Orígenes

Lola Fernández Chinchilla

Contexto histórico de Orígenes:

Orígenes nació en Alejandría en el año 185 o 186 después de C. Alejandría, en aquella época, pertenecía al imperio romano. Los romanos habían conquistado Egipto sobre el año 30 a. de C. Y habían heredado una ciudad cosmopolita y un gran centro de intercambio comercial, cultural y religioso, donde los descendientes de Alejandro, los Ptolomeos, se habían esforzado, antes de su caída, por atraer a los sabios más importantes de su época, así como de aportarles suficientes recursos económicos.

Se conoce poco sobre la llegada y desarrollo del cristianismo a Alejandría. Lo poco que sabemos está basado en un libro de Eusebio de Cesarea llamado “Crónica e Historia Eclesiástica”, y en algunas otras fuentes menores. El problema es que estas fuentes recogen una tradición cristiana oral y en algunos casos fueron escritas mucho tiempo después de los hechos que narran. En el caso de la obra de Eusebio, unos cincuenta años más tarde. Y no sabemos hasta qué punto son completamente fiables.

Según se deduce de estas fuentes habría sido el evangelista Marcos el encargado de llevar el cristianismo a Alejandría, esa primera comunidad habría ido creciendo y habría empezado a organizarse al estilo de otras comunidades cristianas numerosas y en auge de otras ciudades importantes del imperio, con un obispo como dirigente a su cabeza. En la época de Orígenes el obispo de Alejandría era Demetrio. Al principio el obispo era elegido entre el grupo de doce presbíteros de la comunidad y era considerado un igual entre los sacerdotes. Después, el cargo pasó a ser no electivo sino asignado por una autoridad y se consideraba al obispo por encima del resto de sacerdotes.

Este primer cristianismo era muy plural ya que sus creyentes eran de lugares y culturas muy diversas, fundamentalmente al principio, eran judíos en su mayoría y más tarde griegos y de otras procedencias. Se entremezclaban distintas tradiciones filosóficas y religiosas, conformándose un crisol muy rico, pero en el que las diversas tendencias y creencias pugnaban, a veces, entre sí. Era la época en la que los emperadores romanos persiguieron duramente a la comunidad cristiana. El padre de Orígenes murió en una de esas persecuciones y su hijo estuvo a punto de perder la vida también, pero su madre lo hizo desistir de su intención de entregarse junto con su padre al martirio. Posteriormente serían los cristianos los que perseguirían a otros grupos filosóficos o religiosos.  Incluso dentro de la misma comunidad cristiana, a personas que se apartaban, según la cúpula de dirigentes cristianos, de la ortodoxia que ellos mismos iban estableciendo, personas que eran inmediatamente tachadas de herejes por tener otras visiones diferentes.

Era un panorama rico, por el encuentro de diversas creencias y formas de entender la búsqueda de lo divino y de lo sagrado, pero al mismo tiempo fueron, en ocasiones, tiempos convulsos a causa de la falta de aceptación de las tendencias dominantes y que según las épocas se iban convirtiendo en mayoritarias, sobre las minoritarias o con menos poder, que fueron condenadas o eliminadas.

El primer cristianismo, al ser un movimiento perseguido en sus inicios, se preocupó mucho por la reflexión intelectual al mismo tiempo que daban valor a las implicaciones éticas que se derivaban de sus creencias para la vida diaria, intentando armonizar la teoría con una práctica ejemplar. Y la vida comunitaria tuvo un sentido más profundo del que tiene hoy día entre los cristianos.

Al ser el cristianismo una comunidad en auge y que empezaba a tener poder, algunos de los personajes que más sobresalieron en aquellos años en Alejandría fueron de este grupo: Basilides, que era gnóstico, y Panteno, del que se discute si pudo ser pitagórico o estoico antes de su conversión, Clemente y Orígenes que eran cristianos de corte más católico. Sin embargo, no podemos olvidar que coexistieron con filósofos de la talla de Amonio de Saccas, que fue tanto maestro de Orígenes, como de Plotino (nacido poco después de Orígenes en el 204 o 205 d de C). Y que fue el filósofo neoplatónico, no cristiano, más conocido de su época.

