Yinon Piamenta
El estudio de la Acrópolis cananea en Israel es un encuentro entre mitos e historia, así como con las corrientes de energía que entonces fluyeron y aún hoy fluyen a través de la región del Medio Oriente.
Mircea Eliade escribe sobre la geografía sagrada de una ciudad símbolo del centro del mundo. Parece ser que por miles de años esta región, específicamente Jerusalén, pero de forma más general los puntos esenciales a lo largo de las principales rutas internacionales, constituyeron este centro debido a su localización, su orientación y su estructura interna.
Como veremos, estas ciudades son el punto de confluencia de ejes cósmicos: Verticalmente, el eje fuego, del cielo a la tierra, contiene una Acrópolis, una ciudad sublime de vida espiritual, de ritos, de comunicación personal y colectiva con los dioses. Vamos a demostrar que este eje fue amplia y profundamente identificado por los conquistadores quienes habiendo conservado el área del Templo lo reconstruyeron encima del anterior. Horizontalmente, los ejes aire de la comunicación están situados en encrucijadas de suma importancia por la que desfilaron grandes grupos de personas con el propósito de comerciar o de conquistar o de simplemente pasar entre los valles de Egipto y Mesopotamia, formados por las cuencas de los grandes ríos. El eje transversal, agua, simboliza el rejuvenecimiento y está representado por los arroyos que suministraron el preciado líquido para beber, para el cultivo y para el pastoreo, así como para satisfacer las necesidades espirituales. Es sin embargo interesante el que cuando los israelitas gobernaron estas ciudades (entre los siglos X – IX a.C.), construyeron cisternas para la recolección y el almacenamiento de la provisión de agua, demostrando ser más activos que receptivos en cuanto a las leyes de la naturaleza. El eje tierra, el centro que reúne a los otros tres ejes, se hace presente en los montes y las cuevas, que en los primeros tiempos, durante la vida, fueron utilizados como lugar de residencia y para la agricultura, y al finalizar aquella, cuando llegaba la muerte, les dio sepultura.
Las ciudades cananeas están situadas sobre colinas. Las colinas pueden ser elevaciones naturales, como una cumbre pequeña, o puede en su defecto tratarse de elevaciones artificiales tales como una pila de tierra o de grava, de arena, rocas o de escombros. Las colinas fueron utilizadas como protección, para ocultarse o como terreno para rituales y sepulturas. Existen restos de Acrópolis en cuatro de estos montes, que son de norte a sur: Tel Hatzor, Tel Megiddo, Tel Ashdod y Tel Arad. (Tel = colina).
En el transcurso del año pasado estudiamos dos de ellos: Tel Hatzor y Tel Megiddo. Se recopiló información de libros, de registros arqueológicos, de entrevistas grabadas y de viajes de campo. Aunque no parezca muy detallada, tenemos la esperanza de que el contexto de esta presentación pueda ampliar la perspectiva que se tiene sobre los conflictos del Oriente Medio. Una cita del Antiguo Testamento que a menudo se recita en hebreo, está tomada de Jueces 3-11, «Y así, la tierra tuvo paz por cuarenta años….”. Este número es representativo de toda una época, de toda una vida, y de los extraños sucesos que conforman la historia de esta tierra, ya sea que ésta sea llamada Canaán o Israel.
Tanto Tel Hatzor como Tel Megiddo están ubicadas en el cruce de rutas principales. Tel Hatzor está localizada en la Vía Maris en la colina más cercana al Kings Highway (Camino Real). Tel Megiddo está situada en la intersección de dos rutas principales: la Vía Maris y una ruta secundaria que conecta Fenicia y el valle de Akko con la ruta de la Montaña, camino éste de peregrinaje que conduce a Jerusalén. Ambos emplazamientos son poderosos tanto estratégica como comercialmente.
Localización geográfica
Israel es una angosta franja de tierra con un importante eje Norte-Sur, que delimitan la falla Sirio-Africana y el río Jordán, que corre a través de ella y que sirve como frontera natural al Este. La frontera Norte está constituida por montañas; Al Sur está limitada por el desierto, y el Mar Mediterráneo es su frontera Occidental.
Israel se localiza al centro del gran movimiento de tres mundos: en lo profundo del subsuelo, bajo nuestros pies, nos encontramos en una zona geológica activa, en el punto en que convergen tres plataformas tectónicas. Por encima de nosotros, miríadas de aves cruzan el cielo durante su migración bienal, y en la parte media, el movimiento masivo de una multitud interesada en visitar los mismos lugares y los mismos puntos, llega por tres diferentes rutas.
Siempre, desde que el peregrinaje de la gente comenzó, muchas personas, algunas a pie y otras a caballo, en camellos o en carros o en carretas viajaron por la Vía Maris, ruta internacional principal que atravesaba Israel de Norte a Sur, posiblemente desde el año 3300 A.C. Otra ruta internacional que desde entonces cruzaba la tierra de Israel verticalmente, es la Kings Highway (Camino Real), misma que hoy día puede localizarse en Jordania, a lo largo de la frontera Oriental de Israel. Tanto la Vía Maris como la Kings Highway fueron las rutas que se siguieron para el comercio internacional y para la acción militar. La ruta de las especias y los perfumes constituyó una tercera ruta de índole internacional aunque de naturaleza distinta. Esta ruta cruzaba horizontalmente el Sur de Israel, de Este a Oeste, conectando Omán a través de Yemen y Petra con el Imperio Romano, hacia donde se llevaba mirra e incienso desde el Puerto de Gaza.
