[:fr]Tania Zaldívar (Honduras)
Teotihuacan fue una de las ciudades más importantes del territorio Mesoamericano. Su nombre es de origen náhuatl: Teōtihuácān “lugar donde los hombres se convierten en dioses”, o “lugar donde fueron hechos dioses; ciudad de los dioses”. Los primeros asentamientos son datados hacia el año 100 a.C., y las primeras construcciones urbanas entre el 100-150 d.C. Su apogeo se dio entre el 200 y el 400 d.C., y su ocaso hacia los años 650-700 d.C. Su influencia fue tal que abarcó desde los alrededores del valle de México hasta el actual territorio de los países de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Diversas investigaciones han hablado de manera abundante sobre el espacio urbano de Teotihuacán, ya que este refleja una organización simbólica que representa una imagen arquetípica del cosmos; la traza urbana, así como cada edificio comprendido dentro de un complejo de más de 20 km2, fueron construidos con la intención de representar el orden del cosmos.
Los edificios más emblemáticos son las pirámides del Sol y de la Luna; sin embargo, las primeras edificaciones de Teotihuacán fueron el templo de Quetzalcóatl y la Ciudadela. Esta última comprende una extensión de 160.000 m2, y está rodeada por una plataforma cuadrangular con 15 basamentos piramidales; en el centro de la Gran Plaza se levanta el Templo de Quetzalcóatl.
En 2003 se descubrió que el sistema de drenaje de la ciudadela había sido clausurado con al menos 50 osamentas de individuos que fueron sacrificados, decapitados y desmembrados en una ofrenda de clausura. Lo anterior ocasiona que este complejo arquitectónico se inunde durante el periodo de lluvias formando un espejo de agua de donde surge el templo de Quetzalcóatl. De acuerdo al mito mesoamericano fundacional, en el inicio del tiempo todo era obscuro y silencioso, el cielo y el agua estaban fusionados, entonces la pareja creadora unió sus fuerzas e hizo emerger del mar primigenio la Montaña Sagrada. En ese momento se inicia la cuenta de los años.
Así, el templo de Quetzalcóatl es la representación física de la Montaña Sagrada, y esta idea se acentúa por distintos descubrimientos como el hallazgo de lo que se ha denominado “El inframundo teotihuacano” debajo del mismo templo; este es considerado uno de los 10 más importantes del mundo y consta de un túnel de 103 metros de longitud y 3 metros de altura, ubicado a 15 metros bajo la superficie, y que desemboca en tres cámaras debajo del centro de la pirámide.
El túnel es una metáfora del inframundo. Este posee su propia geografía sagrada: la entrada principal está al oeste, que es por donde el sol desciende o muere; al interior del túnel los teotihuacanos colocaron en el techo polvo de mineral metálico con pirita y hematita para representar el firmamento; reprodujeron montañas, ríos y lagos que se conectan al mar primigenio; al este, por donde nace el sol, el túnel desemboca en tres cámaras que en conjunto forman una cruz o quincunce, símbolo que representa el movimiento, los cuatro rumbos, el equilibrio y de cuyo interior surge un quinto elemento unificador, la quinta dirección Quetzal-Coatl, en este caso el Eje del Cosmos o el axis mundi.
En la cosmovisión mesoamericana el mundo es dual y coexiste en una oposición binaria de elementos complementarios, presentes en todas las cosas en distintas proporciones; así tenemos los opuestos femenino-masculino, día-noche, sol-luna, vida-muerte. Esta dualidad se ve representada en el malinalli; figura de dos cuerdas en torzal, una cuerda es un chorro de agua ascendente, la otra hecha de fuego que desciende del cielo; juntas simbolizan la guerra, y ésta -a su vez- el dinamismo del cosmos, el eje que conecta el inframundo con el cielo, lo visible con lo invisible.