Me llama mucho la atención el hecho de que se haga poco hincapié en esta coincidencia de lugar y tiempo entre Orígenes y Plotino, dos filósofos que para mí son muy interesantes pero que pertenecían a creencias religiosas muy diferentes también. Más parece que en nuestra mente el paganismo fue anterior y el cristianismo posterior sin más. Sin embargo este cambio de unas creencias  a otras fue muy paulatino y progresivo y, a pesar de sus luchas y de toda la violencia desatada en algunos casos, (muy propia del ser humano por otra parte, y de esa terrible costumbre de querer hacer desaparecer todo lo que no es igual a nosotros), tendemos a olvidar que no fue una lucha de “buenos” contra “malos”, que todo fue mucho más complicado, que un grupo no fue mejor que el otro, o según para quién,  que coexistieron durante muchos años y que somos hijos de ambos, y de esa inmensa riqueza de formas de entender la vida y lo sagrado de la que podemos alimentarnos todavía hoy.

Tendemos a olvidar también que no todos lucharon contra todos y que hubo filósofos ya fueran considerados paganos o cristianos, que se apartaron de esa violencia y que supieron aportar a la Humanidad lo mejor de su búsqueda espiritual, justo por el nivel de desarrollo al que habían llegado. Entre ellos podemos contar a Plotino y a Orígenes.

Creo que tanto uno como el otro tienen mucho que aportar a personas que desean seguir un camino espiritual en el siglo XXI.

Biografía de Orígenes:

Orígenes nació, como hemos dicho en el 185 o 186 d. C., en Alejandría. Según Eusebio, el padre de Orígenes era Leónidas de Alejandría, un respetado profesor de literatura y también un cristiano devoto que practicaba su religión abiertamente. ​ Según otras fuentes el padre de Orígenes pudo ser también un hombre de negocios próspero y completamente helenizado, ya que en aquella época todo lo griego pertenecía a la cultura y al idioma dominantes y con más prestigio y eran los elegidos por las personas más pudientes para la educación de sus hijos.​

La madre de Orígenes, cuyo nombre se desconoce, pudo haber sido un miembro de la clase baja que no tenía el derecho de ciudadanía romana.​ Es probable que, debido a la procedencia de su madre, Orígenes no fuera considerado tampoco un ciudadano romano.

En aquella época los niños de clases acomodadas, aprendían en casa hasta los siete años, a veces era el padre el encargado de ello o algún esclavo culto de confianza. El padre de Orígenes le enseñó literatura y filosofía, y también la Biblia y la doctrina cristiana.​ Eusebio afirma que el padre de Orígenes lo hizo memorizar diariamente pasajes de las Escrituras. Se acepta esta tradición como posiblemente verdadera, dada la capacidad de memoria de Orígenes de adulto para recitar largos pasajes de las Escrituras a voluntad. ​ Orígenes era un niño inteligente y se dice que aprendió tanto sobre las Sagradas Escrituras y a una edad tan temprana que su padre pronto no pudo responder a sus preguntas.

En 202, cuando Orígenes «aún no tenía diecisiete años», el emperador romano Septimio Severo ordenó la ejecución de ciudadanos romanos que practicaban abiertamente el cristianismo. El padre de Orígenes, Leónidas, fue detenido, encarcelado y posteriormente decapitado. Eusebio nos cuenta que Orígenes quería entregarse a las autoridades para que también lo ejecutaran, pero su madre escondió toda su ropa y no pudo entregarse, ya que hubiera tenido que salir desnudo. Según algunos autores, incluso si Orígenes se hubiera presentado, es poco probable que hubiera sido castigado, ya que el emperador solo tenía la intención de ejecutar a los ciudadanos romanos y al parecer él no lo era. ​

