Visita al Poblado Íbero Cerro de la Cruz en Almedinilla Córdoba- España

Organizado por el Instituto Hermes de Granada, un grupo de herméticos y amigos del Instituto, visitamos el Poblado Íbero Cerro de la Cruz, en Almedinilla, provincia de Córdoba. Es este un poblado de la Baja Época Ibérica (siglos II-III a.C.) que mantiene la característica de otros asentamientos Íberos, un poblado en alto, construido en una ladera, en terrazas escalonadas, aprovechando la estratigrafía para la visibilidad y como defensa natural. El poblado no tiene una muralla definida, o al menos no ha sido escavada, pero los propios muros de piedra de las casas servirían de defensa.

Las casas presentan un sócalo de piedra para evitar la erosión por el agua y arriba se mantienen muros de ladrillos de adobe. En algunas casas se observa la base de las ventanas. Hay restos de muros que indican la construcción de una segunda planta, hecho este, que hace que el Poblado Cerro de la Cruz,  sea el único en España con esta característica.

Se diferencian los lugares de hábitat de los lugares de trabajo. El modelo de casas es de arquitectura popular realizada con cañas y arcilla sobre tirantes de madera para sostener el altillo, que se asienta sobre un pilar central. El altillo cumple la función de dormitorio. El suelo es de tierra compactada. El fuego podría estar tanto dentro como fuera, puesto que los materiales que utilizaban para la construcción absorbe el humo y por otro lado utilizaban leña que no hace demasiado humo, como la de encina, muy abundante en la zona. Las ventanas son pequeñas, para no perder calor se tapaban con pieles o telas, lo mismo que las puertas. En la parte baja se encuentran el telar, el molino rotatorio de piedra y la despensa con sus tinajas para cereales. En uno de los almacenes de una de las casa de la parte de arriba, en el momento de la destrucción del poblado, se encuentran al menos 44 ánforas de gran tamaño, colocadas en dos hileras en torno al perímetro de la habitación, que apenas dejaban espacio para pasar. También se han hallado dos tinajas griegas, lo que indicaría la precencia del comercio con otros pueblos.

En una de las casas reconstruidas se encuentran tres piedras en el suelo sin escavar aun, que se piensa puede ser el enterramiento de un niño, puesto que los niños eran enterrados dentro del hogar. Es de destacar el papel importante que tenía la mujer en la vida familiar, como centro de la educación de los niños y mantenimiento del hogar. Hacían  la mayor actividad al aire libre o en el porche.

Se han encontrado gran cantidad de aljibes que se alimentaban por aguas procedentes de los manantiales y con agua de lluvia canalizada a través de tuberías de cerámica. En las casas de arriba se conservan muros originales de hasta 3 m de altura, lo que hace que este poblado sea tan importante. En muy pocas partes se ve el encalado de los muros, que hacían con cal de la zona.
1º
Recién en la década de los 90 se ha puesto en valor este yacimiento, haciéndose la cubierta en el año 2006. Ha sido excavado en un 2%, y se han encontrado esqueletos de 2,72 m y 2,75 m de altura, aunque los huecos de las puertas son bastante más bajos.

En la parte alta del poblado estaría la acrópolis, con edificios públicos y religiosos. Se estima que hubiera tenido una población de 1500 a 2000 habitantes. Con una organización social muy desarrollada.

La destrucción del poblado del Cerro de la Cruz no fue por casualidad. Se estima que fue intencionado y que se impidió el regreso de los pobladores que habían huido, así como reconstruir el poblado y volverlo a ocuparlo. Los habitantes no tuvieron tiempo de recoger casi nada. Es por ello que, tras las excavaciones, se encontraran los restos del poblado tal y como estaba cuando fue destruido.

Las pruebas practicadas sobre los restos humanos hallados confirman la muerte violenta sufrida por sus habitantes. Se localizaron los cuerpos de dos adultos que presentaban golpes de arma blanca en distintas partes del cuerpo. Las heridas óseas son prueba de su intento de defenderse de su contrincante, que terminaron por derribarlos.

El guía que vive y transmite esa vivencia con entusiasmo y amor por el yacimiento, nos muestra también la reconstrucción de un horno de alfarero, donde se hacían las tinajas de almacenamiento, las urnas y los utensilios domésticos. Utilizaban el torno de alfarero que había entrado en la península con los tartesios. La característica de la cerámica íbera es su base pequeña y su alta calidad. La decoración se hacía antes de llevar la pieza al horno, con óxido de hierro de la zona mezclado con arcilla muy depurada y con carbón vegetal también mezclado con arcilla. Las urnas presentan tapaderas dentadas con una pequeña marca para que encaje perfectamente. El horno en época íbera llega a 1300 grados de temperatura lo que le da una consistencia a la cerámica que se pierde en la época romana, y esto hace que la cerámica íbera se de tanta resistencia y perdurabilidad.