Otra manera de representar el Eje del Cosmos es el Árbol Florido que surge del Monte Sagrado que, en palabras del historiador Alfredo López Austin, actúa como repositorio:
“En el interior del Monte Sagrado se guardan todas las riquezas: el agua brota de él… ya como corrientes subterráneas que dan origen a manantiales, arroyos, ríos o que desembocan para formar el mar. La gran cavidad es el paraíso del señor de la lluvia donde se encuentran siempre verdes las plantas de todas las especies. Son semillas-corazones, entes germinales listos para salir al mundo”(( López, 2015: 48.)).
No sorprende que en el interior del túnel se encontraran 15.000 semillas de diferentes plantas y flores de calabaza, y mucho menos que sea precisamente debajo del Templo de Quetzalcóatl, debido a que es él quien ofrece el grano de maíz a los humanos. De acuerdo a la Leyenda de los Soles, escrita en 1558, los hombres no tenían que comer, por lo que Quetzalcóatl convertido en hormiga acude al Tonacatépetl o Montaña de los Mantenimientos, donde el maíz era escondido por los tlaloques, ayudantes de Tláloc, el dios de la lluvia ((Matos, 2018: 32)).
El binomio Quetzalcóatl en su forma Ehécatl, dios del viento en conjunción con Tláloc, está aún presente en el imaginario de los pueblos originarios del centro de México; el viento prepara el camino para la llegada de los tlaloques o las primeras lluvias que harán posible la fertilidad de la tierra y el mantenimiento del género humano. Los nahuas de la zona de Teotihuacán se refieren a Tláloc como “aquél del que brotan todos los sustentos”, y en algunos grupos de la familia otopame ((Los pueblos otopames son los grandes herederos de las culturas mesoamericanas que se desarrollaron en el Altiplano Central de México y que aún mantienen sus tradiciones vivas)), hay relatos de la conjugación de la serpiente de viento que barre el camino para el dios de la lluvia.
Sergio Gómez Chávez relata en una entrevista que se tuvieron que remover más de mil toneladas de piedra y tierra del túnel clausurado hace más de mil ochocientos años; todo para encontrar cerca de setenta y cinco mil objetos de diversos materiales, entre los que sobresalen caracolas de 50 cm de longitud, piezas de jade verde de origen maya, semillas, insectos, esferas de mineral metálico, pelotas de hule, etc. Pero -sin lugar a dudas- uno de los hallazgos más importantes fue haber encontrado mercurio líquido, un metal de difícil extracción y poco común en el México Antiguo. Este se ha encontrado en pequeñas cantidades en algunos sitios mayas de Centroamérica pero nunca antes en México y no en esta proporción. Su presencia sugiere el empleo de este metal con fines rituales y simbólicos, como representación del agua sagrada ((Entrevista personal a Sergio Gómez, director del proyecto Tlalocan, como se ha denominado a la investigación del túnel bajo el Templo de Quetzalcóatl)).
Las pelotas de hule encontradas en las ofrendas dentro del conducto demuestra la hipótesis que una parte de la Gran Plaza fue usada como cancha para el Teotlachco ‘juego de pelota divino’, es decir, la escenificación del juego de pelota de manera ritual (( Hipótesis planteada por Gómez y Gassola en 2015)). Anteriormente no se habían encontrado vestigios de canchas para el juego de pelota en Teotihuacán, hecho controvertido por las distintas alusiones al mismo en los murales del sitio arqueológico. En el Popol Vuh se narra que los gemelos -tras haber molestado a los señores del inframundo- son llamados a jugar en una cancha a las afueras del inframundo donde son decapitados al igual que su padre. La cabeza de este es colocada sobre una planta, que después escupirá en la mano de una diosa, y ella dará a luz a los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, trayéndolos de vuelta al mundo terrenal, solo para buscar a su padre y enfrentarse a los señores del inframundo en un juego nuevamente. La relación muerte-vida de este relato sintetiza la idea de que el inframundo es el espacio de gestación a nueva vida.