Tras la muerte del padre, el Estado confiscó todas las propiedades de la familia, dejándola destrozada y en la ruina. Orígenes era el mayor de nueve hijos​ y, como heredero de su padre, asumió la responsabilidad de mantener a toda su familia. ​

 Empezó dando clases de Gramática. Y a los dieciocho años, Orígenes fue nombrado catequista en la Escuela catequística de Alejandría. ​Trabajo que seguramente consiguió como  ayuda para su familia indigente. Mientras trabajaba en la escuela, adoptó un estilo de vida más ascético. Pasaba el día enseñando y se quedaba despierto hasta tarde estudiando y escribiendo tratados y comentarios, este fue el inicio de su prolífica labor, ya que se dice que llegó a escribir más de dos mil obras, incluso hay algún autor que afirma que fueron unas seis mil, cálculo que muy posiblemente es exagerado. Llevaba un estilo de vida sobrio, iba descalzo y solo poseía una capa. Ayunaba, era abstemio y vegetariano.

Cuando era joven, Orígenes fue acogido por una mujer gnóstica adinerada, que también era mecenas de un teólogo gnóstico muy influyente de Antioquía, quien frecuentemente daba conferencias en su casa. ​ Así que es muy posible que Orígenes bebiera de fuentes gnósticas también.

Pronto se convirtió en un joven erudito y, según recogen las crónicas, consiguió un protector adinerado, Ambrosio, que valorando sus capacidades dio a Orígenes una casa, un secretario, siete taquígrafos, un equipo de copistas y calígrafos, y pagó la publicación de todos sus escritos.

En algún momento, cuando tenía poco más de veinte años, Orígenes vendió la pequeña biblioteca de obras literarias griegas, que había heredado de su padre, por una suma que le proporcionó un ingreso diario ​y utilizó este dinero para continuar sus estudio, no sólo de  la Biblia sino también de la filosofía de su época en general, ya que pasó por numerosas escuelas de Alejandría, incluyendo la Academia de platónica, donde fue estudiante de Amonio de Saccas.

Así es que Orígenes estudió y se educó con fuentes diversas, el cristianismo de los primeros tiempos, el gnosticismo y el neoplatonismo entre otras. Aunque su opción religiosa y de vida fuera el cristianismo.

Desgraciadamente uno de los episodios más famosos en relación a la biografía de Orígenes es el de la auto castración.

Eusebio afirma que, cuando Orígenes era joven, después de leer el pasaje de Mateo 19, 12, en el que Jesús dice:  

“Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron a sí mismos eunucos por causa del reino de los cielos; el que sea capaz de aceptar esto, que lo acepte.”

Orígenes fue a un médico y le pagó para extirpar quirúrgicamente sus genitales, para asegurar su reputación como un tutor respetable para hombres y mujeres jóvenes.

Era costumbre en aquella época la auto castración por diversos motivos, entre los cuales se encontraba el poder optar a determinados puestos de confianza. Eusebio alega además que Orígenes le contó en privado a Demetrio, el obispo de Alejandría, acerca de la castración y que Demetrio inicialmente lo elogió por su devoción a Dios a causa de ello. Orígenes, sin embargo, no sólo no menciona nunca nada acerca de haberse castrado en ninguno de sus numerosísimos escritos, ni defendió jamás esta práctica, sino que por el contrario lo negó fervientemente en muchas ocasiones durante toda su vida. Sin embargo, sí menciona en su obra “Comentario sobre el Evangelio de Mateo» el versículo citado anteriormente, escrito cerca del final de sus días, y condena enérgicamente cualquier interpretación literal de ese párrafo de Mateo, afirmando que” solo un tonto interpretaría el pasaje como una defensa de la castración literal”. Al parecer él lo interpretaba de una forma simbólica, como una manera de anteponer el camino espiritual a los placeres del cuerpo, si se quiere entrar en el reino de los cielos, ya que éste es un estado elevado de conciencia.

