Fernando Schwarz
La tesis actual afirma que el hombre moderno dejó África hace unos 60 000 años, antes de extenderse gradualmente sobre el planeta hasta el puente terrestre de Bering.
Este artículo ha sido redactado a partir de un documental de la cadena europea de televisión Arte, La nueva historia de los primeros hombres. Es uno de los pocos ejemplos de la dificultad de la colectividad científica para cambiar de paradigma.
Aunque los descubrimientos fueron publicados entre cincuenta y quince años atrás y en numerosos sitios del Norte y
Sur de América, solo han comenzado a ser considerados creíbles desde hace un par de años. Sin hablar de la difamación que sufrieron sus autores.
La llegada de los primeros hombres al continente americano sigue siendo un misterio. En este continente, uno no debería encontrar una presencia humana anterior a 15 000 años. La nueva investigación arqueológica está redistribuyendo las cartas.
La Edad de Hielo comenzó hace 2.6 millones de años y terminó hace 12000 años, pero la temperatura no fue constante. El nivel del hielo cambió varias veces y remodeló el paisaje. Hace 20 000 años, la Edad de Hielo estaba en su apogeo.
Las nuevas investigaciones arqueológicas se han centrado en la posibilidad de encontrar un pueblo que hubiera sobrevivido a este mundo de hielo, lo que va en contra de todo lo que enseñan los libros de historia.
La tesis actual afirma que el hombre moderno dejó África hace unos 60000 años, antes de extenderse gradualmente sobre el planeta hasta el puente terrestre de Bering, que conectaba Asia con América, pero el acceso norte a América estaba bloqueado por una pared de hielo infranqueable. Una enorme capa de hielo de 3000 m de espesor se extendía desde Yukón en Canadá hasta lo que hoy es Nueva York, y era dos veces más alta que la altura de nuestros rascacielos. Un glaciar de 41 millones de km², sin plantas ni animales.
Ciprian F. Ardelean (arqueólogo de la Universidad de Zacatecas, México), no está de acuerdo, cree que los humanos cruzaron esta plataforma de hielo y pudieron descender a México, miles de años antes de que el hielo se derritiera.
Ciprian Ardelean investigó en el centro de México, la cueva de Chiquihuite, a casi 3000 m de altitud. Allí hizo un descubrimiento sorprendente: piedras cuyos bordes habían sido trabajados, herramientas en cortes o raspados, pero en teoría, ningún humano había llegado a este continente. Esta cueva, en realidad, estaba llena de herramientas: “si había herramientas es porque había humanos para hacerlas: se analiza el material sedimentario”. Las fechas sugieren 27 000 años +/- 2500 años. Algunas capas de sedimentos podrían tener hasta 30 000 años de antigüedad; esto iba en contra de lo
que se pensaba.
En 2020, el descubrimiento de Ciprian Ardelean fue noticia en todo el mundo y tuvo gran repercusión. La prestigiosa revista Nature publica el resultado de estos descubrimientos. Pero, después de la emoción, los especialistas analizaron los hallazgos de Chiquihuite y los cuestionaron: lo calificaron como un error de evaluación de los datos. Lo que en realidad fue rebatido más tarde.
El problema era si estos objetos habían sido hechos por el hombre o formados naturalmente tras la caída de rocas que habrían chocado entre sí. ¿Fue realmente hecho por la mano del hombre? Alguien que lo mirase de lejos podría pensar que fue un proceso natural, excepto por el hecho de que estas herramientas no podían ser el resultado del azar.
A pesar de este descubrimiento, la fecha oficial de la llegada del hombre a América no se mueve, permanece fija en menos de 15 000 años. Ciprian Ardelean vuelve al trabajo, más decidido que nunca. Buscó otra cueva. A 100
km de la cueva de Chiquihuite, se encuentra el abismo de las golondrinas.
A una profundidad de 12 m conduce a una gran caverna. Una capa de car bono fue datada al menos en 16 000 años de antigüedad. En las capas más profundas, Ciprian Ardelean encuentra dos nuevos huesos, con marcas que podrían ser humanas, muescas que podrían datar de 17 a 20 000 años. A 5400 km de distancia, en el Yukón canadiense, en el extremo
oriental del puente terrestre de Bering, Lauriane Bourgeon, arqueóloga francesa (Universidad de Kansas, EE.UU.),
estaba interesada en las cuevas de Bluefish, cuando estudió en Francia. Ya en los años 70, un arqueólogo de Quebec, Jaques Cinqmars, había hecho un descubrimiento que sugería una presencia humana más antigua descubriendo herramientas de piedra y miles de huesos de animales: para él estos huesos habían sido trabajados por el hombre. A pesar de haber pasado 30 años en este sitio, estos descubrimientos nunca han sido aceptados unánimemente. Sus detractores criticaron la validez de su método de datación. A falta de fondos, murió sin haber podido completar su trabajo, pero su historia intrigó a Lauriane Bourgeon, quien comenzó a volver a estudiar este sitio.
