Irene Melfi
Dentro de las investigaciones sobre Geografía Sagrada que realizan desde el año 2013, los herméticos del Instituto Hermes de Granada, España, hemos visitado el yacimiento arqueológico de Munigua, en la provincia de Sevilla. Allí se encuentra el Templo a Mercurio mejor conservado de toda la península ibérica.
Munigua cuenta con solo dos periodos de ocupación, uno pre-romano desde el S. IV a. C., y otro romano, que se extiende desde el S.I al S. VI d.C. aunque hay signos de que ha sido habitado hasta el S. VIII.
Desde las cercanías, entre las dehesas de alcornocales, ya impresiona su muralla que circunda la ciudad por tres lados y rodea el Monte Sagrado donde se ubica el municipio.
Comenzamos el recorrido por las casas y llegamos a las Termas, donde especialmente nos impresionan las policromías que aún pueden verse perfectamente, gracias a su muy buena protección. Llama la atención el sistema de conducción y calentamiento de las aguas. Por su pequeño tamaño se piensa que fue un balneario más que unas termas. Su construcción data de mitad del S.I d.C. En el frigidarium se encontró la estatua de una ninfa que puede verse en el Museo Arqueológico de Sevilla. Esto llevó a identificar las termas con un ninfeo, si fuera así, aumentaría a cinco el número de monumentos sagrados de Munigua. En las termas es donde más estatuas y fragmentos de estatuas han aparecido.
En la calle de entrada al Foro, nos conmueve el altar dedicado a Mercurio, dios del comercio. El zócalo, el pedestal existente donde estaría la figura del dios hoy inexistente, una de las dos columnas, y parte del arquitrabe y el frontón son originales. También lo es el ara votiva que se conserva in situ y donde se haya una inscripción de un liberto llamado Ferronius y otra de Lucius Fulvius Genialis, sacerdote de Augusto quienes adscriben el Templo a Mercurio. Se encuentra en perfecto estado gracias a la última reconstrucción.
Tras permanecer un tiempo en ese lugar sagrado, continuamos la visita al Foro, con sus majestuosas columnas, y el santuario a Dis Pater, divinidad de los mineros, probablemente íbera, una escultura de un caballo de bronce que no se conserva. De allí llegamos a Templo Podio, para pasar a la sima donde se halla el Santuario de Terrazas, desde donde se domina toda la ciudad. En este lugar surgieron dentro del grupo de investigadores, inspirados por el sitio, diferentes reflexiones, muy interesantes y cargadas de contenido.
Podemos decir que fue una visita “estrella” para todos los herméticos, y la queremos compartir con todos los interesados en sitios donde los seres humanos han tenido contacto con lo sagrados.