El viaje del alma en la cultura eslava

[:fr]Herminia Peña Granados

Culturas Pre Eslavas:

Los Tracios creían en la inmortalidad del alma. Encontramos también referencias a la metempsicosis y la reencarnación. Fue diferente según el pueblo o tribu. Filosóficamente hablando, partían de la idea pitagórica de “soma, sema”, es decir, que el cuerpo es una tumba (para el alma).

Los Dacios creían en la inmortalidad del alma. El culto en grutas o cavernas se relacionaban con el concepto iniciático de regreso a los orígenes y el nacimiento y, en este sentido, estuvo casi siempre vinculado a Zalmoxis. Se trataría, por una parte de la morada subterránea como cripta iniciática y por otra en sentido mas general, de las moradas de los muertos y fuente telúrica de fertilidad. Zalmoxis se retiró a una morada subterránea, regresando al mundo de los humanos al cabo de tres años. Se trata del símbolo del volver a nacer o regeneración iniciática, donde la gruta  representa la matriz oscura y fecunda de donde se sale a la luz. Esta morada subterránea estaría ubicada en el perímetro de la ciudad sagrada de la capital, aunque nunca ha podido ser encontrada.

Los Ilirios en los rituales funerarios la tumba era considerada como una casa en la que el hombre residía después de su muerte. El túmulo es la forma de sepultura mas frecuente. Al principio cada difunto tenía su propio túmulo, con el paso del tiempo se enterraron bajo un solo túmulo los integrantes de la misma familia. Cuanto más distinguida la posición del fallecido, tanto más grande es su túmulo y el número de objetos que le acompañaban en su viaje al otro mundo. Encima de la tumba se amontonaba  tierra y piedras que formaban el túmulo. Mientras tanto se rompían, ritualmente, vasos y se bailaban danzas funerarias. Los participantes comían y bebían junto al túmulo para no perder el contacto con el difunto, que así no abandonaría la tribu incluso después de muerto. Cuidarían de él y le ayudarían si fuera necesario. Cuando el cuerpo se incineraba, la pira se levantaba cerca de la futura tumba en la que se colocaban las cenizas  y los huesos, después de quemado el cuerpo. Solo más tarde, en el siglo III, se empezaron a emplear urnas.

Los Cimerios. El concepto religioso de las ceremonias de enterramiento cimerio es muy antiguo y se basa principalmente en el culto a los antepasados para proporcionarles la vida en el más allá, con este fin se hacían ofrendas funerarias y sacrificios. La disposición de las tumbas  responden a diversas formas: rectangulares, ovaladas, en criptas de madera con forma de cabaña de troncos, tumbas con tablones de madera en las cornisas y otras con troncos dispuestos en los laterales. Se encuentran en posición fetal o derechos, tumbados a lo largo sobre la espalda o sobre un lado. Prevalece la orientación de los cuerpos bien hacia el este o hacia el oeste. Con sus objetos correspondientes. En una esquina de la tumba a la altura del rostro había huesos de un carnero como comida de despedida y restos de una vasija de madera que había sido forrada de oro.

Los Tauros. Los monumentos funerarios tauros están distribuidos a lo largo de la cordillera de Crimea. Se conocen docenas de monumentos que consisten en cajas de piedra sin muros de contención. Las planchas de piedra que formaban las cajas de los tauros se colocaban en las fosas funerarias y los trozos que solapaban se eliminaban o desplazaban. Las cajas estaban colocadas formando filas con diferente orientación con la parte alargada dispuesta bien a lo largo o en perpendicular a las filas. A menudo tienen un vallado rectangular de piedras cavadas en la tierra. Los difuntos eran enterrados en posición fetal y había docenas de muertos enterrados en cada una de las cajas. Aparentemente, cada serie era el lugar de enterramiento de una gran comunidad familiar.

Los Escitas. Se utilizan túmulos funerarios. En los enterramientos reales se introducían vasijas , objetos artísticos y armas hechas de oro. Estos antiguos túmulos pertenecen al s. VI a. C.

Eslavos Meridionales

Los eslavos llamaban el mundo de los humanos, Yav (se traduce como “realidad visible”), que consideraban un mundo material, una dimensión donde los humanos existen junto con todo lo que les rodea. Cuando un hombre moría, se creía que su alma abandonaba el Yav y viajaba a un Inframundo paralelo conocido como Nav.  Entendían el viaje de sus seres queridos fallecidos al Nav, como el único destino al que podía viajar el alma de un finado, lugar donde también residían otras criaturas. Los miembros de la tribu creían que los muertos dejaban la dimensión humana sólo para retornar en el futuro. Las almas de los muertos podían encontrar su camino de regreso a la Tierra, aunque en el cuerpo de una persona diferente u ocupando el cuerpo de un descendiente o un animal. El último componente de esta imagen particular del universo era conocido como Prav. Los antiguos eslavos creían que era una dimensión ocupada por dioses. Los seres humanos sobresalientes también tenían la oportunidad de entrar en Prav, aunque para ello un mortal requeriría vivir una vida particularmente justa.

