II Jornadas Arqueológicas en Cástulo

María Angustias Carrillo de Albornoz

Julio 2015
Durante los pasados días 19 a 24 de julio celebramos las II Jornadas Arqueológicas en Cástulo. Dirigidos por nuestro D.I. Fernando S. y por el D.N. Manuel R. que estuvo a cargo de todos los detalles organizativos, 24 miembros y aspirantes del Instituto, entre los que también hay que contar a unos cuantos acropolitanos interesados en conocer de cerca nuestras actividades, pudimos disfrutar de estas jornadas en Cástulo, una de las ciudades más importantes íbero-romanas de la Península Ibérica, con una ocupación ininterrumpida desde finales del III milenio hasta el s. XV.
Esta experiencia, que ya iniciamos el año pasado, constituye un hito importante en nuestra trayectoria, ya que nos está permitiendo trabajar directamente en la mayor excavación realizada en España y ya famosa en todo el mundo. Cástulo es un lugar excepcional, con todas las posibilidades para que los miembros del Instituto podamos adquirir una formación práctica y una cualificación en arqueología, una ciencia que nos ayuda a descubrir el pasado de la humanidad y que forma parte de nuestra carrera antropológica.
Durante cinco días hemos tenido la posibilidad de trabajar “in situ” en las excavaciones y, a la vez, hemos podido colaborar en el Museo Arqueológico de la cercana ciudad de Linares (Jaén), cuyas instalaciones y personal están dedicados por entero a limpiar, catalogar, restaurar, conservar y exponer los extraordinarios tesoros arqueológicos que se van encontrando en el yacimiento.

Cástulo,_Mosaico_de_los_Amores_-_Ángel_M._Felicísimo
El primer día Marcelo Castro, director de la excavación, nos estuvo guiando en una visita de reconocimiento por todo el yacimiento, haciendo una amplia explicación de todo lo que  se ha excavado hasta ahora y finalizando en el Mosaico de los Amores, la joya más preciada de Cástulo encontrada hasta ahora. No solo hay que destacar el conocimiento técnico de Marcelo, sino su gran capacidad pedagógica para entusiasmarnos a todos en esta apasionante aventura de adentrarnos en el pasado.

En los siguientes días pudimos trabajar en el yacimiento, repartiéndonos en diferentes áreas. Estuvimos en la torre cartaginesa, donde un grupo se dedicó a cavar, otro a trasladar la tierra hasta la criba y otro a cribar, separando trozos de cerámica, caracoles, huesos, cristal y metales, entre los que aparecieron algunas monedas y clavos. Otro grupo en la torre pudo perfilar las paredes y limpiar la zona en donde apareció un ánfora casi en perfecto estado, que nos produjo gran alegría.
Este plan de trabajo se repitió en las casas romanas y en las casas ibéricas, donde trabajaron otros dos equipos de los participantes en las jornadas. Por último otro equipo estuvo en la zona de lavado, actividad que consiste en utilizar agua y cepillo para limpiar los fragmentos encontrados e irlos pasando a su posterior selección, pesado y contabilizado, trabajo que se hace posteriormente en el taller del Museo de Linares.

castulo hermes

Junto con otros voluntarios venidos de muchos lugares de  mundo, y asesorados amablemente por los arqueólogos y sus  ayudantes, las horas transcurridas en el museo separando,  contando, pesando y catalogando los innumerables restos de  cerámica recogidos en la excavación, fueron realmente muy  instructivas e inolvidables para todos.
No menos importante, o quizá lo más interesante, ha sido el  cursillo impartido a los asistentes por el Director del Conjunto  Arqueológico de Cástulo, Marcelo Castro López, un  arqueólogo fuera de lo común por su humanismo, ética y  sentido pedagógico, un profesional totalmente entregado a su  trabajo de manera ejemplar, que posee una clara vocación de  servicio a la Humanidad cuando ejerce su labor abierta a todos. Nos habló con verdadera pasión de la arqueología como una ciencia dedicada no solamente, como muchos piensan, a buscar los restos perdidos de la antigüedad, tesoros que hoy aparecen como testigos mudos del pasado, y a conservarlos como patrimonio histórico-cultural de la Humanidad; él nos decía que lo que realmente le interesaba como arqueólogo era conocer a las personas que habían utilizado esos objetos, a los seres humanos que habían convivido en esos lugares y cómo lo habían hecho: cómo pensaban, cómo gestionaban sus asuntos, cómo vivían y cómo soñaban.
La arqueología -continuaba diciendo- es una ciencia, una disciplina antropológica e histórica que constituye una de nuestras principales fuentes de información para conocer la trayectoria vital de nuestros antepasados. Si la historia lo hace a través de documentos escritos y la antropología a través de informaciones orales, para la arqueología toda la información es muda. El arqueólogo tiene que imaginar, a la vista de los objetos y utensilios encontrados, de las viviendas, las instituciones y los templos, cómo era el ambiente que se respiraba en ese mundo de la antigüedad y reconstruir la totalidad reconociendo cada fragmento de ella. Esto nos va a dar una información valiosísima para conocer lo que fueron nuestros orígenes. La Humanidad ha ido construyendo su trayectoria vital y nos ha ido dejando huellas en los objetos que la arqueología se encarga de rescatar e interpretar, pudiendo también registrar, a través de la estratigrafía, las etapas temporales de nuestra historia.
La arqueología, comentaba Marcelo Castro, estudia lo que sería para un detective “el escenario del crimen” y las circunstancias que lo rodearon. Esta ciencia no sólo es útil para conocer la antigüedad lejana, sino que podría explicar también muchos acontecimientos recientes, como nuestra última guerra civil, por ejemplo, si la dejaran adentrarse en su estudio. Lo bueno del arqueólogo es que tiene la posibilidad de descubrir cualquier suceso ocurrido a través de sus detalladas y concienzudas investigaciones.
En realidad, todo lo que hoy sabemos es consecuencia de las conquistas y conocimientos adquiridos por el esfuerzo y la creatividad de nuestros antepasados. Desde saber encontrar la piedra más adecuada para obtener un filo útil para cortar, hasta fabricar el cuchillo más sofisticado, todo partió en un principio de la necesidad de agrandar nuestra capacidad manual y dental cuando nuestra única forma de cortar era con los dientes. A partir de aquellas primeras herramientas, la inteligencia y la imaginación del hombre han ido desarrollando toda clase de utensilios, máquinas e inventos de forma imparable, y la historia de este desarrollo es lo que la arqueología nos ayuda a descubrir. Esto nos va a posibilitar un conocimiento más profundo de la historia de la humanidad, cuando sepamos indagar la razón y los motivos que llevaron a los seres humanos a producir tantos objetos y obras de arte como las que hoy nos maravillan.
Realmente éstas han sido unas jornadas muy instructivas y útiles para todos. Desde aquí felicitamos a nuestro D.I. Fernando S. por su iniciativa y al D.N. Manuel Ruiz por la impecable organización, agradeciendo profundamente a los dos el habernos dado esta oportunidad y haberla compartido con nosotros.