Denny, la niña Neanderthal y Denísovan de primera generación

Irene Melfi Svetko

La cueva de Denísova lleva este nombre por un grupo humano ya extinto que habitó la zona de las montañas de Altai en Siberia ( Rusia), hace unos 90.000 años. Esta cueva fue motivo de un hallazgo en 2008, que sigue marcando los pasos de la evolución humana (son los restos nombrados como mujer X, y con nombre de catálogo Denísova 3).  Cuando  investigadores rusos descubrieron una pequeña astilla de hueso humano, pensaron que sería de un Neanderthal, los habitantes que ellos pensaban que eran los más frecuentes en la cueva en esa época. Ese hueso fue hallado en un estrato datado entre 50.000 a 30.000 años a. C.  En esa misma capa en la que apareció el hueso, también se encontraron distintos elementos y herramientas. El análisis del mtDNA (mitocondrial) indica la existencia de un ancestro común entre el homínido de Denísova, el Homo sapiens y el Homo Neanderthal.

El equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), bajo la dirección del biólogo especialista en paleología y genética Svante Pääbo, nacido en Estocolmo en 1955, continuó el estudio y realizó el análisis del genoma de aquella astilla a la que luego le pondrían por nombre Denny.

Si bien los científicos ya sabían que Denísovanos y Neanderthales se habían mezclado entre sí, por una evidencia obtenida con el estudio del ADN de un espécimen de Homo Sapiens, cuyo antepasado neanderthal se detectó dentro de 4 a 6 generaciones anteriores, lo cierto es que hasta el momento no se habían encontrado restos de la descendencia de primera generación de una pareja Neanderthal-Denísovan.

La paciencia del equipo de S. Pääbo que, durante muchos años, buscó entre más de 2.000 trozos de huesos sin identificar signos de proteínas humanas, tuvo respuesta: encontraron aquella astilla de hueso humano. Usando la datación por radiocarbono, determinaron que el hueso en cuestión pertenecía a un homínido de hace más de 50.000 años, aunque análisis genéticos posteriores la ubican alrededor de hace 90.000 años. Analizaron el ADN que se encuentra dentro de los convertidores de energía de las células -el ADN mitocondrial del espécimen, (mtDNA)- y al compararlo con la secuencia de otros humanos antiguos demostraron que procedía de un Neanderthal. Es decir que el ADN mitocondrial se hereda de la madre, lo que daba la mitad de la línea hereditaria. Dentro del último estudio compararon el ADN con los Denísovanos y comprobaron que aproximadamente el 40 % de los fragmentos de ADN coinciden con el ADN Neanderthal, y otro 40% coinciden con el Denísovan.

Buscaron también secuenciar el cromosoma sexual, pudiendo determinar que el hueso procedía de una niña y que por su grosor podría tener al menos 13 años.

En marzo del 2010 se da a conocer con el término “homínido de Denísova” u hombre de Denisova como una subespecie. El hallazgo publicado en Nature el 22 de agosto de 2018 aclara la importancia de la investigación. El ADN mitocondrial indica que este homínido procede de una migración desde África distinta a la de la entrada de Homo sapiens en Europa, distinta también a la de los ancestros de los neandertales y distinta, asimismo, del éxodo anterior del homo erectus.

Dado que Altai, la cordillera que atraviesa el Oeste de Rusia y Kazajstán y que tanto Neanderthales como Denísovanos habitaban esa amplia zona, los encuentros de ambas líneas de homínidos serían raros. La mayor parte de restos de Neanderthales se encuentran en Eurasia Occidental. No obstante, las poblaciones Neanderthales podrían haber viajado desde Eurasia occidental a Siberia, pero esa sería otra hipótesis. Los restos de Denísovanes, de momento solo se encuentran en Siberia, en la cueva que lleva su nombre. No hay datos aún que demuestren que los dos grupos humanos se superpusieran en otro determinado lugar.

En base a la variación en el genoma del hueso, S. Pääbo y su equipo piensan que la madre Neanderthal de Denny tendría más similitud con Neanderthales de muy lejanos lugares, como los de Croacia, más que con otros encontrados muy cerca de la cueva de Siberia.

En el año 2000 había aparecido, en esta misma cueva, un molar al que se le puso el nombre de catálogo Denísova 4 y fue apodado Hombre de Denísova, el cual también proporcionó ADN mitocondrial que se asemeja al del hueso del dedo. El molar presenta características morfológicas notoriamente diferentes a las de los neanderthales y los humanos modernos, lo que confirma que pertenece a una especie con una historia evolutiva distinta.

En 2010 apareció una falange de pie, Denísova 5, que no se atribuye claramente ni a Homo Sapiens ni a  Homo Neanderthal, con una antigüedad similar a los otros fósiles encontrados y atribuidos a un homínido de especie distinta.

En ese año, se encontró otra muela, Denísova 8, que aportó más material genético para el estudio y que hizo pensar que sería 60.000 años más antigua que la del otro molar, el Denísova 4.

En el 2018, se confirma que se trata de un descendiente directo de dos especies humanas distintas y ahora extintas las dos.  Según los investigadores del departamento de Genética Evolutiva del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, “el nuevo análisis apunta a que los grupos de humanos modernos de Oceanía (o sus antepasados) debieron haberse hibridado con grupos de humanos arcaicos, cercanos genéticamente al individuo secuenciado”. Al comparar el genoma denisovano con el de neanderthales y el de humanos modernos de todo el mundo, pudieron confirmar lo que ya se suponía: los grupos humanos aborígenes de las islas del sureste asiático, tales como Papúa Nueva Guinea y Australia, son los que más comparten variantes genéticas con Denísova, más que otras poblaciones humanas.

La secuencia del genoma ha permitido generar una lista con unos 100.000 cambios en el genoma humano, tras la separación de los denisovanos. Según el equipo de científicos, algunos de estos cambios afectan a genes asociados al desarrollo de la función cerebral y el sistema nervioso, lo que permite entender qué es lo que hace tan diferentes a los seres humanos,, los unos de los otros. También se ha visto que afectan a la piel, los ojos y la morfología dental.

Cada nuevo descubrimiento científico sobre estos misteriosos homínidos, crea nuevas hipótesis que tienen el potencial de reescribir la historia de la evolución humana.

 

Bibliografía

https://www.nature.com/

https://cienciaybiologia.com/

https://es.wikipedia.org/wiki/Homínido_de_Denísova

www.ege.fcen.uba.ar/wp-content/uploads/…/Clase-Evo-Humana-UBA-2017-IC.pdf

https://www.researchgate.net/…/320617538_Clima_y_evolucion_humana_Aportaciones…pdf