Introducción a la Geografía Sagrada

Fernando Schwarz

La ciudad esta ordenada a través de su relación con el universo que santifica sus partes.
(Las Leyes – 7 4 5, Platón)

La geografía sagrada es un concepto universal. La idea de cómo una ciudad entera está regulada por su relación al universo, tal cual lo expresa Platón en Las Leyes, se encuentra en todas la civilizaciones antiguas.

Para poder mantener la armonía y el equilibrio en el lugar en donde habita, el hombre tradicional se propone entrar en simpatía con las diferentes leyes del cosmos y también con los lugares de donde emanan las fuerzas cósmicas para que se enlacen de manera simpática con sus representaciones y equivalentes terrestres.

Si queremos comprender el significado de la magia desde un punto de vista elevado, tal como lo propone por ejemplo G. Bruno, lo definiremos como la relación de simpatía entre micro y macrocosmos. Es a través de la elaboración de una Geografía Sagrada que se facilita este proceso.

Si entendemos por microcosmos al individuo y por macrocosmos al universo, podemos favorecer esta relación simpática e incluso amplificarla y dirigirla a través de la elaboración de un mesocosmos, un universo intermediario entre el micro y el macrocosmos. La geografía sagrada propone una organización espacio-temporal (orientaciones y calendario) que facilita el proceso de relaciones simpáticas entre micro y macro cosmos a través del mesocosmos que ella expresa.

No es tan fácil que un hombre contacte directamente con las leyes del universo. Necesitamos entidades intermediarias como el mesocosmos entre nosotros como individuo y el universo como respuesta. A través de la construcción de ciudades, templos, palacios, casas, tumbas, el hombre tradicional intenta proyectar en la tierra las leyes del cielo a través de la imaginación activa, función creadora por excelencia. Es a través de esta función que el hombre logra captar los modelos arquetípicos y concebir las formas para hacerlas objetivas en la tierra.

La geografía sagrada intenta proyectar lo captado en el plano de la imaginación en la realidad sensible, objetiva y cargar esta forma con las energías complementarias de la tierra y del cielo. Cuando esta forma se objetiva por una parte y se carga por otra parte con la doble energía, se vuelve operativa, se vuelve mágica. La Geografía Sagrada no busca solamente una relación estética del espacio sino un efecto operativo, que hace mas habitable y eficaz la vida humana y
su relación con los dioses.

La fenomenología de lo sagrado

La geografía sagrada obedece a reglas muy precisas para que pueda ser el amplificador que permita la conexión y la transmutación. Por eso, van a figurar los temas del arquetipo, mito, símbolo y rito como fundamentos o claves del desarrollo de este proceso.

El arquetipo es el modelo en el plano mas alto, que llamamos siempre el plano de las ideas. El arquetipo da la forma, pero esta forma es una y múltiple a la vez y por eso el hombre no tiene acceso directo al arquetipo.

La revelación en la multiplicidad del arquetipo que es uno se revela con el mito, que es palabra e imagen sagrada. Es verbo o sonido y luz; palabra e imagen. Si no se tienen las dos, porque a veces tenemos imágenes de los mitos o escritos de los mitos, el mito no opera como revelador del arquetipo sino que simplemente lo indica intelectualmente lo que no es lo mismo.

Los símbolos son el lenguaje del mito y van a permitir conexiones, aunque sean parciales con los elementos revelados del mito. Al final, y como elemento fundamental se encuentra el rito que actualiza el mito en el espacio – tiempo, transformándolo en sagrado.

Podemos hablar entonces de cuatro claves, planos o fundamentos de la fenomenología de lo sagrado: el arquetipo, el mito, el símbolo y el rito. Al integrar a la arquitectura y al urbanismo la dimensión del mito actualizada por el rito, se vuelven un gran atanor y fuerza de proyección. Porque el mesocosmos no solo canaliza y une cielo y tierra, no es solo pasivo, es activo. Al volverse espacio ritual, en una ceremonia no solo se recibe sino que se proyecta y esta proyección vivifica el arquetipo y lo actualiza.

Es muy difícil implementar una cultura y una civilización sin la proyección de la energía del mesocosmos sobre el plano del arquetipo. Por eso, todas las civilizaciones que nos interesan tienen ritos de fundación, y no solo una explicación del mundo.

Si se estudia un lugar como geografía sagrada, hay que encontrar recuerdos o raíces del rito de fundación y no solo de la organización o de los ejes. Esto da una clave muy importante. En función del rito de fundación, podremos entender con qué elemento funcionó este lugar, con qué parte del cielo, con qué parte de la tierra, con qué intención se elaboró este mesocosmos.

Cada civilización logra integrar “su tierra” con un aspecto particular del cielo. Es muy genérico hablar de unión del cielo y de la tierra. No es cualquier tierra, no es cualquier cielo.