Finalmente, encontró recortes (en la mandíbula de un caballo) que mostraban la intervención del hombre. La mandíbula enviada al laboratorio de la Universidad de Oxford lleva la datación alrededor de 24 000 años, y allí ha cambiado completamente su visión.
El área de Bluefish era una anomalía climática; la mayor parte de Canadá estaba atrapada bajo el hielo, pero el norte de Yukón era una vasta llanura de pastos y arbustos con un enorme lago donde los mastodontes venían a beber y pastar. Las cuevas proporcionaron una situación ideal para detectar y atrapar presas. El equipo explora la cueva N°4, mencionada por Jacques Cinqmars que no había explorado. Jacques Cinqmars entendió muy bien que los pueblos indígenas tienen un excelente conocimiento de su región, por lo que intercambió información con ellos.
Soyun Cère, mestizo de Yukón, declara: “En la escuela no me enseñaron nada al respecto, es como si los pueblos
autóctonos no existieran. En la universidad me enseñaron que habíamos estado aquí durante 12 000 años, que éramos asiáticos de Asia. ¿Cómo es que los arqueólogos argumentan que solo hemos estado aquí durante 12 000 años?”
Hasta ahora, han prevalecido cuatro teorías principales para explicar la llegada de los pueblos indígenas a las Américas:
1492, 1er paradigma
Cuando los primeros exploradores europeos descubrieron el Nuevo Mundo, y maravillas como las pirámides mayas o las murallas en piedra del Cuzco Inca, inmediatamente inventaron la historia de sus orígenes.
Luiseach Nic Eoin (editora de la revista “Nature”): “Los colonos europeos asumieron que no era obra de estos
pueblos indígenas y que se lo debemos a las tribus perdidas de Israel y que realmente se habrían perdido. Era imposible para ellos concebir que fueran los pueblos indígenas”.
1750: 2° paradigma
250 años después, los arqueólogos reconocen que fueron efectivamente los pueblos indígenas quienes construyeron estas maravillas. Pero para establecer la cronología, se basan en los conceptos bíblicos, como la idea de que el mundo fue creado
en 4004 a.C., lo que ha impedido la concepción de una temporalidad más antigua.
Siglo 20: 3er paradigma
A finales del siglo 19, la teoría de la evolución de Darwin difundió las ideas de la prehistoria, la mega fauna, y de la Edad de Hielo.
En 1932: 4° paradigma
En Nuevo México, cerca de la ciudad de Clovis, se encontró una punta de lanza en un esqueleto de un mamut, una especie extinguida hace más de 10 000 años. Este pueblo cazador se llamó el pueblo Clovis y se cree que emigró hace unos 13 000
años de Asia a América del Norte.
“La invención del pueblo Clovis fue bellamente elaborada para satisfacer a los científicos europeos: había una combinación de hermosas herramientas de piedra, espigas estriadas y evidencia de caza mayor. Los arqueólogos acuerdan declarar oficialmente al pueblo Clovis como el primer y único pueblo Paleo-americano. Los arqueólogos han imaginado que el mismo grupo ocupó todo el continente”.
“La idea de un pueblo Clovis que pobló el continente hace 13 000 años ha echado raíces. El dogma oficial rechazó el creciente número de pruebas que confirman la existencia de sitios mucho más antiguos en toda América, desde Yukón hasta Brasil”.
Pero en 1977, un gran descubrimiento en una finca en el sur de Chile (Monte Verde) cambió la situación. Tom Dillehav (antropólogo de la Universidad de Vanderbilt, EE.UU.) descubre restos de madera, ropa, alimentos perfectamente conservados en una turbera. Inicialmente cree que el sitio data de hace 2000 años y los geólogos le informan que estas capas datan de hace 14 000 años en otros sitios de la región. “Dije que es imposible, no hay depósitos humanos tan antiguos”. Convencido de que los geólogos estaban equivocados, analizó los restos humanos con carbono-14 y la datación
confirmó 14 500 años. Tom Dillehav dice: «Veinte colegas firmaron una carta al presidente de la universidad diciendo que debería ser despedido por atreverme a mencionar el sitio arqueológico de Monte Verde. Esta carta también mencionaba que nunca había tenido un doctorado, lo cual es totalmente falso.». “Si ellos me atacan, yo también los ataco a ellos”.