Finalmente, en una ofrenda que precedía a las cámaras se hallaron cinco figuras antropomorfas (tres femeninas, una masculina y una más incompleta, posiblemente femenina), todas labradas en piedra verde y colocadas de pie con una gran cantidad de espejos de pirita y piezas de jade; esto ha hecho suponer a los especialistas que dichos objetos eran portados en bultos por las estatuas, debido a que recuerdan la Tira de Peregrinación contenida en el Códice Boturini ((El códice Boturini fue elaborado en el siglo XVI en escritura mexica, la temática principal es la peregrinación mexica al Centro de México)), que narra la migración de los mexicas desde la mítica ciudad de Aztlán hasta Tenochtitlán, en dónde se observa a los sacerdotes-chamanes y portadores de los dioses, en náhuatl teomamas, cargando los bultos con los objetos sagrados, que les permitían establecer el lugar propicio para el nuevo asentamiento. Aún quedan muchas interrogantes al respecto, ¿estas estatuas representaban a estos sacerdotes-guías?, ¿pueden ser los cuatro portadores colocados en las esquinas del mundo para sostener el cielo cuando el monstruo terrestre cipactli fue convertido en la tierra habitable?, o ¿simplemente son las representaciones de los antepasados del pueblo teotihuacano?
El hecho es que este descubrimiento permite constatar lo que narraban algunos escritos sobre el inframundo: contiene su propia geografía sagrada; en él se depositan las semillas-corazones destruidos por el tiempo y que esperan su turno dentro del Monte Sagrado para poder derramarse nuevamente en la superficie terrestre a través del Eje Cósmico, que es el conducto invisible que conecta el inframundo con el cielo. Así, el Templo de La Serpiente Emplumada representa la Primera Montaña, la que emerge del mar primigenio; y el juego de pelota es el espacio del sacrificio o sacro oficio, de purificación antes de la entrada de la cueva, el lugar donde por una parte descansan los restos materiales pero que a su vez son el retorno a la cueva sagrada, al centro, el equilibrio y el origen. Este es el ciclo continuo del tiempo, la eterna promesa de la vida a través de la muerte.
Bibliografía
Florescano, Enrique. Memoria mexicana, Editorial Taurus, 2001, Colombia.
Gómez, Sergio y Gassola, Julie. “Una probable cancha de juego de pelota en la Ciudadela, Teotihuacán”, en Anales de Antropología, nº 49-1, 2015, México.
Góméz, Sergio. Entrevista directa, julio 2016.
López Austin, Alfredo. Las razones del mito: La cosmovisión mesoamericana, Ediciones Era, 2015, México.
Magaloni Diana. “Pirámides representan mito prehispánico fundacional”, en ciclo de conferencias de Seis Ciudades Antiguas de Mesoamérica, Mayo 2011, México.
Matos Moctezuma, Eduardo. “Festividades practicadas del lado de Tláloc”, en Arqueología Mexicana, edición especial núm. 81, pp. 32-33. 2018, México.
Márquez Pulido. Ulises Bernardino, “El imaginario Teotihuacano: el espacio urbano como espacio simbólico, en Acta Sociológica, núm. 58, mayo-agosto 2012, México.
Morante, Rubén. “El universo mesoamericano. Conceptos integradores”, en Decatos, nº 5, 2000, México.[:es]Tania Zaldívar (Honduras)
Teotihuacan fue una de las ciudades más importantes del territorio Mesoamericano. Su nombre es de origen náhuatl: Teōtihuácān “lugar donde los hombres se convierten en dioses”, o “lugar donde fueron hechos dioses; ciudad de los dioses”. Los primeros asentamientos son datados hacia el año 100 a.C., y las primeras construcciones urbanas entre el 100-150 d.C. Su apogeo se dio entre el 200 y el 400 d.C., y su ocaso hacia los años 650-700 d.C. Su influencia fue tal que abarcó desde los alrededores del valle de México hasta el actual territorio de los países de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Diversas investigaciones han hablado de manera abundante sobre el espacio urbano de Teotihuacán, ya que este refleja una organización simbólica que representa una imagen arquetípica del cosmos; la traza urbana, así como cada edificio comprendido dentro de un complejo de más de 20 km2, fueron construidos con la intención de representar el orden del cosmos.