Desde el comienzo del siglo xx, algunos estudiosos han cuestionado la historicidad de la auto castración de Orígenes, y muchos la consideran como una invención total debido a que Orígenes destacó desde muy joven por su inteligencia, cultura y capacidades y por envidias o diferencias de planteamientos, tuvo enemigos que lo acusaron de todo tipo de cosas. Sin embargo, el debate ha continuado entre los estudiosos de la biografía de Orígenes hasta nuestros días.

Con poco más de veinte años Orígenes dejó la catequesis y comenzó a llamarse “Maestro de filosofía”. Esto indignó a Demetrio, el obispo de Alejandría, ya que presuponía independencia de pensamiento con respecto a las directrices dadas por él, como cabeza de la primitiva Iglesia y fue considerado un desafío a su autoridad y una manera de entender la enseñanza de la filosofía de una forma muy pagana y más propia de siglos anteriores.

Orígenes, mientras tanto, comenzó a escribir libros que sirvieron de base a la teología cristiana de los siglos siguientes como el llamado “Sobre los primeros principios”. También comenzó a viajar por todo el Mediterráneo. En el 212 viajó a Roma, importante centro de filosofía del momento. En 213 viajó a Arabia, llamado por su gobernador, que había oído de su fama y quería aprender de él. En 215 huyendo de una revuelta contra el emperador Caracalla y su consiguiente represión, se estableció en Cesarea Marítima, en la provincia romana de Palestina. En donde los obispos de Cesarea y Jerusalen se convirtieron en devotos admiradores de su sabiduría y le pidieron que participara, con sus charlas, en las homilías, aunque no fuera sacerdote. Esto indignó de nuevo a Demetrio que exigió su inmediata vuelta a Alejandría.

Su estancia en Palestina posiblemente le permitió, según algunos autores, aprender hebreo y leer copias de la biblia en su idioma original. Se dice que se llevó a Alejandría un manuscrito en hebreo de la Biblia original, y que éste sirvió de base para muchos de sus escritos posteriores, es así como han ido llegando hasta nuestros días aquellas primitivas versiones originales.  

Ya en Alejandría Orígenes pidió a Demetrio que lo ordenara sacerdote a lo que el obispo se negó rotundamente, muy posiblemente por envidia, celos o temor ante la adhesión y admiración que despertaba Orígenes con sus charlas, ya que no existía ningún otro impedimento.

Alrededor del 231, Demetrio envió a Orígenes en misión a Atenas. En el camino Orígenes se detuvo en Cesarea donde fue recibido calurosamente por los obispos de aquella zona, a los que ya le unía una amistad previa desde su visita anterior. Orígenes aprovechó su estancia para pedirle a Teoctistus, obispo de Cesarea, que lo ordenara sacerdote a lo que éste aceptó muy gustosamente. Demetrio, al recibir la noticia, volvió a indignarse y declaró la ordenación como un acto de insubordinación. Orígenes decidió entonces establecerse en Cesarea y seguir su labor allí.  Algunos estudiosos opinan que esto ya había sido planeado por Orígenes, cosa que no sería de extrañar dada la relación que mantenía Demetrio con él.  

Fue considerado el principal teólogo de Cesarea y su zona y bajo la petición del obispo de Capadocia también viajó allí para continuar su enseñanza.

