Centro Budista O´Sel Ling

Mercedes Manuel de Villena

Un grupo de amigos del Instituto Hermes, hicimos en el mes de marzo una excursión al Centro Budista O´Sel Ling que se encuentra ubicado en la Atalaya de Soportújar, localidad situada en el centro oeste de la Alpujarra Granadina, a 1.600 metros de altitud. Dicho centro que fue inaugurado por el propio Dalai Lama hace más de tres décadas, es un centro de meditación con un aire limpísimo. Ya en el centro admiramos a la Diosa Tara, la estupa y la rueda de las oraciones, así como al Buda de la sanación.

El propósito de este centro es difundir las enseñanzas de Buda de la Tradición Mahayana del Budismo Tibetano, es un sitio de gran belleza y serenidad, con gran variedad de árboles destacando la reliquia botánica de los bosques de roble melojo, tampoco las vistas son de despreciar: el barranco de Poqueira, los pueblos de Capileira, Bubión y Pampaneira con el Mulhacén nevado al fondo.

Después nos desplazamos al pueblo de Soportújar, pueblo típicamente alpujarreño, con sus tinaos y una característica especial que son las brujas.

Se cree que este enclave está siendo utilizado desde el neolítico, pero no hay indicios claros, sí se tiene constancia de una alquería en el siglo XIII que dependía de la Taha de Órgiva. Hasta finales del siglo XVI estuvo habitado por musulmanes.

Cuando el Rey Felipe II, en 1572, entregó el lugar a veintisiete familias cristianas traídas de varias poblaciones cristianas de Galicia, les otorgó la titularidad pública de casi todo el término municipal, que pasó a pertenecer al común de los vecinos.

En 1870  Soportújar, que contaba por entonces con 669 habitantes, era uno de los pocos pueblos en Granada que contaba con una biblioteca popular, con unos 160 volúmenes donados por el Ministerio de Fomento a petición del Director de la Escuela, D. Fernando Delgado Tobar.

Tras diversos avatares de población y despoblación debido a las emigraciones por falta de recursos, su alcalde Manuel Romero, aprovechando la tradición de “pueblo de brujas” que le atribuían a esta población, en la que abundaban las curanderas y las parteras, creó el Proyecto Embrujo, empoderando  dicha tradición y recreando una serie de lugares que se tenían por mágicos y poniéndolos en valor para hacer una atracción turística de este pueblo que lo diferencie de los municipios colindantes, organizando una serie de festejos.