La Imagen de Xolotl en El Cadejo Blanco-El Cadejo Negro, de las tradiciones locales americanas  

María Fidelina Villafranco

INTRODUCCIÓN

En la simplicidad de las costumbres, en el lenguaje común de los pueblos, en las mentes sencillas de nuestros abuelos, encontramos la riqueza de las tradiciones que nos legaron nuestros ancestros, que presintieron que el correr del tiempo apagaría el recuerdo de nuestros Dioses, ya sea por temor a la Deidad, ya sea por la falta de comprensión, por el cambio de costumbres de nuestra actual sociedad o simplemente porque para el humano es tan fácil olvidar, sobre todo, aquello que de alguna manera lo invita al trabajo personal, al conócete a Ti Mismo, al descenso a los infiernos.

Vemos así que los jóvenes de la sociedad actual en su mayoría creen que las leyendas, por un lado, y los dichos populares, por otro, son “cuentos de viejas”; aún más, algunos otros consideran que pueda ser nostalgia de un  pasado que nunca existió y que únicamente prevalece la fantasía del hombre. Sin embargo, el filósofo corre tras la búsqueda de la imagen reconocida por su alma, corre y analiza, rescata y reflexiona acerca de la interpretación del símbolo.

Y en este contexto, buscando la figura de Xolotl, la cual hemos encontrado en las raíces que nos dejan los grandes Maestros en El Salvador, Salarrué; en Guatemala, Miguel Ángel Asturias; en México, Octavio Paz; y en el diario vivir, lo encontramos en la memoria de los ancianos de las regiones cercanas: Guatemala, Honduras, Nicaragua, Méjico, República Dominicana y Colombia, escondido en las tradiciones populares del “cadejo blanco” y del “cadejo negro”.

El Mito

Dos son los Dioses que han creado la humanidad: Quetzalcoatl, el Dios Creador, benéfico, una especie de héroe que enseña a los hombres la escritura, el trabajo de los metales y el arte de cultivar, especialmente el maíz; y el negro Dios de la Guerra, destructor, el potente Tezcatlipoca, llamado “Espejo Humeante”, eternamente joven, caracterizado por ser el que “caminaba mejor y llegaba primero”, personificando el estado de vigilancia y dinamismo. Los dos Dioses combaten desde siempre, y su lucha marca el período de la historia del Universo entero en la cual la Creación refleja las alternativas del triunfo de uno o del otro. Hermano gemelo de Quetzalcoatl, era Xolotl.

Quetzalcoatl y Xolotl contra Tezcatlipoca

La leyenda de Xolotl: “…El sol no se movía, estaba clavado en el cielo. Y el Consejo de los Dioses aztecas discutía el hecho de que para lograr que el sol comenzara a surgir, y que junto a él comenzara a moverse la gran rueda de la vida de la humanidad, uno de ellos tendría que ser sacrificado… Xolotl fue el elegido. El Dios Xolotl rehusó la muerte y comenzó a huir cuando vio llegar al verdugo, y pensó ocultarse en las milpas, convirtiéndose en una  planta de maíz de dos cañas, o ajolote (Xolotl). Se sintió descubierto y corrió velozmente, ocultándose en un magueyal, donde tomó la forma de penca doble, o mejolote (metl-maguey axolotl). Pero una vez más lo encontró el verdugo y escapó nuevamente introduciéndose en el agua, donde se transformó en un pez llamado axolotl (renacuajo de 20 cm de largo, la salamandra azteca), siendo esta su última metamorfosis, pues finalmente el verdugo lo atrapó.

Vemos así que Xolotl es un dios que en primera instancia le tiene miedo a la muerte, ya que no la acepta y quiere escapar de ella mediante sus poderes de transformación, al  igual que el hombre que conoce o intuye lo que debe hacer en la vida, pero que apegado a viejos hábitos, y al deseo de confort, huye a sus capacidades de transformación, huye a ese llamado hasta que finalmente, por circunstancias para él desconocidas, inicia su propio viaje para  lograr transmutarse.

Es innegable. La misión debía ser llevada a cabo y Xolotl fue sacrificado,  o como apunta Eduard Seler: “Fue lanzado a la pira, para luego convertirse en sol, dejando ver que es él la parte oscura de Quetzalcoatl, logrando finalmente que el mundo comenzara a girar”.

Vemos el sentido del mito y nos damos cuenta que al momento de tomar contacto con la materia,  Xolotl se representa como perro y al mismo tiempo como gemelo, verdaderamente el doble de Quetzalcoatl. Y fue así como Xolotl se convirtió en el Dios de la deformidad, de las transformaciones, de los juegos de la muerte y de la resurrección, donde al final se muestra renovado y transmutado para iniciar una nueva etapa. Al ser evocado, lo reconocemos como Dios psicopómpico, ya que es guía de los muertos y sugiere el camino del sol por el mundo subterráneo, pues es él quien conduce al viaje interno, el que impulsa al descenso en las profundidades, a ansiar la totalidad desde el punto de vista humano, y quien al final recoge sus propios frutos: el saber, la experiencia y la conciencia de sí mismo.

