Aproximación al Tema del Intercambio de Símbolos Entre Hermes y Apolo El Caduceo y la Lira

Faní Goufa

“Anubis es Horus, que se disuelve dentro de aquel que es ciego” Libro de los Muertos, cap. XVII, línea 62

El Mito

El hecho al que queremos aproximarnos a través de esta monografía ocurrió durante los primeros días después de la llegada al mundo de Hermes. Así pues, comenzaremos por su nacimiento, tal y como se relata en el himno homérico a Hermes.

Nació por la mañana temprano, al mediodía ya tocaba lira y, por la tarde, robó los bueyes de Apolo. Cuando surgió del cuerpo inmortal de su madre Maya, que era una de las siete Pléyades, no permaneció durante mucho tiempo en su divina cuna, sino que se levantó y caminó -al cuarto día- para ir en busca de los bueyes de Apolo. En el camino se encontró con una tortuga y, a partir de su caparazón construyó un instrumento musical, la lira, sujetando al caparazón una caña a la que ató siete cuerdas hechas de tripa de oveja.

Consiguió separar 50 bueyes del rebaño de Apolo y los hizo caminar al revés, de manera que las huellas que dejaron indicaban la dirección contraria de aquella hacia la que en realidad se dirigían. Cerca del río Alfeo encendió por primera vez un fuego con leñas y mecha de laurel. Entonces se elevó una gran llama, y el calor se expandió a todas partes. En este fuego asó dos de los 50 bueyes y los partió en doce pedazos, uno para cada dios del Olimpo y también para sí mismo. Pero, aunque sentía gran deseo de comer la carne, no probó ni un bocado porque, en realidad, los dioses no comen la carne de los sacrificios, así que la quemó en el fuego, en recuerdo de su primer robo, y volvió rápidamente a su cuna tocando la lira. Así lo encontró Apolo cuando llegó a la cueva. Entonces, como “la leña quemada se pierde bajo las cenizas, así se escondió Hermes entre sus pañales de la mirada de Apolo” sujetando con fuerza la lira bajo su brazo.

El himno relata con todo detalle las palabras que intercambiaron hasta que, por orden de Zeus, Hermes mostró el lugar en el que había escondido las vacas y, a la vez, consoló a su hermano con los sonidos de su lira. Cantó himnos a todos los dioses, pero, sobre todo, a Mnemosine ya que, como hijo de Maya, pertenecía a su linaje. Los maravillosos sonidos llegaron al corazón de Apolo, que sintió una dulce nostalgia mientras los escuchaba con toda su alma. ¡Y entonces empezó a reír! Admiró a Hermes por su invención, y los sonidos que de ella salían le produjeron tres clases de sentimientos: deleite, amor y dulce sueño. Prometió a Hermes cualquier cosa a cambio de la lira. Hermes le regaló el instrumento y recibió de Apolo el cayado de pastor, junto con la condición misma de pastor. Apolo le regaló también una vara de oro decorada con tres hojas, también de oro, capaz de otorgar riqueza. Todavía no se habla nada con claridad en este himno sobre el caduceo con las dos serpientes enroscadas.

Lo único que Apolo no podía transferir a su hermano era el elevado arte adivinatorio. Sin embargo, sí le otorgó el don de la adivinación que poseían tres vírgenes hermanas, las Melisas del Parnaso. También le dio el dominio sobre los animales y el cargo de mensajero en el mundo subterráneo: la función psico-pómpica. Zeus, por su parte, le otorgó la función de mensajero de los dioses.((1 – Karl Kerényi. La Mitología de los griegos. Ed. Hestia, pág. 159-166)).

Este es el relato del nacimiento de Hermes, así como de su encuentro con Apolo en el que, al final, se establecen las atribuciones del dios. La vara dorada que Apolo regala a Hermes, con las tres hojas de oro, hace referencia al símbolo primitivo del caduceo con las tres cabezas de serpiente, que ya encontramos en la antigua India. H.P.B. en su Doctrina Secreta, nos refiere:

«El tronco del ASVATTHA (el árbol de la Vida y del Ser, la VARA del Caduceo) nace y desciende a cada Comienzo (a cada nuevo Manvántara) de las dos obscuras alas del Cisne (HANSA) de la Vida.