Los edificios más emblemáticos son las pirámides del Sol y de la Luna; sin embargo, las primeras edificaciones de Teotihuacán fueron el templo de Quetzalcóatl y la Ciudadela. Esta última comprende una extensión de 160.000 m2, y está rodeada por una plataforma cuadrangular con 15 basamentos piramidales; en el centro de la Gran Plaza se levanta el Templo de Quetzalcóatl.
En 2003 se descubrió que el sistema de drenaje de la ciudadela había sido clausurado con al menos 50 osamentas de individuos que fueron sacrificados, decapitados y desmembrados en una ofrenda de clausura. Lo anterior ocasiona que este complejo arquitectónico se inunde durante el periodo de lluvias formando un espejo de agua de donde surge el templo de Quetzalcóatl. De acuerdo al mito mesoamericano fundacional, en el inicio del tiempo todo era obscuro y silencioso, el cielo y el agua estaban fusionados, entonces la pareja creadora unió sus fuerzas e hizo emerger del mar primigenio la Montaña Sagrada. En ese momento se inicia la cuenta de los años.
Así, el templo de Quetzalcóatl es la representación física de la Montaña Sagrada, y esta idea se acentúa por distintos descubrimientos como el hallazgo de lo que se ha denominado “El inframundo teotihuacano” debajo del mismo templo; este es considerado uno de los 10 más importantes del mundo y consta de un túnel de 103 metros de longitud y 3 metros de altura, ubicado a 15 metros bajo la superficie, y que desemboca en tres cámaras debajo del centro de la pirámide.
El túnel es una metáfora del inframundo. Este posee su propia geografía sagrada: la entrada principal está al oeste, que es por donde el sol desciende o muere; al interior del túnel los teotihuacanos colocaron en el techo polvo de mineral metálico con pirita y hematita para representar el firmamento; reprodujeron montañas, ríos y lagos que se conectan al mar primigenio; al este, por donde nace el sol, el túnel desemboca en tres cámaras que en conjunto forman una cruz o quincunce, símbolo que representa el movimiento, los cuatro rumbos, el equilibrio y de cuyo interior surge un quinto elemento unificador, la quinta dirección Quetzal-Coatl, en este caso el Eje del Cosmos o el axis mundi.
En la cosmovisión mesoamericana el mundo es dual y coexiste en una oposición binaria de elementos complementarios, presentes en todas las cosas en distintas proporciones; así tenemos los opuestos femenino-masculino, día-noche, sol-luna, vida-muerte. Esta dualidad se ve representada en el malinalli; figura de dos cuerdas en torzal, una cuerda es un chorro de agua ascendente, la otra hecha de fuego que desciende del cielo; juntas simbolizan la guerra, y ésta -a su vez- el dinamismo del cosmos, el eje que conecta el inframundo con el cielo, lo visible con lo invisible.
Otra manera de representar el Eje del Cosmos es el Árbol Florido que surge del Monte Sagrado que, en palabras del historiador Alfredo López Austin, actúa como repositorio:
“En el interior del Monte Sagrado se guardan todas las riquezas: el agua brota de él… ya como corrientes subterráneas que dan origen a manantiales, arroyos, ríos o que desembocan para formar el mar. La gran cavidad es el paraíso del señor de la lluvia donde se encuentran siempre verdes las plantas de todas las especies. Son semillas-corazones, entes germinales listos para salir al mundo”(( López, 2015: 48.)).