Creían en la vida después de la muerte y en la reencarnación. ¿Qué pasa cuando un hombre muere?. La cultura eslava había seguido las mismas costumbres de incinerar a sus difuntos,  donde una vez que era quemado el cuerpo, sus cenizas eran colocadas en una especies de urnas decoradas con símbolos y unos broches especiales donde también se le abría un hueco y luego de esto, esta era enterrada y sepultada con tierra protegiendo así a los vivos para que los muertos no salieran y a los muertos para que llegaran a su otra vida.  Los antiguos eslavos cremaban a sus muertos sólo al atardecer. Creían que el sol, al ponerse, viajaba al Infra-mundo, y el alma de los muertos podía seguir su rastro, llevándoles a su destino sin que tomasen un camino equivocado y se perdiesen.

La visión eslava habla de lo que queda del hombre después de la muerte, el alma del difunto. Después de la muerte, el cuerpo, la fuerza vital y la personalidad decaen y solo la parte inmortal, el alma, va al cielo. La tradición cuenta que solo el alma “vive para siempre” en el otro mundo. Creían en el viaje del alma, el ciclo que va de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. El alma del difunto tiene características personales, incluyendo un nombre que es mencionado en los rituales funerarios.

Luego de la muerte física, el alma vuela como un ave y sólo cuarenta días después llega al cielo. Se creía que el alma era infeliz y estaba incómoda mientras el cuerpo aún permaneciera completo. El cuerpo atraía al alma por su forma, y su desintegración molestaba al alma. Es por ello que los eslavos consideraban necesario destruir el cuerpo lo antes posible, para permitir al alma partir al otro mundo con celeridad.

Cuando era posible incineraban a sus difuntos. Sólo más tarde la cremación fue sustituida por el entierro. Otras tradiciones dicen que el alma es trasladada en una barca al otro mundo.Una costumbre particularmente ceremonial era incinerar el cuerpo en un barco que se dejaba ir solo, echándolo a la corriente del agua. Creían que el alma se liberaba mejor a través del fuego porque el fuego aceleraba el viaje al Cielo.  Este viaje no la exime de cruzar los puentes celestiales, por ejemplo la Vía Láctea o el Arco Iris. Los grandes dioses Vid y Perún construían barcos que llevaban a las almas, y ellos mismos las acompañan al cielo.

Las ceremonias póstumas  tuvieron mucha importancia en casi todos los pueblos eslavos. Se creía que el alma, si no recibía una ceremonia de despedida, no le sería permitido acceder al otro mundo. Sin embargo, la forma en que el alma dejaba el cuerpo también estaba relacionada con la forma de vida que se había llevado: el alma de los justos se iba rápidamente, la de los injustos con lentitud. Según la tradición popular, las almas se dividían en “puras e impuras”, lo que determinaba si el viaje sería fácil y rápido o si sería difícil y largo.

También era importante ganarse al genio de la persona, para que permitiera que el alma dejase el cuerpo. Estaba prohibido lamentar la muerte en voz alta, porque se creía que partía al alma en dos, yéndose una mitad y quedándose la otra en el cuerpo. Luego de dejar el cuerpo, el alma no iba directamente al otro mundo. Se movía por la casa y por la tumba y visitaba lugares importantes de su pasada vida.

Los antiguos eslavos creían que el mundo de los muertos estaba protegido contra el mundo de los humanos por un río místico llamado Smoródina. Esta versión menos famosa del río Estigia también formaba una frontera entre la Tierra y el Infra-mundo en el concepto eslavo del más allá.  Los antiguos eslavos creían que el río Smoródina desprendía un fuerte hedor que repugnaba a los humanos. De ahí el nombre del río, que viene de la palabra “hedor” (smrad). En lugar de Caronte, el barquero que transporta las almas de los difuntos a través del Estigia, los antiguos eslavos no tenían ayudante para guiarlos y dependían de otros medios para encontrar su camino al Infra-mundo. La única forma en que un alma podía cruzar el río era a través de un puente místico, el puente Kalínov. Los antiguos eslavos pensaban que el puente resplandecía de calor porque el “río apestoso” también ardía en llamas. Para complicar el paso de la Tierra al Infra-mundo, el puente Kalínov era el hogar de la temida bestia Chudo-Yudo.