Las dos serpientes, lo eternamente vivo y su ilusión (Espíritu y Materia), cuyas dos cabezas provienen de  de la cabeza entre las alas, descienden a lo largo del tronco entrelazadas en estrecho abrazo. Las dos colas júntanse sobre la tierra (el Universo manifestado), formando una sola, y esta es la gran ilusión ¡oh, Lanú!».(( H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo II. Página 247. Buenos Aires. Editorial Kier)).

Este símbolo primitivo fue modificado por los griegos y se convirtió en una vara con asa, mientras que las dos cabezas inferiores se separaron, desfigurando su sentido original.

Relación con el Mito de Asclepios

Apolo-Sol es el primer poseedor del caduceo. Encontramos la serpiente enroscada en un tronco como símbolo del dios de la medicina, Asclepios, hijo de Apolo. Apolo también era él mismo médico. Cuando mataba, perdía su cualidad de sanador. Platón, en el Timeo, refiere cómo ayudó a Zeus en la separación del andrógino, y la forma en que Apolo cuidó y cosió la incisión que había sido creada por esta separación.

Una vieja historia(( Propertius 2.2.11)) cuenta el amor de una diosa, Brimo, que vivía en el norte de Grecia junto a un lago que pertenecía a Febe. El nombre de la diosa significa “la Terrible”, y su amante era Hermes, en la época en que el dios era venerado como un falo.

Por otra parte, encontramos también la historia del amor de Apolo con Coronis (( Hesíodo, fragmento 148)) , la cual lavaba sus pies en ese mismo lago. Sin embargo, ella no eligió a Apolo sino a Ischys, hijo de Elato, rey de Arcadia (lugar de origen de Hermes). El hijo que nació de esta unión fue considerado como hijo de Ischys, pero Apolo sabía que era suyo. Este niño era Asclepios. Coronis es referida también con otros nombres, de entre los cuales el más conocido es el de Aigle. La tradición quiere que diera a luz a Asclepios en Epidauro, donde lo amamantó una cabra y lo protegió un perro pastor. Desde entonces, el perro es también un animal sagrado de Asclepios, al igual que la serpiente.

Sobre la relación de Hermes con Asclepios, que es considerado una forma de Apolo, encontramos en la Doctrina Secreta de H.P.B. lo siguiente: “Pero, qué harán los cristianos con la Serpiente de Bronce, el “Sanador Divino” … Pues, si a los partidarios de la Iglesia Romana se les enseña que Mercurio y Esculapio o Asclepio, que son en realidad uno, son “demonios y ojos de demonios” y la varita y la serpiente del último, la “varita del Diablo”, ¿ qué es entonces la Serpiente de Bronce de Moisés? Todos los versados en la materia saben que tanto la vara pagana como la serpiente judía son una misma cosa, a saber: el Caduceo de Mercurio, hijo de Apolon-Pithon.” ((- H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo III. Página 207. Buenos Aires. Editorial Kier)).Más adelante H.P.B. cita que el nombre de Hermes, como el de Thot–Hermes, Enoch, etc., es un título genérico de muchos iniciados, los cuales están relacionados con la serpiente a causa de haber sido iluminados por dioses solares y planetarios durante la primera Raza inteligente, o sea, la Tercera. “Asclepios es el hijo del Dios-Solar Apolo, y es Mercurio…el Manu Vaivasvata, el gran Rishi, es el hijo de Vivasvat, el Sol o Surya, etc.” ((H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo III. Página 210. Buenos Aires. Editorial Kier)).El símbolo del perro que acompaña a Asclepios, pero también a Artemisa, lo encontramos en Egipto relacionado con el cinocéfalo, el mono vinculado a Thot. Es el jeroglífico del planeta Mercurio y también mercurio de los filósofos alquimistas: “Mercurio tiene que estar siempre cerca de Isis, como su ministro, pues sin Mercurio, ni Isis ni Osiris pueden llevar a cabo cosa alguna en la Gran Obra”.((H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo II. Página 94. Buenos Aires. Editorial Kier)). Y continúa diciendo que el Cinocéfalo, en cualquier lugar que sea representado junto con el caduceo, la Luna creciente o el loto, es el símbolo del mercurio “filosófico”, pero cuando se lo encuentra con una caña o un rollo de pergamino, representa a Hermes, el secretario y consejero de Isis, lo mismo que Hanuman lo es de Rama.