No sorprende que en el interior del túnel se encontraran 15.000 semillas de diferentes plantas y flores de calabaza, y mucho menos que sea precisamente debajo del Templo de Quetzalcóatl, debido a que es él quien ofrece el grano de maíz a los humanos. De acuerdo a la Leyenda de los Soles, escrita en 1558, los hombres no tenían que comer, por lo que Quetzalcóatl convertido en hormiga acude al Tonacatépetl o Montaña de los Mantenimientos, donde el maíz era escondido por los tlaloques, ayudantes de Tláloc, el dios de la lluvia ((Matos, 2018: 32)).
El binomio Quetzalcóatl en su forma Ehécatl, dios del viento en conjunción con Tláloc, está aún presente en el imaginario de los pueblos originarios del centro de México; el viento prepara el camino para la llegada de los tlaloques o las primeras lluvias que harán posible la fertilidad de la tierra y el mantenimiento del género humano. Los nahuas de la zona de Teotihuacán se refieren a Tláloc como “aquél del que brotan todos los sustentos”, y en algunos grupos de la familia otopame ((Los pueblos otopames son los grandes herederos de las culturas mesoamericanas que se desarrollaron en el Altiplano Central de México y que aún mantienen sus tradiciones vivas)), hay relatos de la conjugación de la serpiente de viento que barre el camino para el dios de la lluvia.
Sergio Gómez Chávez relata en una entrevista que se tuvieron que remover más de mil toneladas de piedra y tierra del túnel clausurado hace más de mil ochocientos años; todo para encontrar cerca de setenta y cinco mil objetos de diversos materiales, entre los que sobresalen caracolas de 50 cm de longitud, piezas de jade verde de origen maya, semillas, insectos, esferas de mineral metálico, pelotas de hule, etc. Pero -sin lugar a dudas- uno de los hallazgos más importantes fue haber encontrado mercurio líquido, un metal de difícil extracción y poco común en el México Antiguo. Este se ha encontrado en pequeñas cantidades en algunos sitios mayas de Centroamérica pero nunca antes en México y no en esta proporción. Su presencia sugiere el empleo de este metal con fines rituales y simbólicos, como representación del agua sagrada ((Entrevista personal a Sergio Gómez, director del proyecto Tlalocan, como se ha denominado a la investigación del túnel bajo el Templo de Quetzalcóatl)).
Las pelotas de hule encontradas en las ofrendas dentro del conducto demuestra la hipótesis que una parte de la Gran Plaza fue usada como cancha para el Teotlachco ‘juego de pelota divino’, es decir, la escenificación del juego de pelota de manera ritual (( Hipótesis planteada por Gómez y Gassola en 2015)). Anteriormente no se habían encontrado vestigios de canchas para el juego de pelota en Teotihuacán, hecho controvertido por las distintas alusiones al mismo en los murales del sitio arqueológico. En el Popol Vuh se narra que los gemelos -tras haber molestado a los señores del inframundo- son llamados a jugar en una cancha a las afueras del inframundo donde son decapitados al igual que su padre. La cabeza de este es colocada sobre una planta, que después escupirá en la mano de una diosa, y ella dará a luz a los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, trayéndolos de vuelta al mundo terrenal, solo para buscar a su padre y enfrentarse a los señores del inframundo en un juego nuevamente. La relación muerte-vida de este relato sintetiza la idea de que el inframundo es el espacio de gestación a nueva vida.
Finalmente, en una ofrenda que precedía a las cámaras se hallaron cinco figuras antropomorfas (tres femeninas, una masculina y una más incompleta, posiblemente femenina), todas labradas en piedra verde y colocadas de pie con una gran cantidad de espejos de pirita y piezas de jade; esto ha hecho suponer a los especialistas que dichos objetos eran portados en bultos por las estatuas, debido a que recuerdan la Tira de Peregrinación contenida en el Códice Boturini ((El códice Boturini fue elaborado en el siglo XVI en escritura mexica, la temática principal es la peregrinación mexica al Centro de México)), que narra la migración de los mexicas desde la mítica ciudad de Aztlán hasta Tenochtitlán, en dónde se observa a los sacerdotes-chamanes y portadores de los dioses, en náhuatl teomamas, cargando los bultos con los objetos sagrados, que les permitían establecer el lugar propicio para el nuevo asentamiento. Aún quedan muchas interrogantes al respecto, ¿estas estatuas representaban a estos sacerdotes-guías?, ¿pueden ser los cuatro portadores colocados en las esquinas del mundo para sostener el cielo cuando el monstruo terrestre cipactli fue convertido en la tierra habitable?, o ¿simplemente son las representaciones de los antepasados del pueblo teotihuacano?