Bajo la forma de perro, Xolotl es un ser desnudo y contrahecho, que tendremos que seguir en la búsqueda de la luz encarnada, el Fuego, que en otro plano puede simbolizar mente y espíritu. Es significativo el hecho que desde el momento de su integración, es decir, el momento en el que cae a la tierra portando en su mano una antorcha de fuego, cuando se adentra a un elemento que le es extraño, la estrella se convierta en una entidad cuyo rasgo característico es la dualidad que se manifiesta en las múltiples transformaciones a las que recurre para evitar el sacrificio, pues es al mismo tiempo el guardián del umbral, es el mediador entre el hombre interno y el hombre externo, entre el mundo celeste y el mundo terrestre.

Sahagún nos dice que el perro es signo de fuego y el jeroglífico que lo representa precisa que este fuego es de origen celeste, es decir, marca sin lugar a dudas la asociación con materia-fuego celeste, y es acorde a su comportamiento que nos inducirá a reconocer la supuesta influencia que tiene sobre la tierra. Al hablar de materia podríamos decir que desde su origen está sujeto a la muerte, a la descomposición, a los desprendimientos, a las pérdidas de lo que se deja atrás, al enfrentamiento crucial que le llevará a la muerte de su propia personalidad.

Debemos reconocer también que Xolotl, en su esencia, es móvil, pues su misión exclusivamente es la de llevar la chispa, de la que es portador, al otro extremo del mundo. Observamos, entonces, que la característica principal de Xolotl es el movimiento, ya que se encuentra asociado a la idea del movimiento y de la vida, de acuerdo con la leyenda del Quinto Sol; además, está estrechamente ligado al jeroglífico que corresponde al Regente del 17° día, Olín, Movimiento.

En la experiencia terrestre, el doble del Sol es el jaguar, bajo el aspecto del cual se supone que recorre los espacios y Xolotl está representado cayendo del cielo. De esto: perro y tigre presentan el mismo valor simbólico.

El mito nos narra el trayecto del Sol por la materia y el submundo de los infiernos (el hades), donde se encuentra un tigre que junto al perro Xolotl, combaten las tinieblas, las potencias destructoras que gobiernan el mundo de los hombres, y que luchan contra la luz. Sin embargo, estos dos guerreros obtendrán la victoria al cumplir a cabalidad la dura prueba de proteger la luz para que luego pueda coronarse Quetzalcoatl como Señor de la Aurora, la promesa del Sol que será protegido por sus guerreros, y ser reconocido como el pregonero de la luz del Sol, la promesa del amanecer, y en un determinado momento, el integrarse en uno: Quetzalcoatl-Xolotl.

Al convertirse en héroes, por salvaguardar la divina luz del Sol, para poder mantenerla para los hombres, se puede observar el aparecimiento de dos clases de guerreros: El guerrero “Otomitl” (tigre), que manifiesta las características de este animal, como son el movimiento sigiloso y constante, su fuerza física y su belleza, la vista que penetra la noche y la gran facilidad para el acecho. Ninguna criatura, mejor que el tigre, podría representar el movimiento, la fuerza invencible y la obstinación que el hombre cree necesarios para proteger la chispa de la que se sabe portador. El otro guerrero es el “Cauhtli” (águila), que es el símbolo del Sol, y tiene relación con el “Quincunce”, o Quinto Sol (representación del Dios de la guerra), signo de Venus que emanaba del pecho de Xolotl, representando el centro establecido por Quetzalcoatl que representa los cuatro centros fundamentales unificados por uno central, siendo este el reencuentro unificador que anula los contrarios.

Las Pruebas

Es necesario relatar las adversidades e indicar que la obra que lleva a cabo Xolotl es nocturna y que ésta se realiza en  varias etapas:

El peregrinaje: que incluye la tarea de llevar la luz a un resguardo seguro, luego de haber reconocido lo propio (su misión), y ante todo, el reconocimiento de sus propias habilidades, de sus propias limitaciones, que lo transforman y lo obligan a combatir contra las potencias destructoras que prevalecen sobre el mundo de los mortales, las cuales necesariamente tendrá que atravesar.

La lucha contra la materia: que ignora la realidad luminosa que encarnan el perro y el tigre. Por otro lado, la vía terrestre que conduce a la patria de los astros se abre, en determinado momento, en abismos que carecen de puente, lo que los obliga a realizar un descenso, lo que les induce a elegir y diferenciar lo terrestre y lo divino, ya que si el valor no flaquea ante esas pruebas, si logran mantener la vista en la tarea, si logran mantener un ritmo de trabajo constante, si la vigilancia es encarnada minuto a minuto, si no pierden de vista su objetivo, si se consideran  parte de una cadena de vida, si a pesar de la caídas constantes se levantan con nuevas fuerzas, la carga será depositada sana y salva en el cielo de la aurora.