En consecuencia, podemos decir que Hermes y Asclepios están vinculados con el 4º Rayo. El perro, así como las demás características generales de Asclepios, nos permite relacionarlo con Plutón, el dios del mundo subterráneo, mientras que Hermes, como el Anubis de Egipto, asume el papel de mediador entre los dos mundos.

Relación con Orfeo y el Número Siete

Por otra parte, encontramos relación entre Apolo y Hermes a través de la figura de Orfeo, poseedor del Phorminx, la lira de siete cuerdas, que es el séptuple misterio de la iniciación. Cuando Hermes, recién nacido, ata siete cuerdas a la lira, señala con ello el inicio de la institución de los Misterios en su diferenciación séptuple. Por otra parte, “Thoth, con el Disco Solar de siete rayos sobre su cabeza, viaja en la Barca Solar (los 365 grados), aumentando cada cuatro días un día (año bisiesto). Finalmente, Thoth-Lunus es el Dios septenario de los siete días o la semana”.((H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo IV. Páginas 97-98. Buenos Aires. Editorial Kier)).

El número siete se relaciona con los dos dioses: Tenemos las siete estrellas de la Osa Menor y las siete de la Osa Mayor, siete estrellas conforman las Pléyades, una de las cuales es Maya, la madre de Hermes. Estas, según una versión, están representadas en la lira con las siete cuerdas de tripa de oveja. Siete son los planetas que giran alrededor del Sol y también son siete las razas humanas, que están constituidas por siete sub razas cada una y por siete ramas de civilización.

Apolo, en su versión esotérica, es el Señor del número siete. Nace el 7º día del mes y los Cisnes de Myorica nadaron siete veces alrededor de Delos cantando el suceso. Le dan siete cuerdas para su lira, que simbolizan los siete rayos del Sol y las siete fuerzas de la naturaleza. Esto es válido en el sentido astronómico.((H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo IV. Página 327. Buenos Aires. Editorial Kier)).

El número siete es también el fundamento del atributo de Hermes como dios de las encrucijadas (hermas), que se relacionan con la cruz. También encontramos en Orfeo una vinculación con la cruz, ya que es representado crucificado, exactamente igual que Cristo. La cruz es el símbolo que se encuentra escondido dentro del cubo y que se manifiesta al desarrollarse este. Se trata de seis cuadrados, pero el cuadrado central es el punto de intersección entre la dimensión vertical y la horizontal.

De esta manera, el desarrollo del cubo está relacionado con el seis exotéricamente, pero esotéricamente con el siete. El hombre sobre la cruz es la representación del Sol, crucificado por Vishvakarman. Representa la idea del nacimiento de un hombre nuevo, del renacimiento espiritual y no del físico.((H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo IV. Página 110. Buenos Aires. Editorial Kier)). En una clave aún más profunda, cosmogónica y astronómica, Hermes está relacionado con el número siete en las Estancias de Dzyan (Estancia 1, sloka 2).

«Dijo la Tierra: “Señor de la Faz Resplandeciente, mi Casa está vacía… Envía tus Hijos a poblar esta Rueda. Has enviado tus Siete Hijos al Señor de la Sabiduría. Siete veces te ve él más próximo a sí, siete veces más él te siente…».(( H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo III. Página 31. Buenos Aires. Editorial Kier)).

El Señor de la Sabiduría es Mercurio, o Budha. Él recibe siete veces más luz y calor del Sol que de la Tierra.(( H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo III. Página 42. Buenos Aires. Editorial Kier)) Más adelante, H.P.B. nos explica sobre Budha-Hermes: “…el hijo de la Luna (Soma) es Budha (Mercurio), el inteligente y el sabio, porque es el linaje de Soma, el Regente de la Luna (in)visible, no de Indo, la Luna física. Así pues, Mercurio es el hermano mayor de la Tierra, metafóricamente, su medio hermano, por decirlo así, el linaje del Espíritu, mientras que la Tierra es la progenie del Cuerpo”.((H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo III. Página 57. Buenos Aires. Editorial Kier)).

Relación a Través de la Victoria Sobre el Dragón

Por último, intentaremos relacionar a los dos dioses (Apolo y Hermes) a través de su victoria sobre el Dragón Pitón, que quería destruir al Sol–Apolo. Astronómicamente, Leto es la región polar y la noche, que dan nacimiento al Sol, a Apolo, a Febe, etc. La constelación del Dragón, que vemos actualmente en la bóveda celeste entre las dos Osas, “espera la oportunidad” al final del gran ciclo (25.868 años) para devorar a Apolo (espíritu protector de la Tierra) en medio de grandes cambios climatológicos.