El hecho es que este descubrimiento permite constatar lo que narraban algunos escritos sobre el inframundo: contiene su propia geografía sagrada; en él se depositan las semillas-corazones destruidos por el tiempo y que esperan su turno dentro del Monte Sagrado para poder derramarse nuevamente en la superficie terrestre a través del Eje Cósmico, que es el conducto invisible que conecta el inframundo con el cielo. Así, el Templo de La Serpiente Emplumada representa la Primera Montaña, la que emerge del mar primigenio; y el juego de pelota es el espacio del sacrificio o sacro oficio, de purificación antes de la entrada de la cueva, el lugar donde por una parte descansan los restos materiales pero que a su vez son el retorno a la cueva sagrada, al centro, el equilibrio y el origen. Este es el ciclo continuo del tiempo, la eterna promesa de la vida a través de la muerte.
Bibliografía
Florescano, Enrique. Memoria mexicana, Editorial Taurus, 2001, Colombia.
Gómez, Sergio y Gassola, Julie. “Una probable cancha de juego de pelota en la Ciudadela, Teotihuacán”, en Anales de Antropología, nº 49-1, 2015, México.
Góméz, Sergio. Entrevista directa, julio 2016.
López Austin, Alfredo. Las razones del mito: La cosmovisión mesoamericana, Ediciones Era, 2015, México.
Magaloni Diana. “Pirámides representan mito prehispánico fundacional”, en ciclo de conferencias de Seis Ciudades Antiguas de Mesoamérica, Mayo 2011, México.
Matos Moctezuma, Eduardo. “Festividades practicadas del lado de Tláloc”, en Arqueología Mexicana, edición especial núm. 81, pp. 32-33. 2018, México.
Márquez Pulido. Ulises Bernardino, “El imaginario Teotihuacano: el espacio urbano como espacio simbólico, en Acta Sociológica, núm. 58, mayo-agosto 2012, México.
Morante, Rubén. “El universo mesoamericano. Conceptos integradores”, en Decatos, nº 5, 2000, México.[:en]Tania Zaldívar (Honduras)
Teotihuacan was one of the most important cities in the Mesoamerican territory. Its name is from nahuatl origin “a place where men become gods” or “a place where they were made gods; city of gods”. The first settlements are dated at about the year 100 before Christ and the first urban buildings are dated between the 100 and 150 after Christ. Its summit took place between the 200 and the 400 after Chrisr and its decline was at about the years 650-700 after Christ. Its influence was so great that it extended from the surroundings of the Valley of Mexico to the territory of Guatemala, Honduras, The Salvador and Nicaragua.
Several researches have talked about Teotihuacan urban space in abundance, since this one reflects a symbolical organization that represents an archetypical image of the Cosmos; the urban design as well as each building inside the complex, which has more than 20 km, were built with the intention of representing the order in the Cosmos.
The most emblematic buildings are the Sun and the Moon Pyramids; however, the first buildings in Teotihuacan were the Quetzalcoatl temple and the Citadel. The last one has an area of 160.000 metres and it is surrounded by a quadrangular platform with 15 pyramidal bases; in the centre of the Great Square the Quetzalcoatl is erected.