Pero la persecución de Demetrio contra Orígenes no cesó, por el contrario, continuó en cuantos ámbitos le fue posible, en el sínodo de la iglesia en Roma, ante los obispos de Palestina, etc. En aquel momento auto castrarse era un delito capital según la ley romana ya que había sido y era una práctica común, como ya hemos dicho, que no convenía al imperio y había terminado por ser condenada. Por otra parte, los eunucos tenían prohibido acceder al sacerdocio. Fue entonces cuando Demetrio declaró que años atrás Orígenes le había comunicado en secreto que se había auto castrado y por tanto le acusó de cometer un delito grave y proclamó que no podía ejercer como sacerdote ya que la ordenación que había recibido en Palestina era nula. Se ensañó con él también con argumentos teológicos, afirmando que Orígenes veía a Satanás, el mal, como parte del plan divino para el mundo y que al final de los tiempos la salvación también sería para Satanás, ya que habría cumplido con el cometido que Dios le habría encomendado. Hay algún escrito de Orígenes que podría dar pie a esta afirmación. Y Carl Jung, en su libro “Aion” afirma, que dados los documentos que se conservan, esta discusión sobre si el mal era creación de Dios y por tanto Satanás estaba a su servicio, debió de darse en aquel momento.

Demetrio expulsó a Orígenes definitivamente de Alejandría, pero tras esa feroz persecución contra él, murió un año después de la ordenación y las acusaciones se desvanecieron. Pero el rumor, cuando se siembra, es persistente y no desapareció por completo. Ese rumor persiguió a Orígenes hasta su muerte. No es extraño que en alguno de sus libros se comparara con “un israelita que ha escapado de la perversa persecución del faraón”.

La tarea principal de Orígenes en Cesarea fue el establecimiento de una escuela cristiana fundamentalmente para personas que mostraban interés en el cristianismo, pero todavía no estaban preparadas para bautizarse. Cesarea era conocida por ser un importante centro de aprendizaje para filósofos, pero todavía no había una escuela cristiana de estudios superiores. En esta escuela empezaron a explicarse las enseñanzas cristianas usando el método platónico así se daban asignaturas como Razonamiento socrático, Cosmología… y finalmente Teología. Fue una escuela que trató de aunar las nuevas ideas cristianas con la herencia filosófica griega anterior.

También fundó una gran biblioteca en Cesarea, quizás a la manera de la que hubo en Alejandría. En donde se podían consultar también sus obras. Obras que sirvieron de base para posteriores discusiones teológicas. Alguna de ellas como “La Hexapla” basada en la copia del antiguo testamento, que trajo consigo a su vuelta a Alejandría, que  junto con sus traducciones y comentarios se utilizó para las versiones posteriores de la Biblia.

Se conservan de él muchas obras. Y de otras, que se perdieron, han llegado hasta nosotros numerosos fragmentos en los muchos libros en los que se citó a Orígenes a lo largo de los años.

Fueron tan numerosas las obras que escribió que incluso se siguen descubriendo hoy día. En 2012 Marina Molín Pradel descubrió en su colección privada 29 homilías de Orígenes en un manuscrito bizantino del s. XII. Homilías que fueron auntentificadas por los expertos y hechas públicas.

La popularidad de Orígenes alcanzó su cumbre en estos años y su fama de intelectual brillante y máximo experto en teología se extendió por todo el Mediterráneo, tanto entre cristianos, como entre paganos. Porfirio, discípulo de Plotino, viajó a Cesarea para escuchar sus conferencias y aunque mantuvo sus desacuerdos con él, afirmó que Orígenes había estudiado en profundidad y conocía las enseñanzas de Pitágoras, Platón y Aristóteles. Además de otros muchos filósofos de la época, neopitagóricos, estoicos, etc.

Fue convocado incluso por Julia Avita, madre del emperador Alejandro Severo, tolerante con los cristianos, para hablar y discutir sobre la filosofía y doctrina cristianas. Pero el emperador fue asesinado y su sucesor Maximino el Tracio decidió cambiar la política de tolerancia con los cristianos y persiguió especialmente a sus líderes. Orígenes tuvo entonces que esconderse en casa de una fiel seguidora cristiana hasta la muerte de Maximino. Tras lo cual volvió a fundar una nueva escuela.

Entre los años 238 y 250 d. de C. Orígenes continuó viajando y visitó, entre otras ciudades, Atenas y después Roma o quizás Antioquía donde conoció a Plotino que era unos dieciocho o diecinueve años más joven que él. Y en aquellos años participó en sonadas discusiones y en debates que han pasado a la historia.