Según el mito, Pitón no permitió a Leto dar a luz, es decir, no permitió al Sol aparecer hasta que ella fue a Delos (Asteria inmovilizada) y allí dio nacimiento a Apolo. “En otras palabras: Latona–Lemuria se transforma en Niobe-Atlántida, sobre la cual reina su hijo Apolo, o el Sol, con un cetro de hierro…”.(( H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo IV. Página 327.
Buenos Aires. Editorial Kier)).

Anubis, que en Egipto tiene unas características similares a las de Hermes es, asimismo, representado como matador de un dragón que tiene cabeza y cola de serpiente. Por otra parte, Tifón (o Apofis) es vencido por Horus (que está en relación con Apolo). “La Arqueología demuestra que Horus es idéntico a Anubis, cuya efigie fue descubierta sobre un monumento egipcio con una coraza y una lanza, como Miguel y San Jorge”.((- H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo III. Página 370.
Buenos Aires. Editorial Kier)).

Una vieja historia, que ha llegado hasta nosotros desde Asia Menor, cuenta que el Dragón Tifón nació después de la caída de los Titanes y que luchó contra Zeus. Zeus lo hirió, pero el Dragón, habiendo cortado los tendones de las manos y los pies del dios, lo llevó a una cueva de Kilikia que tenía el nombre de Korikio. Allí escondió los nervios de Zeus en una piel de oso y los entregó a un pequeño dragón femenino, Delfine, para que los guardase.

Hermes y Aigapán (forma de Pan) robaron los nervios y devolvieron nuevamente a Zeus sus fuerzas.((Karl Kerényi. La Mitología de los griegos. Ed. Hestia, pág. 39-40)). Tanto el nombre de la cueva (Korikio) como el nombre de Delfine, ponen en evidencia una relación entre Apolo y Hermes respecto al tema de la victoria sobre el dragón. «Cosmogónicamente, pues, todos los Dragones y Serpientes vencidos por sus “Matadores” son, en su origen, los principios turbulentos y confusos del Caos, puestos en orden por los Dioses soles o Poderes Creadores. En el Libro de los Muertos, estos principios son llamados los “Hijos de la Rebelión”».((H.P.B. (1973) Doctrina Secreta. Tomo III. Página 370. Buenos Aires. Editorial Kier)).

Interpretación

Aquí repetimos la frase con la que iniciamos esta monografía:

“Anubis es Horus, que se disuelve dentro de aquel que es ciego”.

Hermes y Apolo son los que se disolverán y unirán cuando la humanidad haya unido la Memoria (Hermes) con la Clarividencia (Apolo). Cuando ya no exista pasado, presente y futuro, porque todo será Uno. El “ciego” en este caso es Amón, el que no ve porque lo ve todo, la Luz Negra. En clave antropológica, ciego es aquel que es “ciego para el mundo”, de manera tal que puede ver en otro mundo. Por esa razón, en la Grecia antigua se consideraba que los grandes adivinos eran ciegos.

Hermes se presenta (nace) en un momento en que la humanidad necesitaba el tipo de conducción que él podía ofrecer. Hasta entonces Apolo–Sol era el Pastor de una humanidad que se encontraba en una fase infantil (hasta la separación de los sexos), antes de aquello que que H.P.B. denomina “humanidad inteligente”.

Hermes, protector de los ladrones y “ladrón” él mismo, nace en el momento en que la humanidad necesita, por una parte, canalizar la lógica y el lenguaje y, por otra parte, armonizar el sistema nervioso. En el mito que hemos referido sobre la lucha entre Zeus y Tifón, es Hermes el que volvió a unir los nervios de Zeus y, en realidad, lo resucitó. Así pues, el “momento” en el que Hermes toma el caduceo de Apolo se refiere a aquel tiempo en el que la humanidad tuvo necesidad de que se creara un sistema nervioso, que era imprescindible para canalizar correctamente la chispa mental.

Más tarde, la humanidad recibirá el fuego de Prometeo, es decir, la chispa mental, y Hermes será el constructor del puente entre el Espíritu inmortal y la personalidad mortal. Es el mensajero del espíritu y el conductor del alma en su viaje de la vida a la muerte.