Entre este mundo y la entrada al otro hay un período-espacio de pruebas que el alma debe atravesar. Habiéndolo pasado, el alma alcanza el más allá. En la entrada hay un puente estrecho donde la diosa del destino espera al difunto para determinar el puesto de su alma. Tras determinar si sus acciones fueron buenas o malas, el alma es dirigida al otro mundo, donde se encuentran el cielo y el infierno. Para llegar al cielo, el alma primero tiene que atravesar el infierno porque solo así se llega al paraíso. Si los buenos actos prevalecen en el alma, el puente que lo llevará a través del infierno parecerá ancho y el alma lo atravesará fácilmente. En cambio, si prevalecen las malas acciones, el puente parecerá estrecho y el alma caerá al infierno. Existe un puente que lleva del infierno al cielo y cruza el mar o el agua. El alma que cruza el puente celestial, llega al cielo y toma el lugar que le corresponde.

Como el mundo estaba gobernado por los dioses de la luz y del fuego (como el trueno), el cielo era deslumbrante, y en el medio crecía un gran árbol de luz. El cielo eslavo es un lugar de eterna primavera y de descanso  para el dios Sol. Cuando el sol termina su trabajo diario, vuelve al cielo para su descanso nocturno.

No sólo las almas de los difuntos sino también las de los no nacidos viven en el cielo, Según la vieja  religión de los eslavos meridionales, la chispa de vida del alma viene de un noble y brillante árbol azul celeste. El alma humana, que vivifica el cuerpo a través de la respiración, es de naturaleza ígnea porque es una chispa pura que saltó del hogar celeste. Al salir del cuerpo, el alma vuelve a su hogar, a su vida celeste.

Los Sármatas . Creían en la vida en el más allá, que consideraban una continuación de la vida en la tierra. -Esto queda reflejado en sus costumbres de enterramiento y en el ajuar. Al muerto se le daba todo aquello que necesitaba para viajar por el infra-mundo.
Los hombres debían ser acompañados por sus esposas y más tarde, en algunas tribus, a los jefes les debían seguir sus esclavos, que eran sacrificados en sus tumbas. Tanto la posición  del cuerpo en la fosa, la orientación hacia determinados puntos cardinales y la disposición del ajuar funerario dependían de las creencias y prácticas aceptadas entre las distintas tribus en diferentes períodos. La cremación parcial y total fue característica de algunas tribus en ciertos períodos.

Los eslavos hoy. Costumbres funerarias. Practicaban la antigua costumbre de incinerar el cuerpo de los fallecidos. En los rituales, al morir una persona, organizaron la ceremonia del funeral poniendo el cuerpo del difunto en una gran pira. Después cogieron los huesos y los guardaron de modo especial.

Pueblos ugrofinenses. El culto a los muertos. El cementerio estaba situado cerca del poblado  y tenia su nombre propio: el pueblo de los muertos.  En muchas regiones,  en la tumba se escavaba una pequeña casa, siguiendo el modelo de una real, eran obligatorias las ventanas. En las primeras épocas los muertos se enterraban en arboledas de pinos cerca del poblado. Estos lugares son sagrados.[:es]Herminia Peña Granados

Culturas Pre Eslavas:

Los Tracios creían en la inmortalidad del alma. Encontramos también referencias a la metempsicosis y la reencarnación. Fue diferente según el pueblo o tribu. Filosóficamente hablando, partían de la idea pitagórica de “soma, sema”, es decir, que el cuerpo es una tumba (para el alma).

Los Dacios creían en la inmortalidad del alma. El culto en grutas o cavernas se relacionaban con el concepto iniciático de regreso a los orígenes y el nacimiento y, en este sentido, estuvo casi siempre vinculado a Zalmoxis. Se trataría, por una parte de la morada subterránea como cripta iniciática y por otra en sentido mas general, de las moradas de los muertos y fuente telúrica de fertilidad. Zalmoxis se retiró a una morada subterránea, regresando al mundo de los humanos al cabo de tres años. Se trata del símbolo del volver a nacer o regeneración iniciática, donde la gruta  representa la matriz oscura y fecunda de donde se sale a la luz. Esta morada subterránea estaría ubicada en el perímetro de la ciudad sagrada de la capital, aunque nunca ha podido ser encontrada.

