto la verdad y, víctima de cualquier vicisitud, se ha llenado de olvido y de maldad, con lo que se ha vuelto pesada, y una vez que se ha hecho pesada, ha perdido las alas y ha caído a tierra; entonces es ley que esta alma no se implante en ninguna naturaleza animal en la primera generación, sino que, la que más ha visto vaya al germen de un hombre destinado a ser amigo de la sabiduría, o de la belleza, o amigo de las musas y entendido en amor; la segunda, al de un rey que se somete a las leyes, o guerrero y apto para el mando; la tercera, al de un político o al de un buen administrador o negociante; la cuarta, al de un gimnasta amigo de las fatigas físicas, o al de alguno destinado a  curar los cuerpos; la quinta, tendrá una vida de adivino o una vida de iniciación; a la sexta se  adaptará bien un versificador o cualquier otro de los relacionados con la imitación; a la séptima, el artesano o el trabajador de la tierra; a la octava, el sofista o el demagogo, y a la novena, el tirano.”

Así, según sean las acciones del ser humano, tendrá la posibilidad de acercarse, según su voluntad, a la belleza, al amor, a la templanza y a todas las virtudes. Participará de una sabiduría de vida y de una formación humana que lo llevarán a una serenidad interior y a una alegría exterior que podrá ofrecer al prójimo.

Conclusión

El ser humano, comprendiendo la importancia de ese “algo” trascendente dentro de sí,  se transforma en un buscador, un investigador constante de sus propias capacidades como individuo y del valor y respeto de los otros seres humanos. Vista así, la formación humana requiere una formación filosófica práctica, que lo llevará a esa tan ansiada y pocas veces hallada felicidad. Porque la felicidad no está fuera, se encuentra dentro de cada uno. Rabindranath Tagore lo expresa así:

“Me río cuando oigo que el pez en el agua tiene sed. ¡No ves que lo Verdadero está en tu hogar y vagas de bosque en bosque desgarradamente!  ¡Aquí está la verdad! Ve donde quieras, a Benarés o a Mathura; si no encuentras tu alma, el mundo no tiene fundamento para ti.”

Bibliografía

Blavatsky, H.P. Glosario teosófico. Ed. Kier S.A Buenos Aires Argentina 1982

Kandinsky, Wassily. De lo espiritual en el arte. Ed. Paidós. Barcelona España 2002.

Livraga, Jorge Ángel. Ideal político. Ankor Editores. Trujillo-Perú.

Livraga, Jorge Ángel. El teatro mistérico I: la tragedia. Ed. Nueva Acrópolis Valencia-España 1987.

Lowenfeld, Viktor. El desarrollo de la capacidad creadora. Ed. Kapelusz. Buenos Aires 1961

Platón. La República o de la justicia, libro VI Ed. Aguilar. Madrid España 1988.

Platón. Protágoras o los sofistas en 326. Ed. Aguilar. Madrid España 1988.

Platón. Fedro o de la belleza Ed. Aguilar. Madrid España 1988.

Tagore, Rabindranath. Poemas de Kabir. Ed. Plaza & Janés  Barcelona 1983