Desde el punto de vista astronómico, quizá cuando “nació” Hermes la humanidad adolescente llegó a ser capaz de observar por primera vez el planeta Mercurio. Y eso es así porque Hermes da al hombre lo que de humano tiene y, de acuerdo a la misma significación de la palabra “hombre”, le hace mirar hacia el cielo. Es entonces cuando el mito nos dice que “nació” … Utiliza la tortuga como símbolo de la estabilidad, pero también de la tierra, cuando esta es capaz de reflejar el cielo.

En este cielo que entonces la humanidad observaba “con otra mirada”, estaban presentes la Osa Mayor, la constelación del Dragón, la del eterno Cazador, la de Virgo y las Pléyades. Estas constelaciones son importantes en el mito del nacimiento de Hermes y parece que están relacionadas con esta fase en la que la humanidad se estaba preparando para recibir la chispa manásica. Es en esta época en que situamos el intercambio de símbolos entre los dos dioses. Los bueyes son la imagen de los rayos del Sol, pero a la vez lo son del Sol dentro del hombre, su Espíritu o Atma. Son también el símbolo de otra Raza humana que precedió a la inteligente, en la que los hombres eran conducidos –como rebaño- por el Sol, por el pastor Apolo. Es seguro que el número de los 50 bueyes, de los cuales Hermes sacrifica dos, esconde múltiples simbolismos. Probablemente en el número 50 se esconda el número cinco, que es el que trasciende los cuatro elementos que conforman la materia y que está relacionado con la mente superior.

De acuerdo a lo que refiere el filósofo neoplatónico Porfirio, cuando comenta el fragmento de la Odisea del Antro de las Ninfas, las abejas (símbolo del alma) son también denominadas “nacidas de los bueyes”, como las almas que están por nacer. El dios “ladrón de bueyes” (referencia evidente a Hermes) se encuentra presente en ese nacimiento. Es por esta razón que a Hermes le fue otorgado el atributo de ser un dios psico-pómpico y el vínculo entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos, así como también por ello su madre fue Maya, que se refiere justamente a la que asiste en los nacimientos. Quizá también las Pléyades tuvieran este papel durante la fase de la humanidad a la que nos referimos.

El fragmento de Porfirio relata: “Las almas que están por nacer se denominan “nacidas de los bueyes” y se llama “ladrón de bueyes” al dios que escucha escondido el “nacimiento”.(( Porfirio. Sobre el Antro de las Ninfas en la Odisea, capítulo 18. Ed. Ideotheatro. Atenas, 1998, pág. 104. La traducción fue realizada por la editorial Teubner, Lipsiae 1886)). El entrecomillado que pone Porfirio a la palabra “nacimiento” indica que se refiere sobre todo al nacimiento espiritual al que asiste Hermes. Esto refuerza nuestras ya expuestas hipótesis.

Así pues, la humanidad pasa a convertirse de un rebaño de “vacas” a un enjambre de “abejas”. La abeja es uno de los símbolos más claros del alma que tiene conciencia porque tiene mente. Este es un “momento” que se relaciona con la bajada de los Manasaputras, con la instauración de los Misterios y del Pacto. El elemento más importante de este pacto es que el alma–abeja podrá, a partir de ahora, conocer la verdad y, en este proceso, Hermes será su conductor. Por esa razón es el protector de los iniciados.

El pretexto para el intercambio de los símbolos fue un “robo”, similar a aquel de Prometeo, que también está vinculado al Pacto. Hermes y Apolo asumen papeles prominentes, ayudando así a la obra de los “Hijos de la Rebelión”. No nos atrevemos a añadir otras interpretaciones a las ya expuestas, que ya conllevan una gran dosis de riesgo y que somos conscientes de que no están completas. Por esa razón pretenden ser, únicamente, una pequeña aproximación a la verdad.

Bibliografía

– H.P Blavatsky. Doctrina Secreta. Ed. Pneumatikos Helios, Atenas 1991

– Karl Kerényi. La Mitología de los griegos. Ed. Hestia

– J. C. Cooper. Diccionario de símbolos. Ed. Pirinos Kosmos, Atenas 1992

– Enciclopedia de la Mitología Universal. Ed. Ekdotiki Athinon, Atenas, 1986

– Papaditsa-Ladia. Himnos Homéricos

– Porfirio. Del Antro de las Ninfas de la Odisea.Ed. Ideotheatro, Atenas 1998