Los Ilirios en los rituales funerarios la tumba era considerada como una casa en la que el hombre residía después de su muerte. El túmulo es la forma de sepultura mas frecuente. Al principio cada difunto tenía su propio túmulo, con el paso del tiempo se enterraron bajo un solo túmulo los integrantes de la misma familia. Cuanto más distinguida la posición del fallecido, tanto más grande es su túmulo y el número de objetos que le acompañaban en su viaje al otro mundo. Encima de la tumba se amontonaba  tierra y piedras que formaban el túmulo. Mientras tanto se rompían, ritualmente, vasos y se bailaban danzas funerarias. Los participantes comían y bebían junto al túmulo para no perder el contacto con el difunto, que así no abandonaría la tribu incluso después de muerto. Cuidarían de él y le ayudarían si fuera necesario. Cuando el cuerpo se incineraba, la pira se levantaba cerca de la futura tumba en la que se colocaban las cenizas  y los huesos, después de quemado el cuerpo. Solo más tarde, en el siglo III, se empezaron a emplear urnas.

Los Cimerios. El concepto religioso de las ceremonias de enterramiento cimerio es muy antiguo y se basa principalmente en el culto a los antepasados para proporcionarles la vida en el más allá, con este fin se hacían ofrendas funerarias y sacrificios. La disposición de las tumbas  responden a diversas formas: rectangulares, ovaladas, en criptas de madera con forma de cabaña de troncos, tumbas con tablones de madera en las cornisas y otras con troncos dispuestos en los laterales. Se encuentran en posición fetal o derechos, tumbados a lo largo sobre la espalda o sobre un lado. Prevalece la orientación de los cuerpos bien hacia el este o hacia el oeste. Con sus objetos correspondientes. En una esquina de la tumba a la altura del rostro había huesos de un carnero como comida de despedida y restos de una vasija de madera que había sido forrada de oro.

Los Tauros. Los monumentos funerarios tauros están distribuidos a lo largo de la cordillera de Crimea. Se conocen docenas de monumentos que consisten en cajas de piedra sin muros de contención. Las planchas de piedra que formaban las cajas de los tauros se colocaban en las fosas funerarias y los trozos que solapaban se eliminaban o desplazaban. Las cajas estaban colocadas formando filas con diferente orientación con la parte alargada dispuesta bien a lo largo o en perpendicular a las filas. A menudo tienen un vallado rectangular de piedras cavadas en la tierra. Los difuntos eran enterrados en posición fetal y había docenas de muertos enterrados en cada una de las cajas. Aparentemente, cada serie era el lugar de enterramiento de una gran comunidad familiar.

Los Escitas. Se utilizan túmulos funerarios. En los enterramientos reales se introducían vasijas , objetos artísticos y armas hechas de oro. Estos antiguos túmulos pertenecen al s. VI a. C.

Eslavos Meridionales

Los eslavos llamaban el mundo de los humanos, Yav (se traduce como “realidad visible”), que consideraban un mundo material, una dimensión donde los humanos existen junto con todo lo que les rodea. Cuando un hombre moría, se creía que su alma abandonaba el Yav y viajaba a un Inframundo paralelo conocido como Nav.  Entendían el viaje de sus seres queridos fallecidos al Nav, como el único destino al que podía viajar el alma de un finado, lugar donde también residían otras criaturas. Los miembros de la tribu creían que los muertos dejaban la dimensión humana sólo para retornar en el futuro. Las almas de los muertos podían encontrar su camino de regreso a la Tierra, aunque en el cuerpo de una persona diferente u ocupando el cuerpo de un descendiente o un animal. El último componente de esta imagen particular del universo era conocido como Prav. Los antiguos eslavos creían que era una dimensión ocupada por dioses. Los seres humanos sobresalientes también tenían la oportunidad de entrar en Prav, aunque para ello un mortal requeriría vivir una vida particularmente justa.

Creían en la vida después de la muerte y en la reencarnación. ¿Qué pasa cuando un hombre muere?. La cultura eslava había seguido las mismas costumbres de incinerar a sus difuntos,  donde una vez que era quemado el cuerpo, sus cenizas eran colocadas en una especies de urnas decoradas con símbolos y unos broches especiales donde también se le abría un hueco y luego de esto, esta era enterrada y sepultada con tierra protegiendo así a los vivos para que los muertos no salieran y a los muertos para que llegaran a su otra vida.  Los antiguos eslavos cremaban a sus muertos sólo al atardecer. Creían que el sol, al ponerse, viajaba al Infra-mundo, y el alma de los muertos podía seguir su rastro, llevándoles a su destino sin que tomasen un camino equivocado y se perdiesen.

La visión eslava habla de lo que queda del hombre después de la muerte, el alma del difunto. Después de la muerte, el cuerpo, la fuerza vital y la personalidad decaen y solo la parte inmortal, el alma, va al cielo. La tradición cuenta que solo el alma “vive para siempre” en el otro mundo. Creían en el viaje del alma, el ciclo que va de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. El alma del difunto tiene características personales, incluyendo un nombre que es mencionado en los rituales funerarios.

