Conclusión del congreso 01.12.2013

Congreso de Marsella – 29 de Noviembre – 1º diciembre 2013

Conclusión del congreso por Fernando Schwarz

Primeramente, me gustaría agradecer a Guy Ferry . Fue con él que poco a poco diseñamos la idea de este Congreso. Eso no fue nada fácil. También le agradezco por esta síntesis que sintetiza la mía, y que bien valdría otro congreso.

Si la decisión sólo hubiera dependido de mi, me habría quedado con la idea de las nueve hipótesis. Para mi cada una de éstas tiene vida propia, y ya que Platón no hace ninguna selección de estas hipótesis, las nueve forman un circuito. Cuando llegamos a la novena hipótesis y que todo parece reducido a nada, todo vuelve a comenzar en el Uno. Esta constatación es digna de otro diálogo que podremos abordar en otra ocasión.

En todo caso, aprendí muchas cosas en la realización de este congreso. Cada mesa organizada merece su propio congreso. Con el Instituto Hermes veremos cómo llevar esto a cabo en un futuro.

Para mi, y según muchas preguntas que me hicieron cuando caminaba por los pasillos, el dilema de saber vivir el Uno y la multiplicidad a la vez, todavía sigue estando vigente. La tendencia de cada uno de nosotros sería refugiarnos ya sea en el Uno, ya sea en lo múltiple, pero la verdad es que hacer esto sería un error.

Platón comprendió que no podemos pensar la diferencia, tal como lo evocamos durante este congreso, como una simple ausencia de identidad.

La idea del Ser no puede pensarse únicamente con la idea de lo mismo. También es indispensable que haya una idea particular, es decir la idea de la diferencia. Pero la diferencia no puede ser reflejada o reducida a la negación del concepto de lo mismo. Voy a aclarar este asunto. La diferencia no es la ausencia del concepto de lo mismo. Platón captó una idea y nos dejó un concepto muy importante: el otro. El otro es otra idea de lo mismo. Es la relación del otro y del mismo, y del mismo hacia el otro, lo que permite la gestión del Uno y lo múltiple a la vez. Evidentemente, a estas ideas del mismo y el otro, agrega la idea del Ser. Ser el mismo y ser el otro, ser el otro y ser el mismo. De manera muy simple, este es el diálogo que hay que promover en el albor del siglo XXI. El ser, el mismo y el otro mismo se convierten en géneros supremos que favorecen el pensamiento de la identidad y la diferencia. Por esta razón, propongo que elevemos el nivel del debate y que escalemos categorías, y que no nos quedemos simplemente en la idea de la identidad y la diferencia, sino que comprendamos todas las consecuencias que son ontológicas y enológicas, es decir que son superiores a ese debate.

Cuál es mi preocupación ? No se trata de reducir las grandes dificultades de nuestra sociedad, las personas que están en la miseria y que sufren, a una simple reducción sociológica o etnográfica. Hay que entender que los problemas que nuestras sociedades enfrentan tienen un origen metafísico y no solamente material.

El gran legado de los filósofos a la manera clásica como Sócrates, Platón, es que explicaron que las sociedades pueden manejar lo otro y lo mismo, si aceptamos la producción de bienes metafísicos como punto de unión, de relación común. El punto de inicio del vínculo social no es la economía ni la industria. La economía, la industria y los productos de consumo son la consecuencia de este vínculo. Debemos prestar atención a esto. Ninguno de los filósofos a la manera clásica propuso teoría económica alguna, y si lo hicieron, fue en el sentido ecológico, pero nunca en el sentido de la producción para conducir a la felicidad.

La eudaimonía, forma de felicidad interior, sólo puede ser compartida por personas capaces de producir bienes metafísicos. Y esto no está tan lejos ni tan perdido como creen. La fraternidad es un bien metafísico. Manifestar la fraternidad hacia los demás es producir un bien metafísico. El coraje ante las dificultades, amar como tanto lo han expresado en este congreso, realizar acciones justas, son una producción de bienes metafísicos.

Cuando estos bienes, que en otra época habríamos llamado cualidades o virtudes, son alterados o corrompidos por lo material, y que se piensa que se puede comprar la justicia, que se puede consumir amor, que se puede decretar la fraternidad… en esos casos, esas palabras ya no evocan bienes metafísicos, ni alentarán a nadie a producirlos, porque pasamos a la situación inversa: esas palabras extraordinarias han perdido todo su significado. Porque, para pasar del logos a la praxis, del concepto del pensamiento a la experimentación, debemos aportar la vida. Necesitamos continuidad en la acción de nuestros pensamientos, y experimentar nuestros pensamientos para que puedan enriquecer nuestra consciencia.

Debemos aceptar las contradicciones y las paradojas,  que incluyen nuestra fragilidad humana, para hacernos más fuertes, para enriquecer de nuevo y de manera vital estas ideas, a través de la experimentación concreta. Sino, todo lo que permite experimentar, se queda en la letra muerta.

Debemos despertar a gran escala la iniciativa ciudadana, y no solamente la institucional, porque no creo en ella. A veces damos discursos institucionales excepcionales pero, ¿ por qué éstos no operan en la realidad? Porque los individuos no se han apropiado de esos discursos para producir bienes metafísicos, sino para buscar patrocinadores, para actuar en función del dinero que se nos ha dado. Sometiéndonos a las condiciones materiales para producir bienes relacionados con la inteligencia, la consciencia y lo espiritual, estamos en completa contradicción con la forma de filosofía que consiste en producir bienes metafísicos. No podemos entrar en ese tipo de dialéctica que constituye un verdadero sofismo. No hemos hablado de los sofistas, pero hoy en día hay muchos.

Simplemente, debemos aceptar hacer lo que podemos, con los medios que tenemos, en particular con los que tenemos dentro de nosotros mismos, incluso si al inicio parecen virtuales. A través de la acción se volverán poderosos. Debemos cambiar nuestra perspectiva.

Me gusta la tercera hipótesis, y con ella voy a terminar mi discurso, es la hipótesis que consiste en decir: el Uno es y no es a la vez. ¿Qué significa esto? Me recuerda una antigua referencia egipcia, que tal vez Platón conocía.

En el comienzo del mundo, hay un ser que despierta su consciencia. Sale del caos porque adquiere cierto orden gracias a la toma de consciencia de sí mismo. Ese ser se llama Atum, el Demiurgo de la escuela de sabiduría más antigua que conozco, que es Heliópolis. Menciono esto porque tenemos los textos que lo relatan. ¿Cómo definir a Atum? Es el que todavía no es. Es, porque produce todo lo que puede ser. Pero todavía no es porque todo no está manifestado aún.

Nosotros somos iguales. Realizamos acciones, por lo tanto somos. Pero no somos seres consumados. Nuestro margen de progresión es fabuloso. Entonces debemos aprovechar la oportunidad: podemos ser muchísimo mejores. Tenemos futuro. Gracias!