En el año 249 comenzó a extenderse por el imperio la peste. El emperador Decio acusó a los cristianos de este hecho por negarse a adorarlo como un dios y decretó nuevamente una persecución contra ellos. En esta ocasión Orígenes no escapó. Fue encarcelado y torturado. Pero se dio orden de que no fuera asesinado mientras no renunciara públicamente a su fe. Sin embargo, Orígenes no renunció. Finalmente, Decio murió en batalla y Orígenes fue liberado. Pero tras dos años en prisión su salud se había deteriorado tan gravemente que murió meses más tarde a la edad de sesenta y nueve años en el 254 o 255 de nuestra era. Se dice que fue enterrado en Tiro, pero no se sabe con seguridad.

Teodoro,  uno de los discípulos de Orígenes, en su “Panegírico”, nos hace un relato de primera mano, sobre cómo era escuchar una de las conferencias de Orígenes en Cesarea, y sus palabras no necesitan más comentario:

Era como una chispa que cayó en lo más profundo de nuestra alma, prendiéndole fuego, haciéndola estallar en llamas dentro de nosotros. Era, al mismo tiempo, un amor por la Santa Palabra, el objeto más bello de todo eso, que por su inefable belleza atrae todas las cosas hacia sí misma con una fuerza irresistible, y también era amor por este hombre, amigo y defensor de la Santa Palabra. Por lo tanto, me persuadió para que abandonara todas las demás metas […] Solo tenía un objeto restante que valoraba y anhelaba: la filosofía y ese hombre divino que era mi maestro en filosofía.”

Orígenes y su forma de entender lo Divino

Orígenes, hoy día es considerados por los estudiosos en general como parte de la llamada Escuela de Alejandría junto con Panteno y Clemente que lo precedieron y de los cuales aprendió.

Orígenes fue el primero en concebir un sistema completo del cristianismo, integrando las teorías platónicas. Y es considerado como el primer gran teólogo cristiano.

El pensamiento que surgió de ellos en este momento histórico concreto y ha sido, según historiadores, filósofos y teólogos, un modelo de integración  de las diferentes culturas de la época que se influían mutuamente, se ha dicho que el cristianismo de aquellos años dialoga con el helenismo (platonismo, estoicismo), el judaísmo (con su falta de dogmas y sus discusiones entre maestros rabinos con Filón a la cabeza) y hasta con el gnosticismo, con el que es más crítico pero del que adopta sus aciertos. El intercambio y debate de ideas era constante. Esto fue posible por el espíritu tolerante y el particular mestizaje cultural que se daba en la ciudad de Alejandría, que no sólo permitía, sino que potenciaba el diálogo entre los diferentes ámbitos del saber.

Hubo multitud de maestros y escuelas privadas de todas las tendencias. Incluso he llegado a encontrar en alguna tesis doctoral que en este momento “Enseña el que quiere y como quiere” disfrutando así de una libertad que no fue posible en otros momentos o en otras ciudades. El control de la Iglesia fue inexistente, al principio, y posteriormente muy progresivo, iniciándose con el establecimiento de escuelas “oficiales” pero que convivían con las “heterodoxas”. La Iglesia, en sus comienzos, ni favorecía, ni condenaba estas otras escuelas. Después, a partir del siglo III sobre todo, fue cuando la Iglesia empezó a ver una amenaza a la unidad y desarrollo del cristianismo, en la multitud de ideas y movimientos diferentes que iban surgiendo de esas escuelas y comenzó a ejercer un control más exhaustivo sobre ellas, usando la excomunión como herramienta.