Por su localización en el centro del tráfico comercial y militar, no es extraño que en Israel exista evidencia fehaciente de la vida material y espiritual de la gente que
habiendo venido de una gran variedad de países, pasó por ahí, o radicó en o alrededor suyo. Aparentemente, desde tiempos remotos y posiblemente hasta nuestros días, la gente ha percibido la fuerte energía que emana del lugar y la importancia de su localización, provocando esto como reacción el que muchos pueblos quisieran establecerse ahí. La historia nos muestra una serie de asentamientos ocurridos repetida y precisamente en los mismos lugares, construyéndose ciudades, una encima de la otra, levantando Templos, uno encima del otro, cambiando únicamente la orientación de los mismos o eliminando o agregando elementos de acuerdo a lo que indicaban las diferentes ideologías, culturas, costumbres sociales o creencias religiosas del pueblo o pueblos que ahí se establecieron.
Tel Hatzor está considerada como la mayor colina de Israel y como la más importante ciudad cananea desde el tercer milenio A.C. Hasta el día de hoy no se ha encontrado una clara explicación sobre su tamaño y fortaleza.
Tel Megiddo fue la ciudad principal del Valle de Yesreel durante los milenios 4°, 3°, y 2°, A.C. Durante la Edad de Hierro, en la mayor parte del primer milenio A.C. conservó su carácter de central, aunque ya existían entonces otros centros que competían con ella en tamaño y fuerza.
Se menciona a Tel Hatzor en muchos textos que hablan sobre María en el río Éufrates (hoy en Siria), y en Egipto, en las cartas de Tel al-Amarna. Se alude a Tel Megiddo en las cartas de Tel al-Amarna. Tel Megiddo nunca igualó a Tel Hatzor, pero contiene un fuerte valor arqueológico ya que en ella se preservó una secuencia única de capas de asentamientos que nos conducen a razonar sobre la evolución de la religión cananea y que nos revelan los cambios sociales y culturales que se dieron en el curso de más de tres mil años. No pudimos encontrar mito alguno sobre la construcción de ninguna de las dos ciudades.
Tel Hatzor
Comenzamos el estudio de Tel Hatzor tan pronto como regresamos de la expedición Argonautas, en Egipto, en enero del 2009. La información que pudimos recolectar, principalmente de registros arqueológicos, estaba ordenada por metros cuadrados o lotes, y por épocas de excavación. No nos proporcionó un “retrato” íntegro de la ciudad y su estructura. Utilizamos los esquemas de la estructura de las ciudades, tanto la alta como la baja, tal como las observamos en Egipto, y buscamos sus ejes y la orientación. Las negociaciones llevadas a cabo entre los arqueólogos y los representantes oficiales del Tel aunados a los principios de la geografía sagrada, ampliaron nuestro criterio cediéndole el paso a una visión más holística de la ciudad.
Tel Hatzor está localizada en la alta Galilea, a catorce kilómetros al norte del Mar de Galilea. La ciudad tiene dos secciones: la Acrópolis y en un plano inferior a ella y hacia el norte, la ciudad baja. Su acentuado eje norte-sur es una referencia arcaica del solsticio, puesto que los puntos más al norte y más al sur producen el invierno y el verano.
Las ciudades alta y baja, están conectadas por una vereda descendente. Desde 1928, los arqueólogos supusieron que las ciudades alta y baja de Hatzor se extendían sobre 850 dunam (alrededor de 85 hectáreas), sin embargo, las excavaciones municipales para la instalación de líneas eléctricas y telefónicas, revelan cada vez más restos. Hoy consideramos que la ciudad es 3 ó 4 veces más grande de lo que se pensaba. El mapa que se presenta a continuación, muestra las conexiones internacionales con Hatzor.
En la Acrópolis se excavaron veintiuna capas de asentamientos; la primera data del tercer milenio A.C., en la temprana Edad de Bronce (3000-2350 A.C.). Fue durante el Segundo milenio A.C. cuando Hatzor obtuvo el prestigio de ser considerada la mayor ciudad cananea. En el siglo 18 A.C., documentos de María en el Río Éufrates mencionan exportaciones de estaño de María a Tel Hatzor. En el siglo 14 A.C., documentos del archivo de El-Amarna en Egipto mencionan a Hatzor como una ciudad importante de Canaán; También incluyen el nombre de su rey, quien juró lealtad al faraón de Egipto. Este es el único gobernante cananeo a quien se refieren estos documentos llamándolo “rey”. Existe la suposición de que el rey juraba lealtades por partida doble al norte y al sur.
Hasta ahora, solamente se han encontrado, en la ciudad alta de Hatzor, algunos documentos en escritura cuneiforme sobre fragmentos de tablillas de barro. Estos son similares a los documentos de María y de El Amarna, tanto en fecha como en contenido.
La ciudad cananea de Tel Hatzor
En el transcurso de la historia, Tel Hatzor tuvo diferentes gobernantes. En este trabajo nos enfocamos a su pasado cananeo, en el cual la ciudad alcanzó su apogeo. La fortificada ciudad cananea de Hatzor (siglos 19 al 13 A.C.) estaba comprendida por la ciudad alta y la baja.