In 2003 it was discovered that the drainpipe system in the Citadel had been closed with at least 50 skeletons of people that were sacrificed, decapitated and dismembered in a enclosure offering. The previous fact causes that this architectonic complex is flooded during the rain period, making a water mirror from where the Quetzalcoatl temple appears. In accordance with the constituent Mesoamerican myth, in the beginning of time everything was dark and quiet, the sky and the water were melted, then the creator couple joined their strengths and they made come out the Sacred Mountain from the Original Sea. In that moment, the counting of years began.
So the Quetzalcoatl temple is the physical representation of the Sacred Mountain, and this idea is increased by different discoveries such as the discovery of what has been denominated “ The Teotihuacan Land of the Dead” under the temple itself; this is considered one of the 10 most important in the world and it´s composed by a tunnel of 103 metres in length and 3 metres high, that is situated 15 metres underneath and it ends in 3 rooms under the centre of the pyramid.
The tunnel is a metaphor of the Land of the Dead. This world has its own sacred geography: the main entrance is at the west that is where the sun comes down; the Teotihuacan people put a metallic mineral dust with pyrites and hematite in the ceiling of the tunnel for representing the sky; they reproduced mountains, rivers and lakes that are connected to the original sea; at the east, where the sun rises, the tunnel ends in three rooms that form a cross all together, symbol that represents the movement, the four directions, the balance and of which inside a fifth unifying element, the fifth direction Quetzal-Coalt, the earth´s axis or axis mundi comes out.
As the Mesoamerican cosmovision sees it, world is dual and it coexists in a binary opposition of complementary elements that are present at all the things in different proportions, in this way we have the opposites feminine-masculine, day-night, sun-moon, life-death. This duality can be seen represented in the malinalli; a figure of two ropes in twist, one rope is a rising waterspout, the other one is made of fire which comes down from the sky; when they are together, they symbolize the war and this one is the dynamism of the cosmos, the axis that connects the Land of the Dead with the sky, the visible with the invisible.
Another way of representing the axis of the cosmos is the Flowery Tree, which comes out from the Sacred Mountain that, according to the historian Alfredo Lopez Austin´s words, acts as a place where things can be buried:
“Inside the Sacred Mountain all the wealth is kept: the water springs up from it as underground currents that give rise to springs, streams, rivers or the ones that end to make the sea. The great cavity is the paradise of the Master of the Rain where all kinds of plants are always found green. They are seeds-hearts, germinal entities ready to come out to the world.”
It isn´t surprising that 15.000 seeds of different plants and pumpkin flowers were found inside the tunnel and far from it that it was just under the Quetzalcoatl Temple, because he is the one who offers the corn grain to human beings. In accordance with the legend of the suns, written in 1558, people haven´t got anything to eat and that is why Quetzalcoatl changed into an ant and went to the Tonacatepetl or the Mountain of Sustenance, where the corn was hidden by the tlaloques, helpers of Tlaloc, the god of rain.
The binomial Quetzalcoatl as Ehecatl, the God of Wind in conjunction with Tlaloc, is already present at the imaginary of the people coming from the centre of Mexico; the wind prepares the way for the arrival of the tlaloques or the first rains which will make possible the fertility of the earth and the keeping of the human beings. The nahuas from the area of Teotihuacan refer to Tlaloc as the one from which all the food come out and in some groups of the Otopame family there are stories about the moment in which the wind snake sweeps the way away for the God of Rain. The Otopame people are the great heirs to the mesoamerican cultures that were developed in the Mesoamerican cultures that were developed in the Mexican Central High Plateau and they still keep their traditions alive.
Sergio Gomez Chavez tells in an interview that more than 1000 tones of stones and earth had to be removed from the closed tunnel since more than 1800 years; it was found about 75.000 objects of different materials from among stand out conchs of 50 centimeters long, mayan pieces of green jade, seeds, insects, metallic mineral sphere, hule balls, etc. But without any doubt, one of the most important discoveries was having found liquid mercury, a metal of difficult extraction and not very common in the Old Mexico. This metal has been found in small quantities in some Mayan places of Central America but never before in Mexico and not in this proportion. Its presence suggests the use of this metal with ritual and symbolic aims, representing the sacred water.(( A private interview to Sergio Gomez, director of the Tlalocan project, as it has been named the research about the tunnel under the Quetzalcoatl temple)).
