LA RELACIÓN DE HERMES CON EL LENGUAJE ESCRITO Y HABLADO

Kiriaki Kornia

Hermes es una divinidad con muchas facetas, tanto en la forma del Hermes griego como en la del Thot egipcio. De acuerdo a las tradiciones y a las mitologías de estos pueblos, él es el que dio el lenguaje a los hombres. Esta expresión del dios se ve en Egipto más claramente que en Grecia.

Hermes en Grecia

Veamos no obstante, qué se dice sobre la relación del dios con el lenguaje, comenzando por Grecia. De acuerdo a la mitología griega, Hermes era hijo de Zeus y de Maia, hija de Atlas. Se dice que lo primero que hizo Hermes, el mismo día en que nació, fue utilizar el caparazón de una tortuga para fabricar la lira. En relación a ello, se cuenta que al ver a la tortuga, Hermes dijo: “Nuestro encuentro, tortuga, es una buena señal. Mientras vives, tú preservas de los sortilegios dañinos. Pero cuando mueras, ¡te voy a hacer cantar dulcemente!”[i] Y así, comenzó a tañer la lira y a acompañarla con canciones. En este pasaje vemos por primera vez  la relación del dios con el sonido desde el principio. No olvidemos que el lenguaje hablado es primordialmente sonido.

En la mitología griega leemos sobre Hermes: “Es un erudito y un orador incomparable, un mediador eficaz y un mercader que trae beneficios, consejero de los hombres y intérprete de las cosas (la misma palabra intérprete = hermeneuta, proviene del nombre de Hermes), porque el lenguaje, cualquier tipo de discurso producido por la voz humana, se forma en contacto con el aire, es el aliento del viento, y no podría estar fuera de la competencia del dios del aire”.[ii]

Fue Hermes el que dotó de voz humana a la primera mujer que fuera modelada por los dioses y es también el que le dio el nombre de Pandora. Asimismo, se dice que forjó en su pecho mentiras y palabras falaces.

Habilidad retórica

La habilidad retórica de Hermes se hace visible en diversas ocasiones de la mitología griega:

Cuando Zeus se unió con Io en Argos, para que esta unión no fuera percibida por nadie, Hermes reunió a los habitantes de Argos y les habló de una manera tan embelesadora, que consiguió mantenerlos durante muchas horas pendientes de sus palabras.

Cuando Hades raptó a Perséfone, Hermes descendió al mundo subterráneo por orden de Zeus y consiguió convencer al soberano de los muertos para que permitiera que Perséfone regresara al mundo junto a su madre.

Cuando Heracles bajó al Hades para llevarse al Can Cerbero y vio a la Gorgona Medusa que le enfrentaba amenazadora, fue Hermes el que estuvo a su lado y le explicó no debía temer a la Gorgona Medusa y que aquello que veía no era nada más que un espectro.

Y por último, fue Hermes el que aconsejó al rey Atreo sobre cómo enfrentar a su hermano Tiestes y conseguir finalmente recuperar el trono.

En la mitología griega Hermes es muy conocido como mensajero de Zeus. En todas las oportunidades que hemos citado, así como en muchas otras, Hermes lleva las órdenes de Zeus.

En el Himno Órfico de Hermes vemos a Apolo entregando a Hermes el caduceo (símbolo de reconocimiento del mensajero oficial de los dioses) así como la misma condición de mensajero.

En la mitología griega podemos leer: “… para los pueblos antiguos, de entre todos los elementos, sólo el aire estaba a disposición exclusiva de los dioses y era su medio de comunicación”.[iii]

Se dice también que Hermes es el padre de Angelia (cuyo nombre significa anuncio, declaración).

Es célebre el mito por el cual Hermes, el primer día de su nacimiento y tras haber fabricado la primera lira con el caparazón de la tortuga, robó los bueyes de su hermano Apolo, ya que estaba hambriento. Para ello ideó un plan con el fin de no ser percibido. La astucia y la habilidad del dios son patentes desde las primeras horas de su vida. Cuando regresa a su casa y su madre le regaña, él habla de una manera tal que parece un adulto, mientras que no es sino un recién nacido.