El área fortificada del bajo Hatzor incluía viviendas y edificios públicos; tal vez se trataba de una villa de artesanos que proveían a todas las necesidades de la ciudad. En la parte norte de la ciudad se descubrió un Templo muy grande. Tal parece que fueron construidos cuatro Templos consecutivos, uno encima del otro, entre los siglos 17 y 13 A.C. El primero de ellos fue modesto, mientras que el último en el siglo 14 A.C., fue el de mayor tamaño. Consiste de tres grandes habitaciones construidas en línea, de sur a norte. La entrada al Templo es desde el sur, a través de un patio pavimentado. La arquitectura es similar a la de Siria y Aram, en el norte, lo que sugiere conexiones entre Hatzor y los reinos del norte. Al norte del patio se encuentra, el sanctasanctórum. Pero al este del patio hay restos de un terreno sagrado, aparentemente de mitad de la Edad de Bronce, en donde se encontró un gran número de estelas funerarias de basalto. El sancta sanctórum es la estancia más al norte además de ser la de mayor tamaño del templo. En la pared norte se encuentra un nicho rectangular en el cual posiblemente estaba colocada la estatua de un dios. Este templo cananeo evoca al templo de Salomón en Jerusalén, el que de acuerdo a la descripción bíblica, también presentaba tres salas en
línea. El museo de Hatzor exhibe algunos artefactos que fueron excavados en la ciudad. Entre ellos se encuentran dos leones de basalto, macho y hembra, que estaban colocados a la entrada del Templo, del palacio o de una casa. Parece ser que representaban una advertencia para los extraños, una fuerza protectora para el habitante. Ésta es una costumbre muy común en Mesopotamia.
Otros hallazgos de los templos de la ciudad baja incluyen: un león pequeño, la estatua de un sacerdote, y una pequeña
estela que muestra unas manos elevadas en oración a Sin, el dios de la luna. Una gran piedra, cuyo peso aproximado es de unas dos toneladas, encontrada al frente de las estelas, era posiblemente utilizada para colocar ofrendas.
Los hallazgos del Segundo Templo, llamado el Templo del ortóstato (por su revestimiento de piedra lisa) incluyen:
objetos sacros – grandes cuencos de piedra y de barro, la estatua de un dios parado sobre un toro, y un altar con el símbolo de un volante, símbolo éste del dios de las tormentas, Hadad. Se dio el extraño caso de que dos dioses cananeos pudieran ser identificados en estos Templos de Hatzor: Sin y Hadad.
Según el análisis de Durand, los dos dioses representan el orden nocturno y sintético de lo imaginario, siendo Sin representante de la luna cíclica, y Ba’al Hadad representando el ritmo de la tormenta. Durand (1992) escribe que el simbolismo de la luna está relacionado con la obsesión con el tiempo y con la muerte. La luna es el primer ser muerto y el primero en despertar nuevamente, por lo tanto es a la vez medida de tiempo y del eterno reinicio. La filosofía basada en temas lunares proporciona una percepción rítmica del mundo lunar, ritmo éste que está afectado por una secuencia de opuestos: vida y muerte, ser y no ser, sufrimiento/daño y consuelo.
Si vemos el simbolismo de Ba’al Hadad según el análisis de Durand, la rueda representa movimiento dentro del nomovimiento, estabilidad dentro de la no-estabilidad. Es el prototipo básico de un ciclo victorioso, el triunfo de la ley sobre la confusión de un mundo en constante cambio. Ba’al Hadad esparcía lluvias fecundas sobre la tierra, pero también era capaz de producir tormentas destructivas. Creación y destrucción, son ambas, fuerzas necesarias de la evolución.
Esto pudiera dar algún indicio sobre el porqué de que cuatro diferentes Templos fueran repetidamente construidos uno encima del otro. Es posible que la gente de la región reconociera la fuerza simbólica sagrada del lugar y que por ello se instalara ahí.
En la Acrópolis se encontraron restos de una construcción cananea. Este descubrimiento, que data del período tardío de la Edad de Bronce, es de suma importancia ya que es el mayor y más elaborado de los que se han descubierto
en Israel, del período antes mencionado. Su orientación es oriente-poniente, un eje relativo al equinoccio.
Al frente había una plataforma elevada para uso sagrado, típico de un espacio ritual abierto del siglo XIV. En el centro había un lugar para el entierro de objetos rituales rotos tales como incensarios y estatuas pequeñas. Se encontró un
ortóstato grande de basalto con la representación en relieve de un león; lo más probable es que se trate de uno de los dos de un par que se erigían a cada lado de la entrada.
Es de especial interés un altar cuadrado de basalto, para quemar incienso. En uno de sus lados está, grabado en bajo relieve, un círculo con una cruz en el centro, símbolo divino del dios cananeo de las tempestades. En el centro de un gran patio había una plataforma elevada, probablemente para usarse en el culto. Excavaciones recientes revelaron una estatua con inscripciones egipcias.
Nuestra revisión de los registros arqueológicos concernientes a las diferentes épocas de las excavaciones fue bastante confusa. En las primeras se refirieron a la construcción como el palacio del rey, y en las posteriores como un Templo. Nos enteramos de que existe un debate entre los dos principales arqueólogos que trabajan en Tel Hatzor, ambos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en cuanto a la función de esta construcción cananea. El Prof. Amnon Ben Tor piensa que ésta se trataba de un palacio ceremonial en el que habitaba el gobernante. Basa su presunción en un palacio similar que fue descubierto en Allah (Turquía), en el que aparentemente se encontraría un interesante archivo de documentos. Decidió excavar en ese lugar en donde supuestamente encontraría el archivo, pero en vez del archivo, descubrió la tina de baño del gobernante. Sin embargo, en Tel Hatzor no se han encontrado hasta ahora ni el tal archivo, ni un baño. Todavía se están despejando los restos del periodo israelita.