Roma no hubiese sido Roma si su rito de fundación hubiese sido otro. Hay un misterio en los gemelos de la fundación de Roma, en relación con la constelación de Cástor y Pólux con emergencia de uno y desaparición del otro. En la pirámide de la Luna en Teotihuacan, vimos que para establecer el espejo del cielo, el mesocosmos, hay una serie de pautas.

Reglas para establecer el espejo del cielo

Un elemento fundamental es la calificación del espacio para tornarlo sagrado y el simbolismo de la orientación será fundamental.

Una geografía sagrada tendrá fundamentalmente dos ejes: el eje terrestre y el celeste o cósmico.

El eje terrestre conlleva las energías terrestres, fuerzas subterráneas y telúricas del planeta que se manifiestan en la superficie. Por ejemplo en Teotihuacán, se le simboliza con el jaguar que toca el caracol emplumado. La fuerza telúrica del jaguar sale de su aliento a través de una caracola que representa las aguas de la serpiente emplumada, aguas celestes que él convoca desde su gruta primordial subterránea.

La energía telúrica, emergente hacia la superficie corresponde al eje terrestre. Por eje mplo, en Egipto el eje terrestre esta actualizado por el Nilo. Es el eje que permite explicar de dónde se trae el sustento, qué energía apoya la manifestación de esta cultura. Pero la orientación del eje no será siempre el mismo, si no todos los lugares de la Tierra serian homogéneos.

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La avenida de los muertos desde la pirámide de la Luna en Teotihuacan

El eje terrestre puede ser Norte–Sur, pero esto no es obligatorio. Lo que hay que observar es dónde está el eje terrestre de tal ciudad o complejo sagrado, lo que permite comprender dónde están las fuerzas que sostienen la manifestación,
dando la vitalidad objetiva. No será forzosamente según el eje cardinal.

Así, la Avenida de los Muertos de Teotihuacan esta desviada 17° en el eje Norte-Sur porque apunta al Cerro Gordo,
la montaña mágica de donde nacen las aguas del fondo de la tierra, aguas subterráneas. La pirámide de la Luna es
una substitución en el mesocosmos de la ciudad de Teotihuacán de la montaña sagrada. Ellos lo han postulado en un lugar telúrico preciso para hacer esta conexión con las fuerzas subterráneas de ma nera eficaz. El Cerro Gordo concreta una realidad simboliza, la del eje terrestre de Teotihuacán. Su desviación de 17° del eje de Teotihuacán, va a permitir en este caso (no es obligatorio en otros), de orientar el trayecto cósmico, respecto del eje Este-Oeste y la posición cenital del Sol sobre la Pirámide.

En el caso preciso de Teotihuacán, como también en Egipto, el eje cósmico es el eje Este – Oeste. Pero puede no serlo, porque puede haber modelos con la cruz cambiada. Esto permite, en el caso de Teotihuacán, donde el eje que gobierna es el de la Avenida de los Muertos, que la perpendicular a este eje, esté orientada a partir de la pirámide del Sol, situada en el lado Este de la Avenida de los Muertos. Esta desviación permite a la pirámide de mirar al poniente los días en que pasa sobre su cénit. Este momento del año se sitúa, según los aztecas que heredan de la  tradición de Teotihuacán, en el corazón del cielo.

Con su pasaje en el cénit sobre la pirámide se produce la hierogamia sagrada, la unión del cielo con la tierra y con su puesta frente a la fachada occidental y principal de la pirámide, el camino del sol indica la fuente de renovación y de todos los renacimientos, que es la consecuencia de la unión de los hombres con los dioses y sus leyes. Por eso la escalera principal mira al occidente, siendo el lugar de la matriz y del nacimiento de la luz, mira el ocaso, lugar de regeneración, de transmutación, de victoria sobre la muerte.

En la pirámide del sol se encarnan al mismo tiempo el eje Este-Oeste y el eje cenital que es la columna de estabilidad del mundo. Con los tres ejes obtenemos las seis direcciones del espacio: cuatro cardinales y el eje vertical, que se objetiva en mayo y en junio el día en que el sol pasa por el cénit.

Es probable que la versión azteca que cuenta que aquí nació el Quinto sol, con la auto inmolación en el fuego de Nanahuatzin, el dios purulento, tenga algo de verdad. Porque tal cual lo expresa la teogonía , el nacimiento del eje de la luz se sitúa bien en la cima-centro de la pirámide del Sol, ocupada por el Teocalli.

De ahí el interés de investigar la geografía sagrada de un lugar, porque aunque no se disponga de la historia y mitos de la época, a partir de historias y mitos mas tardíos y un buen estudio de los ejes, se podrá comprender la función y la energía utilizada por los antiguos constructores. No sabremos el nombre del arquitecto, pero comprenderemos el sentido del espejo del cielo que habían imaginado y lo podremos revivificar.

En el IIH debemos desarrollar una investigación profunda sobre el tema de la geografía sagrada para comprender las llaves que abren las puertas de la luz y de la energía. El simbolismo de la orientación es entonces capital. Tenemos dos ejes fundamentales: terrestre y cósmico que se cruzan en lugar especial, que no siempre es el centro geográfico sino el centro de fuerza y vida proveniente del mundo invisible. En ciertos casos, el eje vertical es fácil de descubrir, como en Teotihuacán, a veces es simplemente la proyección del eje Norte-Sur verticalizado, orientado en general hacia las estrellas polares.