Luego de la muerte física, el alma vuela como un ave y sólo cuarenta días después llega al cielo. Se creía que el alma era infeliz y estaba incómoda mientras el cuerpo aún permaneciera completo. El cuerpo atraía al alma por su forma, y su desintegración molestaba al alma. Es por ello que los eslavos consideraban necesario destruir el cuerpo lo antes posible, para permitir al alma partir al otro mundo con celeridad.

Cuando era posible incineraban a sus difuntos. Sólo más tarde la cremación fue sustituida por el entierro. Otras tradiciones dicen que el alma es trasladada en una barca al otro mundo.Una costumbre particularmente ceremonial era incinerar el cuerpo en un barco que se dejaba ir solo, echándolo a la corriente del agua. Creían que el alma se liberaba mejor a través del fuego porque el fuego aceleraba el viaje al Cielo.  Este viaje no la exime de cruzar los puentes celestiales, por ejemplo la Vía Láctea o el Arco Iris. Los grandes dioses Vid y Perún construían barcos que llevaban a las almas, y ellos mismos las acompañan al cielo.

Las ceremonias póstumas  tuvieron mucha importancia en casi todos los pueblos eslavos. Se creía que el alma, si no recibía una ceremonia de despedida, no le sería permitido acceder al otro mundo. Sin embargo, la forma en que el alma dejaba el cuerpo también estaba relacionada con la forma de vida que se había llevado: el alma de los justos se iba rápidamente, la de los injustos con lentitud. Según la tradición popular, las almas se dividían en “puras e impuras”, lo que determinaba si el viaje sería fácil y rápido o si sería difícil y largo.

También era importante ganarse al genio de la persona, para que permitiera que el alma dejase el cuerpo. Estaba prohibido lamentar la muerte en voz alta, porque se creía que partía al alma en dos, yéndose una mitad y quedándose la otra en el cuerpo. Luego de dejar el cuerpo, el alma no iba directamente al otro mundo. Se movía por la casa y por la tumba y visitaba lugares importantes de su pasada vida.

Los antiguos eslavos creían que el mundo de los muertos estaba protegido contra el mundo de los humanos por un río místico llamado Smoródina. Esta versión menos famosa del río Estigia también formaba una frontera entre la Tierra y el Infra-mundo en el concepto eslavo del más allá.  Los antiguos eslavos creían que el río Smoródina desprendía un fuerte hedor que repugnaba a los humanos. De ahí el nombre del río, que viene de la palabra “hedor” (smrad). En lugar de Caronte, el barquero que transporta las almas de los difuntos a través del Estigia, los antiguos eslavos no tenían ayudante para guiarlos y dependían de otros medios para encontrar su camino al Infra-mundo. La única forma en que un alma podía cruzar el río era a través de un puente místico, el puente Kalínov. Los antiguos eslavos pensaban que el puente resplandecía de calor porque el “río apestoso” también ardía en llamas. Para complicar el paso de la Tierra al Infra-mundo, el puente Kalínov era el hogar de la temida bestia Chudo-Yudo.

Entre este mundo y la entrada al otro hay un período-espacio de pruebas que el alma debe atravesar. Habiéndolo pasado, el alma alcanza el más allá. En la entrada hay un puente estrecho donde la diosa del destino espera al difunto para determinar el puesto de su alma. Tras determinar si sus acciones fueron buenas o malas, el alma es dirigida al otro mundo, donde se encuentran el cielo y el infierno. Para llegar al cielo, el alma primero tiene que atravesar el infierno porque solo así se llega al paraíso. Si los buenos actos prevalecen en el alma, el puente que lo llevará a través del infierno parecerá ancho y el alma lo atravesará fácilmente. En cambio, si prevalecen las malas acciones, el puente parecerá estrecho y el alma caerá al infierno. Existe un puente que lleva del infierno al cielo y cruza el mar o el agua. El alma que cruza el puente celestial, llega al cielo y toma el lugar que le corresponde.

Como el mundo estaba gobernado por los dioses de la luz y del fuego (como el trueno), el cielo era deslumbrante, y en el medio crecía un gran árbol de luz. El cielo eslavo es un lugar de eterna primavera y de descanso  para el dios Sol. Cuando el sol termina su trabajo diario, vuelve al cielo para su descanso nocturno.

No sólo las almas de los difuntos sino también las de los no nacidos viven en el cielo, Según la vieja  religión de los eslavos meridionales, la chispa de vida del alma viene de un noble y brillante árbol azul celeste. El alma humana, que vivifica el cuerpo a través de la respiración, es de naturaleza ígnea porque es una chispa pura que saltó del hogar celeste. Al salir del cuerpo, el alma vuelve a su hogar, a su vida celeste.