La arqueóloga Sharon Zukerman, alumna del anterior, presupone que se trata de un Templo cananeo que los israelitas no destruyeron debido a su inherente santidad. Otra teoría es que en la primera etapa del periodo avanzado de la Edad de Bronce hubo en la Acrópolis un palacio y un Templo, y que entonces la ciudad fue destruida por Thotemosis III. En la segunda etapa, (el periodo de El Amarna), se construyó en la Acrópolis un nuevo gran palacio, con ladrillos cubiertos con ortóstatos. El Templo anterior no fue reconstruido. Sin embargo, hallazgos en el sitio sugieren que el lugar en si mismo era considerado santo, y no el Templo. Esto continuó hasta la Edad de Hierro.
El palacio, junto con el resto de Hatzor, fue destruido aparentemente por un gran incendio que coció los ladrillos hasta convertirlos en un material muy duro. Los restos del palacio de Hatzor quedaron cubiertos con cenizas y desechos que contenían fragmentos de esculturas egipcias, de artefactos de marfil, joyería, figurillas de bronce, estatuas y más.
Las fortificaciones descubiertas, el elaborado palacio, los templos y las construcciones, junto con los documentos escritos y otros hallazgos, muestran la importancia de Hatzor entre las ciudades–estados cananeos del 2° milenio a.C. Aclara el pasaje bíblico que describe a Hatzor como “la cabeza de todos esos reinos” (Josué 11:10) Esta floreciente ciudad fue totalmente destruida por el fuego a finales del periodo tardío de la Edad de Bronce (alrededor del año 1200 AEC.). Este gran incendio se menciona en la Biblia, enfatizando la completa destrucción de Hatzor durante la conquista de Canaán por los israelitas.
Sendero descendente entre las ciudades alta y baja
En la parte del sendero descendente que tiene escalones, se encontró una construcción monumental de basalto y piedra caliza, que data de la Edad de Bronce. Algunas de las rocas basálticas se utilizaron como recubrimiento del corredor de la entrada en la que se encontró un altar, también de roca basáltica. Los investigadores suponen que fue utilizado o para el trono en el que se sentaba el rey o en donde estaba colocada la estatua de un dios. No existe evidencia que avale estas suposiciones. El Prof. Amnon Ben Tor explica que en este pasillo se realizaba una acción o un ritual para la entrada al lugar en donde se practicaba la oración o tal vez sacrificios para Ba’al. También se descubrieron pasillos subterráneos carentes de puertas o ventanas que datan del siglo 17 A.C. Se presupone que se accedía a ellos por la parte superior (el techo).
Ambos arqueólogos también difieren en sus juicios respecto del cómo y el por quién fue destruido Tel Hatzor: Ben Tor piensa que fueron Josué y los israelitas quienes lo destruyeron, tal y como se cita en la Biblia; Zukerman alega que existe un intervalo de alrededor de 50 años entre la destrucción de Hatzor y la llegada de los israelitas para allá. Tanto análisis tipológicos de restos de arcilla como pruebas con C14, indican que en el siglo 13, Hatzor ya había sido destruido. No se alude a Hatzor ni en los documentos egipcios de la 19ª dinastía ni en el viaje de Ramsés II a Canaan. Además, la Biblia hace dos referencias a la destrucción de Hatzor, en dos ocasiones, por separado. Zukerman especula que Tel Hatzor puede haber sido destruido durante una rebelión de sus propios pobladores contra un gobernante tirano (Ibni-Adu, o en hebreo – Yavin). Ella basa su alegato en el hecho de que si bien la Acrópolis fue destruida con violencia y por fuego, ni la ciudad baja ni la villa fueron dañadas.
Por lo anterior nos atrevemos a formular una suposición que requerirá de una investigación más profunda: En los archivos de Tel al-Amarna (siglo 14 A.C.) se
menciona el que Hatzor tuviera relaciones cercanas con Egipto; Yavin es el único gobernante cananeo al que se refieren como rey; todos los demás gobernantes cananeos son llamados “esclavos” de Egipto; tal parece que en una época en que todas las ciudades cananeas se estaban deteriorando económica, cultural y moralmente, Hatzor seguía prosperando: Existirá una conexión entre la caída de Akhenaton, quien maltrataba a sus súbditos y la destrucción de Hatzor a manos de sus pobladores? Tal vez después de la caída de Akhenaton, cuando la noticia fue recibida en Hatzor sus habitantes también se rebelaron contra su implacable gobernante.
Tel Megiddo
Comenzamos el estudio de Tel Megiddo durante el invierno de 2009. Una muy significativa fuente para nuestro estudio fue un libro escrito por Aaron Kampinsky
(1939-1994), profesor de arqueología de la Universidad de Tel Aviv. Gracias al planteamiento de su contenido pudimos hacer referencia a más elementos de la geografía sagrada – un análisis paralelo de Templo, hogar y sepultura. Debido al límite de espacio, aquí presentaremos únicamente el Templo y las prácticas religiosas.
Antecedentes históricos
Megiddo, en árabe Tel-Al-Mutaslem, «Colina del gobernador» fue en principio identificado por Ashtori HaParchi, un erudito judío del siglo 14 que vivió en Beit Shean. Edward Robinson, quien visitó Israel en 1838, realizó una segunda
identificación. La evidencia histórica que apoya esta identificación, procede de los registros del Faraón Thotemis III quien describe su jornada de guerra contra los reyes rebeldes de Canaán, en un trayecto que pasaba por la cañada de Eron, y una batalla que tuvo lugar en la cañada de Keina cerca de Megiddo, hoy conocida como Wadi Lejoonn. Megiddo está localizada en las márgenes occidentales del Valle de Yesraeel, cerca de la cúspide oriental del Monte Carmel. Las inmediaciones contaban con todas las ventajas para un primer asentamiento: agua, tierra fértil al este, colinas y montañas al oeste y suroeste, desde donde se llevaba fruta y madera, un río para el pastoreo y una intersección para el comercio.