Pero en la época de Orígenes, mientras no se alterara el orden público, y exceptuando los periodos de persecución a los cristianos por parte de Roma, estaban permitidas las escuelas de filosofía de todas las tendencias tanto por parte de las autoridades políticas como por parte de la incipiente Iglesia cristiana. En ellas tenían cabida todos los credos y todos los niveles, los no creyentes, los indecisos o principiantes y los que ya tenían un amplio conocimiento del cristianismo y querían profundizar.

Las primeras escuelas en los años de Clemente, no es lo que posteriormente conocemos como escuela catequética, al principio era más bien un ciclo de conferencias que se prolongaban por mucho tiempo sobre temas filosóficos, culturales y problemas de actualidad. Su entrada estaba abierta a todos, aunque por circunstancias evidentes predominaban las personas pudientes y más cultas, intelectuales y miembros del estamento superior. A pesar de que su orientación cristiana era evidente, su objetivo no consistía en el bautismo, sino en la presentación del ideal de vida cristiano.

Posteriormente ya en tiempos de Orígenes sus escuelas tuvieron un programa escolar más organizado. Se comenzaba el proceso educativo con los estudios de dialéctica, que comprendía la lógica y la crítica, con la finalidad de distinguir lo verdadero de lo falso, definiendo correctamente los asuntos a tratar. Más adelante se estudiaban las ciencias naturales, la fisiología, que comprendía la geometría y la astronomía. Se pasaba entonces a los estudios superiores: filosofía, en su doble dimensión, de búsqueda de la verdad y de manera excelsa de vivir, etapa considerada por el propio Orígenes como fundamental ya que la filosofía se convertía en práctica. Las partes de la filosofía eran dos: la moral especulativa (ética) y la ciencia de Dios (teodicea) Y se leían a todos los autores paganos, poetas y filósofos, indistintamente para sacar de ellos los fragmentos de verdad, belleza o bien que pudieran contener. Por último, se encontraba el estudio de la Sagrada Escritura, que necesitaba ser bien interpretada pues a veces era oscura y enigmática. Ya que puede leerse en sentido literal, pero tiene también un sentido alegórico y un sentido espiritual. Siendo los diferentes niveles de interpretación un influjo del judaísmo.

Se unían así filosofía y doctrina.

Orígenes escribió numerosos “Escolios”, que son explicaciones de pasajes difíciles de las Escrituras. Multitud de “Homilías”, con extensas disertaciones sobre algún capítulo concreto. Y sobre todo “Comentarios”, sus obras más extensas. También se han conservado algunas “Cartas”. A través de ellas conocemos su pensamiento. El impresionante conocimiento que tenía, su memoria, la capacidad de relación…

Consideraba que “lo griego” no era contrario al cristianismo. No compartía las creencias religiosas concretas, pero sí su cultura, en la que había nacido y de la que se había alimentado. Y aprovechó el espíritu científico griego de investigación en sus trabajos. Hasta el punto que alguno de sus estudiosos ha llegado a decir que “platonizó el cristianismo”.  

Abogó por el pacifismo, defendió el libre albedrío. Fue un universalista y defendió la posibilidad de la salvación de todas las almas. Se discute si creía en la reencarnación. Sí creía en la preexistencia de las almas antes de nacer.

Defendió que la Iglesia era una realidad espiritual más que una jerarquía oficial.

En 178, Celso había escrito una polémica titulada Sobre la palabra verdadera, en la que había presentado numerosos argumentos contra el cristianismo. La Iglesia había respondido ignorando los ataques de Celso, pero la obra llamó la atención de Ambrosio, mecenas de Orígenes. Orígenes inicialmente quería ignorar a Celso y dejar que sus ataques se desvanecieran, pero una de las principales afirmaciones de Celso, no muy considerada con el cristianismo, que sostenía que ningún filósofo respetuoso de la tradición platónica sería tan estúpido como para convertirse en cristiano, lo provocó a escribir una refutación. Que fue llamada “Contra Celso”. Antes de esa obra el cristianismo era considerado una religión popular más para analfabetos y personas sin educación que otra cosa. Orígenes cambió esto.