Los Sármatas . Creían en la vida en el más allá, que consideraban una continuación de la vida en la tierra. -Esto queda reflejado en sus costumbres de enterramiento y en el ajuar. Al muerto se le daba todo aquello que necesitaba para viajar por el infra-mundo.
Los hombres debían ser acompañados por sus esposas y más tarde, en algunas tribus, a los jefes les debían seguir sus esclavos, que eran sacrificados en sus tumbas. Tanto la posición  del cuerpo en la fosa, la orientación hacia determinados puntos cardinales y la disposición del ajuar funerario dependían de las creencias y prácticas aceptadas entre las distintas tribus en diferentes períodos. La cremación parcial y total fue característica de algunas tribus en ciertos períodos.

Los eslavos hoy. Costumbres funerarias. Practicaban la antigua costumbre de incinerar el cuerpo de los fallecidos. En los rituales, al morir una persona, organizaron la ceremonia del funeral poniendo el cuerpo del difunto en una gran pira. Después cogieron los huesos y los guardaron de modo especial.

Pueblos ugrofinenses. El culto a los muertos. El cementerio estaba situado cerca del poblado  y tenia su nombre propio: el pueblo de los muertos.  En muchas regiones,  en la tumba se escavaba una pequeña casa, siguiendo el modelo de una real, eran obligatorias las ventanas. En las primeras épocas los muertos se enterraban en arboledas de pinos cerca del poblado. Estos lugares son sagrados.

 

 

 

 [:en]Herminia Peña Granados

Culturas Pre Eslavas:

Los Tracios creían en la inmortalidad del alma. Encontramos también referencias a la metempsicosis y la reencarnación. Fue diferente según el pueblo o tribu. Filosóficamente hablando, partían de la idea pitagórica de “soma, sema”, es decir, que el cuerpo es una tumba (para el alma).

Los Dacios creían en la inmortalidad del alma. El culto en grutas o cavernas se relacionaban con el concepto iniciático de regreso a los orígenes y el nacimiento y, en este sentido, estuvo casi siempre vinculado a Zalmoxis. Se trataría, por una parte de la morada subterránea como cripta iniciática y por otra en sentido mas general, de las moradas de los muertos y fuente telúrica de fertilidad. Zalmoxis se retiró a una morada subterránea, regresando al mundo de los humanos al cabo de tres años. Se trata del símbolo del volver a nacer o regeneración iniciática, donde la gruta  representa la matriz oscura y fecunda de donde se sale a la luz. Esta morada subterránea estaría ubicada en el perímetro de la ciudad sagrada de la capital, aunque nunca ha podido ser encontrada.

Los Ilirios en los rituales funerarios la tumba era considerada como una casa en la que el hombre residía después de su muerte. El túmulo es la forma de sepultura mas frecuente. Al principio cada difunto tenía su propio túmulo, con el paso del tiempo se enterraron bajo un solo túmulo los integrantes de la misma familia. Cuanto más distinguida la posición del fallecido, tanto más grande es su túmulo y el número de objetos que le acompañaban en su viaje al otro mundo. Encima de la tumba se amontonaba  tierra y piedras que formaban el túmulo. Mientras tanto se rompían, ritualmente, vasos y se bailaban danzas funerarias. Los participantes comían y bebían junto al túmulo para no perder el contacto con el difunto, que así no abandonaría la tribu incluso después de muerto. Cuidarían de él y le ayudarían si fuera necesario. Cuando el cuerpo se incineraba, la pira se levantaba cerca de la futura tumba en la que se colocaban las cenizas  y los huesos, después de quemado el cuerpo. Solo más tarde, en el siglo III, se empezaron a emplear urnas.

Los Cimerios. El concepto religioso de las ceremonias de enterramiento cimerio es muy antiguo y se basa principalmente en el culto a los antepasados para proporcionarles la vida en el más allá, con este fin se hacían ofrendas funerarias y sacrificios. La disposición de las tumbas  responden a diversas formas: rectangulares, ovaladas, en criptas de madera con forma de cabaña de troncos, tumbas con tablones de madera en las cornisas y otras con troncos dispuestos en los laterales. Se encuentran en posición fetal o derechos, tumbados a lo largo sobre la espalda o sobre un lado. Prevalece la orientación de los cuerpos bien hacia el este o hacia el oeste. Con sus objetos correspondientes. En una esquina de la tumba a la altura del rostro había huesos de un carnero como comida de despedida y restos de una vasija de madera que había sido forrada de oro.