En Tel Megiddo hay 26 capas de asentamientos. Sus pobladores fueron diversos, pero en su mayoría del área Mediterránea. Los cambios de población se debieron a
la migración de naciones a través del espacio sirioisraelí. Llegaron dos corrientes de poblaciones lejanas, una desde el este de Anatolia, durante la mitad y hasta el último tercio del tercer milenio A.C., probablemente desde la ciudad de Hur; los otros fueron filisteos, escasos en número, y que se asimilaron con la población cananeo-israelí. La capa «0» es un cementerio bizantino de los siglos 4-6 D.C.; La capa 20 es del periodo pre-cerámico del Neolítico, de alrededor del 6000 A.C.
El nombre de la ciudad aparece por primera vez en unas inscripciones egipcias de la 12ª dinastía. Aparece nuevamente en una inscripción de Thotemis III conquistador de Megiddo. Thotemis se fue a la guerra para sofocar una rebelión de los reyes de Siria e Israel, encabezada por el rey Mitni. Thotemis llegó por el camino principal a través del Wadi y ganó la batalla por sorpresa. La ciudad estuvo sitiada durante siete meses. Thotemis llevó una descripción detallada del saqueo, pero pensamos que lo más devastador para la gente , fue el que cosecharon en su totalidad las 11.25 toneladas de trigo sembradas, cosa que interrumpió por completo el ciclo para la gente que vivía de la tierra, ocasionando su fatal derrota.
La presencia egipcia duró hasta el siglo XII A.C. Después, durante un corto tiempo fue regida por las tribus israelitas y después por los filisteos.
La ciudad fue destruida por un terremoto, y luego, durante el reinado de Salomón, se convirtió en un centro oficial. En 920 A.C. el Faraón Shishak conquistó Megiddo. En 733 reinaron los asirios con Tiglat Pileser. Poco tiempo después, cuando los arameos se asentaron ahí, fue llamada Maggiddunu. Los registros históricos de los tiempos del Libro de Reyes 2 de la Biblia, nombran a Megiddo cuando Josías de Judá trata de empujar al Faraón Necho en 609 A.C. y luego, en la literatura apocalíptica, cuando el
profeta Zacarías habla sobre las ceremonias elogiando a Hadad-Rimon en el contexto de la lucha entre la luz y la obscuridad al final del tiempo. Durante la época de Juan, el mensajero, discípulo de Jesús, el lugar ya era conocido, y entonces fue que Armagedón se volvió mítico.
La fama de la lucha de Tel Megiddo parece haber traspasado eras históricas y se repitió en dos batallas posteriores.
Napoleón, en su intento por alcanzar la antigua Tierra del Éufrates, en 1799, pasó por Afula, a la vista de Megiddo, persiguiendo a los turcos en la misma dirección en la que Sisera huyera con su ejército hacía unos 2800 años.
Durante la 1ª Guerra mundial, en 1918 el general Allenby, al intentar obtener el control del Valle de Yesreel, recorrió la senda principal del Wadi, y al igual que Thotemis III, sorprendió a los soldados turcos, y ganó la batalla.
Este breve avance histórico fortalece la declaración que hicimos al principio en relación con el intenso movimiento que hubo en esta área brindando una perspectiva histórica a la situación actual.
Templos y práctica religiosa
Nos pareció de sumo interés el hecho de que de los 26 estratos de asentamientos, en 13 se eligió construir el Templo encima del anterior, en ocasiones cambiando la dirección de la entrada, el tamaño, el altar exterior, construyendo un muro alrededor, etc. Otros pobladores mantuvieron su Templo en las cercanías, dentro del mismo perímetro. Esto pudiera representar el que se mantuvieran la carga de energía divina y los ritos. Se conservan las raíces y con ellas se protege la armonía. El área del Templo está localizada al noreste del Tel con apertura hacia el noreste o el noroeste. El esquema muestra varios templos en el mismo lugar. Como hemos visto, la geografía sagrada crea una unidad de opuestos y permite a la gente experimentar unidad global. El hombre no puede vivir en caos, siempre estará en la búsqueda del significado de la vida y de puntos de referencia para alcanzar la armonía.
Eliade (2003) escribe sobre el concepto del espacio sagrado que está unido a la idea del regreso a la hierofanía primitiva que santifica ese espacio, cambiándolo y aislándolo del espacio secular que lo rodea. El espacio sagrado extrae su validez de la estabilidad de la hierofanía que antes lo santificó. En este sentido, el lugar nunca es elegido por el hombre quien sólo “lo revela”, a menudo por orientación.
La gente de las diferentes naciones que reconstruyeron el área del Templo, posiblemente se dieron cuenta de que este espacio general es una conjunción entre cielo, tierra y más abajo, lo cual significa que el eje mundial pasa por ahí. Esto puede explicar también el que el área del Templo en Tel Hatzor fuera considerada santa aún después de que el Templo dejó de estar ahí.