Por otra parte, en el simbolismo de los puntos cardinales, hay una clave que entender: en cada uno están los otros, entonces no hay cuatro, sino diez y seis y si multiplicamos la dualidad del cielo y la tierra, llegaremos hasta 32 y hasta 64 como en el Libro de las Mutaciones.

Cada punto cardinal tiene su propia energía cualificada, pero contiene también a los otros, como cuerpo y subcuerpo. Cuando hay Iniciados que trabajan, no lo hacen de manera tan burda, sino con sintonías muy sutiles y hacen un acorde del punto cardinal. Esto dará una paleta de colores energéticos que afinara su operatividad e inspirara la elección de los colores físicos que se emplearan en la decoración y la elección de los materiales (tipo de piedras, maderas, etc.). Hay
que comprender que para un sistema tradicional de tipo iniciático los monumentos no sirven simplemente como deposito de la memoria, sino que están vivos y expresan concretamente la idea y la fuerza de la naturaleza.

Si queremos entrar en un mundo operativo, hay que comprender los acordes, las sutilezas del sistema, sino podemos caer en una visión muy intelectual y abstracta y en generalidades en las que todo parece lo mismo.

La importancia del simbolismo del centro

El simbolismo primero es el simbolismo del Centro, lugar que señala un cruce y/o una emanación de fuerzas. Del Centro nace todo, por eso hay que encontrar el o los centros, los polos que permitirán el cruce, es decir la unión de los contrarios, lugares donde surge la creación.

En muchos mitos precolombinos el centro se simboliza con un nudo, que en vez de trabar, destraba. Este nudo ata las energías y las promueve como siddhis, como poderes canalizados.

Para los egipcios el nudo es el símbolo de la magia (Heka). Los romanos implementaron las bases de la geografía sagrada que se aplicaron en todo
Occidente. Cuando construían un campo militar o una ciudad, lo primero que realizaban era trazar los dos ejes cardinales: cardo y decumanus. El decumanus ya proviene de la tradición etrusca, es el eje Este – Oeste. Y el cardo, o perpendicular, es el eje Norte – Sur.

Si estudian una ciudad de origen romano, o que los romanos ocuparon, en general usaban los ejes que encontraban y les daban una forma regular, una forma geométrica. Así respetaron integrándola, la herencia de otros pueblos, canalizándola, aprovechando así los conocimientos de los pueblos locales y las propias energías propias del lugar.

Cuando los Romanos llegan a Paris y encuentran un camino Norte-Sur que venia del neolítico uniendo los países escandinavos e Inglaterra con el Sur de
Francia, yendo hacia Italia y España, los Romanos, lo trazan y lo formalizan. El camino en si existía básicamente, pero ellos lo trazan con un teodolito y
hoy todavía, sobrevive el cardo romano en la calle Saint Jacques y Saint-Denis.

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La catedral de Notre-Dame de Paris

La catedral de Notre-Dame tiene la misma orientación que el curso “Real del Sena”, un lugar donde el río hace una curva y mantiene su curso recto durante unos kilómetros. Ese pequeño trayecto recto marca la orientación del eje Este-Oeste, de la ciudad, simbolizando la unión del agua y de la luz. La catedral de Notre-Dame emplea este eje
para la orientación de su nave y también la vía triunfal de los Campos Elíseos.

Si se estudia un poco este tema, se va entendiendo la inteligencia de la ciudad. Esto coincide en Paris con fechas en relación con el calendario de Santos, como el combate de San Jorge con el dragón, el día de los muertos, etc.

La función simbólica del tiempo

El tiempo mueve al espacio aunque el espacio no se mueva. Cuando estudien un edificio, tienen que verlo en el tiempo, en el día, en una estación y en un año. Comprenderán su vitalidad, sus cambios de apariencia, sus momentos propicios, su calendario y momentos ritua les más
eficaces.

Los antiguos conocían los misterios, de la orientación y el calendario. Nosotros hemos perdido las claves, pero debemos recuperarlas. Interrogarnos a partir de este paradigma y desvelar lo que está oculto en apariencia en estos monumentos.

No creo que sólo se despierten los discípulos. Creo que estos edificios sagrados se pueden despertar cuando hay discípulos. Así devolvemos a la tradición y a los maestros lo que nos han dado. Éste es un trabajo de retorno que podemos hacerlo nosotros. No es tan difícil, simplemente, no hay que ser fantasioso. Hay que tener paciencia. Es un bello camino que permite despertarse despertando.

Entrar en el tiempo mítico, en el tiempo ceremonial es comprender el calendario, el tiempo sagrado y su actualización temporal en momentos regeneradores, o sea las fiestas. Si recuperamos el sentido de las fiestas, sabremos como se regenera el individuo y el lugar.