Los Tauros. Los monumentos funerarios tauros están distribuidos a lo largo de la cordillera de Crimea. Se conocen docenas de monumentos que consisten en cajas de piedra sin muros de contención. Las planchas de piedra que formaban las cajas de los tauros se colocaban en las fosas funerarias y los trozos que solapaban se eliminaban o desplazaban. Las cajas estaban colocadas formando filas con diferente orientación con la parte alargada dispuesta bien a lo largo o en perpendicular a las filas. A menudo tienen un vallado rectangular de piedras cavadas en la tierra. Los difuntos eran enterrados en posición fetal y había docenas de muertos enterrados en cada una de las cajas. Aparentemente, cada serie era el lugar de enterramiento de una gran comunidad familiar.

Los Escitas. Se utilizan túmulos funerarios. En los enterramientos reales se introducían vasijas , objetos artísticos y armas hechas de oro. Estos antiguos túmulos pertenecen al s. VI a. C.

Eslavos Meridionales

Los eslavos llamaban el mundo de los humanos, Yav (se traduce como “realidad visible”), que consideraban un mundo material, una dimensión donde los humanos existen junto con todo lo que les rodea. Cuando un hombre moría, se creía que su alma abandonaba el Yav y viajaba a un Inframundo paralelo conocido como Nav.  Entendían el viaje de sus seres queridos fallecidos al Nav, como el único destino al que podía viajar el alma de un finado, lugar donde también residían otras criaturas. Los miembros de la tribu creían que los muertos dejaban la dimensión humana sólo para retornar en el futuro. Las almas de los muertos podían encontrar su camino de regreso a la Tierra, aunque en el cuerpo de una persona diferente u ocupando el cuerpo de un descendiente o un animal. El último componente de esta imagen particular del universo era conocido como Prav. Los antiguos eslavos creían que era una dimensión ocupada por dioses. Los seres humanos sobresalientes también tenían la oportunidad de entrar en Prav, aunque para ello un mortal requeriría vivir una vida particularmente justa.

Creían en la vida después de la muerte y en la reencarnación. ¿Qué pasa cuando un hombre muere?. La cultura eslava había seguido las mismas costumbres de incinerar a sus difuntos,  donde una vez que era quemado el cuerpo, sus cenizas eran colocadas en una especies de urnas decoradas con símbolos y unos broches especiales donde también se le abría un hueco y luego de esto, esta era enterrada y sepultada con tierra protegiendo así a los vivos para que los muertos no salieran y a los muertos para que llegaran a su otra vida.  Los antiguos eslavos cremaban a sus muertos sólo al atardecer. Creían que el sol, al ponerse, viajaba al Infra-mundo, y el alma de los muertos podía seguir su rastro, llevándoles a su destino sin que tomasen un camino equivocado y se perdiesen.

La visión eslava habla de lo que queda del hombre después de la muerte, el alma del difunto. Después de la muerte, el cuerpo, la fuerza vital y la personalidad decaen y solo la parte inmortal, el alma, va al cielo. La tradición cuenta que solo el alma “vive para siempre” en el otro mundo. Creían en el viaje del alma, el ciclo que va de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. El alma del difunto tiene características personales, incluyendo un nombre que es mencionado en los rituales funerarios.

Luego de la muerte física, el alma vuela como un ave y sólo cuarenta días después llega al cielo. Se creía que el alma era infeliz y estaba incómoda mientras el cuerpo aún permaneciera completo. El cuerpo atraía al alma por su forma, y su desintegración molestaba al alma. Es por ello que los eslavos consideraban necesario destruir el cuerpo lo antes posible, para permitir al alma partir al otro mundo con celeridad.

Cuando era posible incineraban a sus difuntos. Sólo más tarde la cremación fue sustituida por el entierro. Otras tradiciones dicen que el alma es trasladada en una barca al otro mundo.Una costumbre particularmente ceremonial era incinerar el cuerpo en un barco que se dejaba ir solo, echándolo a la corriente del agua. Creían que el alma se liberaba mejor a través del fuego porque el fuego aceleraba el viaje al Cielo.  Este viaje no la exime de cruzar los puentes celestiales, por ejemplo la Vía Láctea o el Arco Iris. Los grandes dioses Vid y Perún construían barcos que llevaban a las almas, y ellos mismos las acompañan al cielo.

Las ceremonias póstumas  tuvieron mucha importancia en casi todos los pueblos eslavos. Se creía que el alma, si no recibía una ceremonia de despedida, no le sería permitido acceder al otro mundo. Sin embargo, la forma en que el alma dejaba el cuerpo también estaba relacionada con la forma de vida que se había llevado: el alma de los justos se iba rápidamente, la de los injustos con lentitud. Según la tradición popular, las almas se dividían en “puras e impuras”, lo que determinaba si el viaje sería fácil y rápido o si sería difícil y largo.