Se ha rastreado la actividad religiosa en Tel Megiddo desde el Neolítico hasta la Edad de Hierro. El inicio del área del Templo era un pequeño escenario de dos niveles. El escenario estaba cubierto con grabados que aparentemente servían para efectos mágicos, como aquellos encontrados en cuevas sacramentales en Francia y España del final de la Edad de Piedra. Su finalidad era ayudar en la cacería o prevenir que el ganado fuera presa de animales salvajes, o, como magia negra contra enemigos humanos. Todos éstos pueden ser hallados en el periodo calcolítico. También se encontraron jeroglíficos. Un importante hallazgo es una ilustración de cuatro cuerpos decapitados dibujados como logografía, una forma muy parecida a la escritura habitual en esos tiempos; significa “cuatro personas fueron decapitadas”. Señales grabadas de una red o trampa simbolizan el mágico asesinato o la captura de esas imágenes. Se sabe que las imágenes decapitadas son del mismo periodo que la tabla de NarMer, último rey de la dinastía “O” y primero en unir el bajo y el alto Egipto (Menes). La tabla de NarMer nos muestra las imágenes de sus enemigos, quienes fueron decapitados. Es probable que en Megiddo este objeto demuestre el apoyo mágico que los sacerdotes proporcionaban al gobernante.
Más adelante, el escenario se convirtió en Templo. Las figuras abstractas o “logogramas” son de la máxima importancia aunque son difíciles de reconocer. Representan el nivel de sofisticación que adquirieron los sacerdotes de Megiddo en el calcolítico tardío y en la temprana Edad de Bronce. Tal parece que el Templo mantenía relaciones culturales y económicas con Egipto, con el norte de Siria y con Aram, en donde inició el arte de la escritura y en donde los sacerdotes locales utilizaron algunos de estos logogramas con propósitos mágicos. En este periodo, la entrada al Templo era por el este, lo que permitía a los rayos de luz caer directamente sobre la estatua del dios principal quien se erguía sobre una base al frente de la entrada. El Templo tenía dos salas para el culto, y existe la evidencia de dos dioses; una era la diosa madre, una especie de Ishtar tardía, y el otro era El, o posteriormente Ba’al Hadad.
Desde la temprana Edad de Bronce y hasta la mitad de la misma, el centro principal de culto era un altar, de 9 m. de superficie. Se llegaba del sureste a la parte superior del altar subiendo siete escalones. Desde arriba hay una excelente vista de la cumbre del Monte Carmel, conocido más tarde como el sitio de Ba’al, dios de las tormentas. (Ver la
maqueta a continuación). El primer altar estaba rodeado por una cerca de piedra y se accedía a él por el sureste. En esos tiempos (2650-2500A.C.), el Templo se encontraba al norte del altar, y su muro sur correspondía con el remate norte del altar. La dirección de las oraciones cambió hacia el sur, hacia el altar exterior que se encontraba en esa dirección, misma que se conservó hasta 1250-1140. En algún momento durante la Edad de Bronce temprana, se veneró a una tríada de dioses.
En la mitad de la Edad de Bronce se agregó al Templo un escenario y se dio un giro al sacar al culto del espacio cerrado hacia el espacio abierto, a un centro de vida religiosa. Esto se asemeja a otros lugares: Gezer, Nahariya y Gval, lo que probablemente es influencia de los inmigrantes de la costa que llegaron alrededor del 2000.A.C. (mitad de la Edad de Bronce).
En la capa VII (1380-1140), hubo un cambio religioso significativo en el interior del Templo. Fue clausurado el nicho del muro sur que había sido un importante centro ritual y éste fue sustituido por un escenario de piedra. Después de que el Templo fuera parcialmente destruido, se rehízo el nicho. La destrucción fue probablemente muy significativa ya que dio como resultado un cambio radical en la planificación del Templo: Los nuevos muros se elevaron un metro más, o tal vez un poco más que eso; los constructores no despejaron las ruinas para usar el suelo. En Hatzor se encontró un Templo similar que tenía una historia parecida. También en Schchem (Nablus) hay un Templo similar. Torres a ambos lados de la entrada daban una impresión estética similar a la de los pilonos de los templos egipcios. La entrada conduce a una habitación principal con un nicho al final. Aquí se colocaban objetos sagrados, posiblemente estelas. También era el lugar para colocar obsequios reales. Un poco más adelante, se reemplazó el nicho por un escenario de piedra al que conducían escalones. Tanto en Megiddo como en Bet Shean hubo una regeneración del tardío siglo 14 y el temprano siglo 13 A.C. Durante la 2ª mitad del siglo 13 A.C., o el principio del siglo 12 A.C., el nicho entró nuevamente en función. Parece ser que muchos de los componentes de los rituales se llevaban a cabo en el patio del Templo. En un intento de reproducir una
imagen del escenario de las capas IX-X (C. Epstein) se muestran dos modelos a escala de hígados estas etapas, interesantes y similares a las encontradas en Hatzor, y que posiblemente reflejan algún vínculo con los rituales cananeos. Las tinas de baño para la purificación constituyen otra similitud con la Edad de Bronce. Las ceremonias de purificación han sido muy conocidas a todo lo largo del antiguo oriente y era obligatorio, sobre todo para los sacerdotes, someterse a ellos.