Cuando tiene que enfrentar a Apolo y a Zeus para dar explicaciones sobre el robo, una vez más encuentra la manera de mitigar la cólera de su hermano y de calmar a su padre. Utiliza argumentos que desarman, como por ejemplo: “¿Cómo es posible que yo, que soy un recién nacido, pueda haber hecho algo así? ¿Cómo puedo robar yo?”[iv]. Y dirigiéndose a Zeus, le expresa lo mucho que lo ama y lo respeta, pues es su propio padre. Y acaba preguntándole cómo es posible que vaya a quedarse él (Zeus) indiferente, dejando a Apolo que lo destruya.

Sabe utilizar el lenguaje con tanta destreza, que se acerca a los límites del perjurio, aunque no llega a perjurar. De tal suerte, dice a Apolo: “¿Quieres que jure por la cabeza de nuestro padre de que no te he robado las vacas?”[v] Aunque finalmente no prestó tal juramento. Asimismo, jura ante Zeus que no se llevó los bueyes de Apolo a su casa y que ni siquiera traspuso el umbral de su casa. Aunque en realidad Hermes miente, sin embargo no perjura, porque es cierto que no se llevó los bueyes a su casa, sino a Pilos y, al volver a su casa, entró por el agujero de la cerradura. Pero Zeus es omnisciente. Naturalmente se da cuenta de que su pequeño hijo le miente, pero no puede enfadarse con él.

Incluso el mismo Apolo se calma. Hermes le regala la lira que tanto deseaba, a cambio de la cual consigue múltiples compensaciones. Apolo le promete que él mismo se ocupará de que sea aceptado en el Olimpo, a pesar de que su madre no sea una diosa. Esta es la compensación más importante. Le da también su cayado de pastor (y de esta manera Hermes se convierte en el protector de los pastores), el caduceo (símbolo del mensajero oficial de Zeus), la posibilidad de ejercer él mismo una forma de adivinación, de proteger a los animales y de convertirse en el conductor de los muertos.

Sin embargo, las cosas no le son ofrecidas sin más, sino que es él mismo el que las reclama. Es Hermes el que, habiendo ofrecido la lira a Apolo, le dice: “Pero ¡no lo quieras todo para ti! Ahora tienes que darme a mí algo a cambio”[vi]

Con el objeto de constatar la relación de Hermes con el lenguaje, es también importante señalar que, en su esfuerzo de calmar a Apolo, comienza a cantar sobre los dioses, sobre cómo nacieron y sobre qué honores han sido atribuidos a cada uno de ellos.

Según Zelinski, también se veneraba a Hermes por haber entregado a los hombres el don del lenguaje. A pesar de que para todos los atletas él era el símbolo de la lucha y de que las Hermas se encontraban en todos los lugares de juego, en principio eran los comerciantes y los mensajeros los que tenían más necesidad de Hermes que los luchadores. Se dice incluso que en los sacrificios se cortaba la lengua de las víctimas con el objeto de ser ofrecidas a Hermes. (La tradición de que Hermes era el símbolo de la lucha para todos los atletas proviene del hecho de que había enseñado a su hijo Arpalicos todos los trucos de la lucha, que le hicieron invencible.


CITAS

1. Mitología griega. Tomo II Editorial Athinon, pag. 165

2. Mitología griega. Tomo II Editorial Athinon, pag. 176

3. Mitología griega. Tomo II Editorial Athinon, pag. 176

4. Himnos Homéricos. Biblioteca de Hestia, Atenas 1977, pags. 69-99

5. Himnos Homéricos. Biblioteca de Hestia, Atenas 1977, pags. 69-99

6. Himnos Homéricos. Biblioteca de Hestia, Atenas 1977, pags. 69-99

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