También era importante ganarse al genio de la persona, para que permitiera que el alma dejase el cuerpo. Estaba prohibido lamentar la muerte en voz alta, porque se creía que partía al alma en dos, yéndose una mitad y quedándose la otra en el cuerpo. Luego de dejar el cuerpo, el alma no iba directamente al otro mundo. Se movía por la casa y por la tumba y visitaba lugares importantes de su pasada vida.

Los antiguos eslavos creían que el mundo de los muertos estaba protegido contra el mundo de los humanos por un río místico llamado Smoródina. Esta versión menos famosa del río Estigia también formaba una frontera entre la Tierra y el Infra-mundo en el concepto eslavo del más allá.  Los antiguos eslavos creían que el río Smoródina desprendía un fuerte hedor que repugnaba a los humanos. De ahí el nombre del río, que viene de la palabra “hedor” (smrad). En lugar de Caronte, el barquero que transporta las almas de los difuntos a través del Estigia, los antiguos eslavos no tenían ayudante para guiarlos y dependían de otros medios para encontrar su camino al Infra-mundo. La única forma en que un alma podía cruzar el río era a través de un puente místico, el puente Kalínov. Los antiguos eslavos pensaban que el puente resplandecía de calor porque el “río apestoso” también ardía en llamas. Para complicar el paso de la Tierra al Infra-mundo, el puente Kalínov era el hogar de la temida bestia Chudo-Yudo.

Entre este mundo y la entrada al otro hay un período-espacio de pruebas que el alma debe atravesar. Habiéndolo pasado, el alma alcanza el más allá. En la entrada hay un puente estrecho donde la diosa del destino espera al difunto para determinar el puesto de su alma. Tras determinar si sus acciones fueron buenas o malas, el alma es dirigida al otro mundo, donde se encuentran el cielo y el infierno. Para llegar al cielo, el alma primero tiene que atravesar el infierno porque solo así se llega al paraíso. Si los buenos actos prevalecen en el alma, el puente que lo llevará a través del infierno parecerá ancho y el alma lo atravesará fácilmente. En cambio, si prevalecen las malas acciones, el puente parecerá estrecho y el alma caerá al infierno. Existe un puente que lleva del infierno al cielo y cruza el mar o el agua. El alma que cruza el puente celestial, llega al cielo y toma el lugar que le corresponde.

Como el mundo estaba gobernado por los dioses de la luz y del fuego (como el trueno), el cielo era deslumbrante, y en el medio crecía un gran árbol de luz. El cielo eslavo es un lugar de eterna primavera y de descanso  para el dios Sol. Cuando el sol termina su trabajo diario, vuelve al cielo para su descanso nocturno.

No sólo las almas de los difuntos sino también las de los no nacidos viven en el cielo, Según la vieja  religión de los eslavos meridionales, la chispa de vida del alma viene de un noble y brillante árbol azul celeste. El alma humana, que vivifica el cuerpo a través de la respiración, es de naturaleza ígnea porque es una chispa pura que saltó del hogar celeste. Al salir del cuerpo, el alma vuelve a su hogar, a su vida celeste.

Los Sármatas . Creían en la vida en el más allá, que consideraban una continuación de la vida en la tierra. -Esto queda reflejado en sus costumbres de enterramiento y en el ajuar. Al muerto se le daba todo aquello que necesitaba para viajar por el infra-mundo.
Los hombres debían ser acompañados por sus esposas y más tarde, en algunas tribus, a los jefes les debían seguir sus esclavos, que eran sacrificados en sus tumbas. Tanto la posición  del cuerpo en la fosa, la orientación hacia determinados puntos cardinales y la disposición del ajuar funerario dependían de las creencias y prácticas aceptadas entre las distintas tribus en diferentes períodos. La cremación parcial y total fue característica de algunas tribus en ciertos períodos.

Los eslavos hoy. Costumbres funerarias. Practicaban la antigua costumbre de incinerar el cuerpo de los fallecidos. En los rituales, al morir una persona, organizaron la ceremonia del funeral poniendo el cuerpo del difunto en una gran pira. Después cogieron los huesos y los guardaron de modo especial.

Pueblos ugrofinenses. El culto a los muertos. El cementerio estaba situado cerca del poblado  y tenia su nombre propio: el pueblo de los muertos.  En muchas regiones,  en la tumba se escavaba una pequeña casa, siguiendo el modelo de una real, eran obligatorias las ventanas. En las primeras épocas los muertos se enterraban en arboledas de pinos cerca del poblado. Estos lugares son sagrados.[:]