El Templo de la capa X (1650-1590 A.C.) está posiblemente relacionado con el movimiento religioso que arrasó con Siria y Canaán durante la 2ª mitad del siglo 17 A.C. Los Templos de Megiddo, Hatzor y Schchem (Nablus) lo testifican. Éste fue probablemente el cambio interno más importante de la religión cananea antes de ser restaurada durante la Edad de Hierro. Se encontró en el escenario exterior, una figurilla de Ashera, la fértil diosa madre, sosteniéndose los senos con las manos. En el interior del Templo había una figurilla de un dios de sexo masculino, sentado y sosteniendo en una mano un cáliz, mientras que la otra está extendida, saludando; está vestido con una larga bata que cubre solamente su hombro derecho. Lleva puesto, en la cabeza, un sombrero en forma de cono, y al cuello lleva un collar de plata. Esta estatuilla tiene parecido con la figurilla de un dios sirio que data de mediados de la Edad de
Bronce o de principios de la Edad de Bronce tardía.
Otra figura, de un dios armado, se remonta a los siglos 16°-15° A.C. Otra, es la figura de un dios sentado y llevando un bonete de cono o tipo egipcio, que también sostiene una copa. Aunque le falta la mano derecha, parece ser que ésta estaba levantada saludando. Ésta pertenece probablemente a los años 1380-1050 A.C. La última estatuilla es posiblemente de 1100-1050 A.C. y muestra nuevamente a un dios armado, con una corona egipcia que sostiene un escudo parecido al número 8. Este objeto relaciona culturalmente al dios armado con un conocido objeto de la región egea, aunque es difícil datar al siglo 12° A.C. el escudo en forma de 8.
Las evidencias de Megiddo demuestran claramente que a partir del estrato X (1650- 1590), se debilita la presencia de una diosa femenina, y éstas fueron encontradas, sosteniendo sus senos, fuera de los Templos. Por lo tanto parece ser que su función quedó reducida a la fertilidad. Dentro de los templos se encontraron dos dioses masculinos ya sea sentados o armados. Los dioses armados empiezan a aparecer durante la 2ª mitad del 2° milenio A.C., representando posiblemente a Ba’al Hadad. El anterior, sentado, debe ser El, el padre de Ba’al Hadad, a quien se cita en inscripciones ugaritas y fenicias, como la antigua figura de un hombre sentado y sosteniendo una copa. El, Ashera y Ba’al se encuentran más adelante en la cultura cananea transformándose en la representación israelita, en un dios masculino con su consorte, Ashera.
Durante la Edad de Hierro, y bajo la influencia de la mitad de las tribus nómadas de Israel, las instalaciones rituales fueron establecidas en habitaciones de casas particulares, y no existe hallazgo alguno de prácticas religiosas públicas. En la habitación existían bases en las que se servían los alimentos rituales de los dioses. Se encontraron, en la casa de un hombre adinerado, quien seguramente estaba involucrado con actividades oficiales, dos altares astados situados en la esquina suroeste del patio, junto con bases de piedra caliza y de arcilla, artículos de alfarería, un cáliz y un tazón con tres patas. Estos dos altares son de forma casi idéntica a los encontrados en Arad, pero difieren en tamaño. Sus similitudes no dejan lugar a duda de que ambos se dedicaban Jehová el nuevo dios oficial del reino de Salomón.
La nueva forma de percepción religiosa traída por David y Salomón, tuvieron una influencia de larga duración en la ciudad de Megiddo, hasta el estrato III (790 A.C.), cuando los arameos remplazaron a los israelitas.
Religión cananea
La continuidad arqueológica Tel Megiddo puede medirse solamente hasta Gval, en las costas de Líbano.
En Megiddo, están presentes la diosa madre y su consorte, a fines del 4° milenio y el principio del 3°, A.C. Pudiera ser que la diosa sea del tipo de Ishtar o Ashera y que su consorte sea El (Kampinsky, 2003).
Hacia la mitad del tercer milenio A.C., se evidencia la presencia de una tríada: La madre diosa, su consorte y el hijo de ambos. A raíz de la migración de la población de las costas de Líbano y de la parte central de Siria, al principio del 2° milenio A.C., Megiddo se entregó por completo a la diosa madre o Ba’alat, como se la conoce a partir de Gval.
Parece haber modificaciones religiosas en la región a fines del 2° milenio A.C. según se exhibe tanto en Megiddo como en Gval. Al lado de Ba’alat Gval – la Ashera, vemos que se eleva de categoría a Ba’al, considerado dios de las tormentas o señor del cielo y la tierra, y de su hijo Adon, el Adonis del período helénico. No sólo en Gval se debilita la posición de la diosa madre; esto también sucede a todo lo largo del Medio Oriente; lo anterior se sitúa hacia el final del 2° milenio A.C., y durante el primero.
Estos cambios religiosos revolucionarios se reflejan en cambios sociales y culturales. La gran diosa madre, que tanto prosperara en los primeros asentamientos y que representaba a la fertilidad y a la guerra parece haber perdido su poder protector en la medida que la posición de los guerreros y del transporte se ve incrementado por el uso de carros. Hacia fines de la mitad de la Edad de Bronce, durante el siglo 17° A.C., la madre diosa, aún en su posición de diosa de la Guerra, no pudo ya ser objeto para la identificación de estos nuevos grupos sociales, y así, gradualmente surge el joven dios de las tormentas Ba’al-Hadad, quien pronto hereda la posición de su padre, El.
En Megiddo así como en in Hatzor y Shchem (Nablus), esta revolución fue expresada con la construcción de la torre del templo, una impresionante fortaleza que dejó una mayúscula impresión visual en la ciudad. Junto con el Nuevo dios, la gente continuó venerando a la madre diosa y al antiguo dios El, pero ambos se convirtieron en secundarios. Pudiera ser que al lado de Ba’al-Hadad, dios de las tormentas, aparezca su hermana-esposa Anat.