Ante lo anterior, nos damos cuenta que en esta proeza se manifiestan cuatro movimientos: la marcha a partir de la caída, como elemento primordial para lograr el despertar del alma; el combate con las fuerzas enemigas, que serán tan variadas como días tiene la vida, y que siempre estarán dispuestas a hacer caer al más valiente; el descenso a los infiernos, la angustia terrible, el miedo a lo desconocido, el desconocimiento de lo ancestral; y la liberación final, la victoria.

Su Función en el mundo de los hombres

Xolotl, luego de llevar a cabo su descenso a los infiernos bajo el aspecto de perro, se encarga de conducir las almas de los difuntos a través de los senderos del bajo mundo que solo él conoce, ya que únicamente él ha podido regresar de allí y es, en todo caso, el único con la capacidad de mostrarlos.

Xolotl está representado como el penitente por excelencia, el que lleva a cabalidad su viaje y esto nos induce a pensar que está concebido como imagen del Ser, aquel que acepta recorrer el mundo, llevar a cabo su viaje a pesar de todo.

Observamos que de las dos entidades, perro y tigre, que viven las mismas experiencias, es Xolotl el encargado exclusivo de bajar a los infiernos para llevar a cabo la entrega de la partícula luminosa.

Xolotl y sus Múltiples Relaciones

Con Anubis, en Egipto, se le representa bajo la forma de chacal y en algunas ocasiones como perro o lobo, mensajero entre lo celeste y el infierno. Se le asocia a Osiris cuando viaja a la conquista del mundo, guía a las almas al mundo subterráneo del reino de los muertos.

Con el Can Cerbero, en Grecia, representado como un perro con tres cabezas, el guardián de los dominios del Hades, donde han de llegar los muertos en la barca de Caronte después de cruzar la laguna Estigia.

Con Gilgamesh, en el momento en que el héroe desciende al fondo de los infiernos para poder rescatar a su amigo Enkindu y debe encaminarse al lugar donde cae el Sol; tiene que cruzar enormes océanos y debe vencer a gran cantidad de enemigos; debe vencer a una pareja de escorpiones, símbolo de la muerte de la personalidad, de la desintegración, para poder renovarse y salir triunfante.

Con Hefesto, un Dios deforme, de pecho velludo y piernas delgadas y torcidas que conoce las artes del fuego y de los metales, proporciona diversos objetos tanto a Dioses como a héroes para que puedan llevar a cabo su misión.

Con Démeter-Perséfone en su estancia en el mundo oculto y misterioso, que nos indica ese viaje en el que prueba sus frutos y que, según la leyenda, quien los saborea, no puede ser el mismo que era antes; nos enseña los ciclos de la Naturaleza que muere en invierno y se renueva en primavera.

Con Prometeo, portador de la luz que es entregada a los hombres.

Xolotl  en las Tradiciones Populares Americanas

Cuentan nuestros abuelos que mucho tiempo ha, especialmente por la noche, muchos hombres regresaban a sus casas a pie o a caballo, que algunos de ellos eran tunantes, jugadores, mujeriegos, pero que otros eran esposos que regresaban a sus hogares después de una larga jornada de trabajo. Cuentan que al filo de la medianoche se aparecía un perro negro que les gruñía a los tunantes y que muchas veces hasta los volvía locos. Este era el “cadejo negro”, que le ayudaba a las almas a pasar el río de la muerte, siempre y cuando el hombre no tuviera miedo de él.

A la noche, cuando regresaban los hombres de trabajar, o en algunas ocasiones acompañados de su mujer o de sus hijos, si el lugar se mostraba solo se aparecía un perro pequeño blanco, no causaba temor, por el contrario, la gente se sentía muy segura al verlo pues él acompañaba al caminante hasta la puerta de su casa. Este, dicen, es el “cadejo blanco.”

Algunos muy ancianos, nacidos en el año 01 del siglo pasado, cuentan que “de esto les habían contado sus padres, y que era el recuerdo de un tal Xolotl, que era un Dios que tenía cuerpo de hombre y cabeza de perro, que ayudaba a los hombres buenos a pasar el río de sangre cuando la gente muere, pero que todavía vive a los alrededores de los ríos, pues le gusta mucho el agua y odia el fuego. Y que sabe Dios, porqué lo habrían castigado de esa manera… porque Dios no puede ser tan caprichoso…”

En fin, podemos decir, que en las tradiciones antiguas americanas encontramos el mensaje escondido que nuestros ancestros nos legaron, y que debemos, entonces, entrar a ese inconsciente colectivo y extraer aquello que no lleve a la interpretación del símbolo.

BIBLIOGRAFÍA

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