Justo en esta obra Orígenes muestra un pacifismo ardiente y afirma que participar en guerras es contrario al espíritu de Cristo.  Y sostuvo que, si todos fueran pacíficos y amorosos, entonces no habría guerras y el Imperio no necesitaría un ejército.

Notó que las contradicciones de los Evangelios en lo que se refiere a la vida de Cristo eran irreconciliables. Pero creía que estas contradicciones sólo estaban en el nivel literal pero no socavaban los significados espirituales de los mismos.

Su alta inteligencia y su tendencia a interpretar le hicieron defender tesis polémicas, que se salían de la ortodoxia que se iba formando. Y a medida que iban pasando los siglos muchas de sus ideas fueron duramente criticadas, incluso consideradas heréticas por una Iglesia ya muy diferente. En el año 400, Teófilo convocó a un concilio en Alejandría, que condenó a Orígenes y a todos sus seguidores como herejes por haber enseñado que Dios era incorpóreo. En el año 543 y en el 553 fue acusado nuevamente de hereje. Y el emperador Justiniano ordenó que se quemaran todos los escritos de Orígenes unos trescientos años después de su muerte. Y los prohibió categóricamente. Es por este motivo que sólo una parte ha sobrevivido hasta nuestros días. Fueron tan numerosos que muchos de sus textos siguen todavía en latín o griego y no se han traducido hasta la fecha. A pesar de estas condenas siguió siendo estudiado y reverenciado durante el primer milenio como una figura central de la teología cristiana.

El debate sobre Orígenes continuó a lo largo de los siglos y ya en el Renacimiento Pico de la Mirándola lo avivó nuevamente diciendo de él que «es más razonable creer que Orígenes era inocente de lo que fue condenado». Erasmo de Róterdam dijo de él que era el más grande de todos los autores cristianos. Y tradujo y publicó la edición más completa de sus escritos.

Lutero nuevamente lo condenó y prohibió sus escritos. Y así hasta nuestros días en que recientemente el papa Benedicto XVI rescató su memoria expresando admiración por Orígenes, describiéndolo en un sermón como «una figura crucial para el desarrollo integral del pensamiento cristiano», «un verdadero maestro», y «no solo un brillante teólogo sino también un testigo ejemplar de la doctrina que transmitió».

Me parecen profundas las palabras de Fernando Rivas Rebaque y con ellas quiero terminar ya que describe la misma búsqueda espiritual de la Verdad, y de lo Absoluto, de tantas otras tradiciones religiosas o filosóficas, esta vez desde un punto de vista cristiano:

En Orígenes y en general en la “escuela alejandrina la Teología se ve fundamentalmente como búsqueda procesual e integradora del Misterio, un viaje hacia Dios, como el ascenso a un Monte o el descenso a las profundidades del Misterio, o quizá como un itinerario íntimo hacia el centro del propio Castillo interior.

Desde esta perspectiva, los creyentes, peregrinos hacia el Absoluto, pasan a ser considerados en función de su situación en el camino: incipientes, proficientes y perfecti, que vienen a designar las diferentes etapas del recorrido cristiano: purgativa, iluminativa y unitiva. La experiencia de Dios parece consistir en un avance gradual en el que la primera fase es la ‘vida moral’, que conduce a la ‘vida espiritual’; ésta, a su vez, constaría de dos etapas, la ‘ascética’, en la que el alma se entrega a un intenso esfuerzo personal por dirigirse hacia su objetivo último, y la ‘etapa mística’, en la que la atracción final del objetivo final es tan arrolladora que reduce prácticamente a riada la fuerza ·gravitatoria de la ascesis. Así el Camino, una vez emprendido, deja de ser el centro de atención y el Fin va a acaparar toda la atención.”

Platónicos, judíos, cristianos… Ojalá que algún día sepamos atender más a lo que nos une, que a lo que nos separa. Porque en esencia todas las tradiciones describen un camino de búsqueda muy similar.