Los filisteos, quienes gobernaron Megiddo durante los siglos 12° y 11° A.C., crearon una cierta brecha entre la religión tradicional cananea y la población local que absorbía a muchos inmigrantes que llegaban de áreas rurales así como medio nómadas (los israelitas). El dominio de la población israelita sobre Megiddo, que da comienzo en el estrato V (1050-950 A.C.) acarrea cambios tanto en el culto como en la forma de practicarlo. Ahora las prácticas religiosas se llevan a cabo en una cámara ritual y no en el templo principal. Los hallazgos de muchos altares con esencia, bien conocidos en Israel y en Judea, junto con las bases dedicadas a la Ashera, nos permiten reconstruir la veneración dual de un nuevo dios de las tormentas: Jehová / El con su consorte la Ashera.
Durante la segunda mitad del siglo 9° a.C., y unido al impacto de la religión monoteísta tal y como se desarrolló en el reino de Israel, la devoción por Ashera declinó mientras que por Jehová se incrementó. Sin embargo, no existen hallazgos de este proceso Tel Megiddo (Kampinsky, 2003).
Es interesante, en cambio, el que una parte de los israelitas que llegaron de Haran, tuvieran a El como su dios principal. Según la religión cananea, El es el padre de todos los dioses y se le percibe como creador de la Tierra, pero en la Biblia, El es el legítimo nombre del dios de Israel. En 2008, Knohl, investigador de la Biblia y profesor de la Universidad Hebrea, encontró que a El no se le veneraba en Haran en el siglo 13 a.C., ya que el padre de todos los dioses en esa región fue Dagan. Cuando los refugiados llegaron de Haran a Canaán, equipararon a Dagan con El y lo aceptaron como su dios principal. Esto mismo queda expresado en su nombre IsraEl.
Conclusión
Las dos ciudades cananeas, Tel Hatzor y Tel Megiddo, son fuertes ejemplos del movimiento material y espiritual que tuvo lugar a lo largo del eje norte-sur de Israel; En este movimiento, se acumularon una serie de cambios culturales, religiosos y sociales, como resultado de los repetidos enfrentamientos, destrucciones y reagrupamientos. Los veintiún estratos de Hatzor y los veintiséis de Megiddo, son la evidencia de los puntos que fueron reconocidos y deseados por las diferentes personas de las diferentes naciones. Un análisis material enfatizaría lo estratégico de su localización para el comercio y el control sobre las rutas. Sin embargo, no bastaría con explicar la reconstrucción de los Templos en las mismas locaciones una y otra vez.
Es fácil darse cuenta de que estos enfrentamientos continúan hasta el día de hoy. El Monte del Templo en la Ciudad Vieja de Jerusalén contiene restos del Templo bíblico y del Muro de los Lamentos, a un lado de la Mezquita de Omar, con muchos intereses de dominio por ambas partes.
Como hemos demostrado, Israel está situada en el centro del gran movimiento de los tres mundos. Este movimiento está a menudo basado en la falta de armonía y el conflicto, a partir de la geología, en el subsuelo, hasta la parte central, del Hombre, en donde las cosas constantemente parecen fracturándose y reagrupándose. Arriba, las aves, fieles a su
instinto de supervivencia, parecen ser capaces de repetir su trayecto sin fin realizando las adaptaciones cuando y en
donde éstas son necesarias. El Hombre de cualquiera de las eras, sin embargo parece querer mucho más que sobrevivir.
En este trabajo nos enfocamos en dos ciudades cananeas durante un periodo que abarca algunos miles de años. Falta mucho por conocer y por decir, pero quisiéramos terminar de vuelta en el presente para recordar que hoy también nos encontramos en un punto de la eterna línea del tiempo, no sólo como personas, sino como humanidad. Parece haber más oculto que descubierto en el intento de descubrir el profundo significado de los eventos y fenómenos que nos rodean. Volvemos a la cita de Jueces 3-11, «Y la tierra tuvo paz durante cuarenta años…», y es claro que ese fue el tiempo de
una pausa única.
Sólo podemos agregar a este movimiento un movimiento hecho por nosotros. En presencia del conflicto, busquemos las raíces dentro de nosotros mismos. Cuando
estemos en presencia de un armonioso cruce de fronteras, de un bien dirigido vuelo, unámonos a él y siempre continuemos esforzándonos humildemente por conseguir la Acrópolis interior.
Bibliografía:
· http://www.antiquities.org.il/home_eng.asp (Hebreo)
· http://www.bibleage.com/site/hazor.html (Hebreo)
· http://www.hadashot-esi.org.il/report_detail.asp?id=259&mag_id=110 (Hebreo)
· http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Archaeology/Hatzor.html (Inglés)
· http://telhatzor.com/he/node/10 – sitio web del parque nacional de Tel Hatzor (Hebreo)
· Doron, G. (2005). Maree Makom: Hatzor (información sobre sitios de interés y sobre rutas con orientación bíblica en Israel). Centro de Tecnología Educativa (Hebreo)
· Durand, G. (1992). Las estructuras antropológicas de lo imaginario. Boombana
· Eliade, M. (2003). Estructuras de la religión comparativa. Nimrod
· Kampinsky, A. (2003). «Megiddo: una ciudad-estado cananea y centro oficial israelí”. Publicado inicialmente en alemán, 1989. (Hebreo)
· Knohl, I. (2008). El código genético de la Biblia. Dvir (Hebreo)
· «Megiddo: Battlefield of Armageddon» (2009). La autoridad de Parques y naturaleza de Israel.