The hule balls found in the offerings inside the tunnel proves the hypothesis that a part of the Great Square was
used as court for the Teotlachco “the divine ball game”, that is to say, the performance of the ball game in a ritual way ((Hypothesis expounded by Gomez and Gassola in 2015)). Previously vestiges of courts for the ball game in Teotihuacan haven´t been found, a controversial fact due to the different mentions to that game in the walls of this archaeological place. In the Popol Vuh it is told that after having disturbed to the Masters of the Land of the Dead, the twin brothers are invited to play in a court at the outskirts of the Land of the Dead where they are decapitated just like their father.
The head of this one is placed over a plant and afterwards, he will spit in a goddess´ hand and she will give birth to the twins Hunahpu and Ixbalanque and she make them return from the Land of the Dead to the earthly world, just for looking for their father and face up to the Masters of the Land of the Dead in a game again. The relation death-life in this story synthesizes the idea that the Land of the Dead is the place where a new life is gestated.
Finally in an offering that went before the rooms, it were found five anthropomorph shapes (three feminine, one masculine and another one more incomplete and probably feminine) all of them made in green stone and set up with a great deal of pyrites mirrors and jade pieces; this has made the specialists suppose that these objects were carried in parcels by the statues, due to they bring to the mind the Strip of Pilgrimage that is contained in the Boturini Codex3 (that tells the migration of the mexicas from the mitic city of Aztlan to Tenochtitlan, where the priests-chamans and the carriers of the gods, called Teomanas in nahuatl, can be seen carrying the parcels with the sacred objects, that let them establish the place suitable for the new settlement. There are a lot of questions left about this topic. Did these statues represent to these priests-guides?
Can the four carriers be set up in the corners of the world for holding the sky when the terrestrial monster Cipactli was turned into the habitable earth? O Are they simply the representations of the ancestors of the Teotihuacan people?
The fact is that this discovery let verify what some documents about the Land of the Dead told: It has got its own sacred geography, here is where the seeds-hearts destroyed by the time are placed and inside the Sacred Mountain they wait for their appropriate opportunity to be spread in the land surface through the Cosmic Axis, that is the invisible channel that connects the Land of the Dead with the sky. So, the Plume Serpent Temple represents the First Mountain, the one that comes out from the original sea; and the ball game is the place for the sacrifice or sacred service, for the purification before coming into the cave, the place where the material remains rest but at the same time, it is the return to the sacred cave, to the centre, to the balance, to the origin. This is the continuous cycle of time, the eternal promise of life through the death.
Bibliographic sources
* Florescano, Enrique, Mexican Memory, Taurus Publishing House, 2001, Colombia.
* Gomez, Sergio y Gassola, Julie, “A probable court of ball game in the Citadel, Teotihuacan” in Annals in Antropology 49-1, 2015, Mexico.
* Gomez, Sergio, A live interview, July 2016. * Lopez Austin, Alfredo, “The reasons of a myth: The Mesoamerican cosmovision” Era Publications, 2015, Mexico.
* Magaloni Diana, “Pyramids represent the constituent prespanish myth” in a cycle of lectures from “Six ancient cities of Mesoamerica” May 2011, Mexico.
* Matos Moctezuma, Eduardo, “Celebrations performed near Tlaloc” Mexican Archaeology special edition number 81, pages 32-33, 2018, Mexico.
* Marquez Pulido, Ulises Bernardino,” The Teotihuacan imaginary: the urban space as a symbolic space”, Sociological Act, number 58, May-August, 2012, Mexico.
* Morante, Ruben, “The Mesoamerican universe. Integrative concepts” in Decatos number 5, 2000, Mexico.[:]