Fechó cientos de artefactos, detallando cada resultado, evidencia de apoyo, y luego invitó a sus detractores a venir y tomar su propia decisión. Tomará 30 años iniciar un cambio. Los animales ya estaban migrando de un continente a otro antes del apogeo de la Edad de Hielo. Dependiendo de las variaciones climáticas, la capa de hielo que cubría Canadá alcanzó
su nivel más alto hace 2000 años; pero cuanto más atrás en el tiempo, – 30 000; -40 000; -50 000 años, las temperaturas eran más cálidas: “mientras que los primeros humanos pudieron migrar de África a Asia ¿Se nos dice que se habrían detenido abruptamente mientras los mamíferos iban y venían, y que los humanos no se habrían detenido hasta ahora? Es absurdo”.
Paulette Steeves (arqueóloga de la Universidad Algoma Cree y Métis Peoples – Canadá) dice: “Si manadas de animales cruzaron América del Norte antes de que se formara la plataforma de hielo, ¿por qué los humanos no lo habrían hecho? ¿Por qué los hombres no habrían seguido a su presa?”
La prueba decisiva se encontró, en el nuevo Parque Nacional White Sands, (Nuevo México, EE.UU.). En un área fuera del alcance del público, David Bustos, guardabosques del parque, descubre enormes huellas de mamut con zancadas de casi 4 m luego de una gran inundación. Mientras levantaba la arena, la tormenta acababa de limpiar una capa muy vieja de yeso con muchas huellas fosilizadas. Había huellas de pies humanos junto a las de los mamuts… Extinguido hace 10 000 años, el mamut es uno de los muchos gigantes de la mega fauna y sabemos que los humanos lo cazaron antes de su extinción,
pero la pregunta es: ¿desde cuándo?
David Bustos, contacta con uno de los principales expertos en huellas, Matthew Bennett, que ha estudiado huellas fosilizadas en todo el mundo. Proponen a Kathleen Springler y Jeff Pigati, miembros del Instituto de Estudios Arqueológicos de los Estados Unidos, determinar oficialmente las fechas de las huellas. En un estrato, los dos investigadores detectan pequeños puntos negros del tamaño de una cabeza de alfiler. Las capas de semillas quedaron atrapadas por encima y por debajo de todas estas huellas y no solo en la superficie. En algunos lugares, se encontraron
semillas incrustadas en las huellas, lo que permitió una datación precisa.
Jeff Pigati: “Tienen entre 23 y 21 000 años de antigüedad, es decir, sí son viejos. Al enterarnos de esto, nos quedamos atónitos. Esto es de 8 a 10 000 años antes de Clovis y quizás entre 5 y 7000 años antes de la mayoría de los sitios pre-Clovis. Los hombres vivían aquí antes del máximo de hielo: el elemento clave es esta enorme plataforma de hielo. De hecho, estaban aquí antes de esta barrera; esto pone en duda toda la historia del asentamiento de las Américas; es un
paradigma completamente nuevo. Ya no se puede negar que se trata de huellas humanas. Todo sugiere que estos
son rastros de hombres que vivieron en Nuevo México durante el último periodo máximo de hielo. La datación por carbono-14 es inequívoca. Se trata de 100 muestras: la prueba es irrefutable. El hombre estaba allí en el corazón del continente hace más de 20 000 años. Nunca lo anticipé. No estaba preparado para ello y todavía siento que no estoy realmente listo para ello. Decir que estos hombres no tenían la antigüedad que yo pensé fue simplemente alucinante”.
En Brasil, se están llevando a cabo nuevas investigaciones. Thais Pansani (paleontóloga de la Universidad de Brasil) se dedica al estudio del perezoso gigante y su relación con el hombre. Apareció en América del Sur hace 30 millones de años; hay poca información sobre su encuentro con los humanos. Para tratar de resolver este misterio, estudia huesos de perezosos descubiertos en un sitio en el centro de Brasil en los años 80. La colección cuenta con 8000 fragmentos. En una caja datada en 27 000 años, observa varios osículos que se destacan de los demás. Los hombres habrían tallado estos objetos perforados y pulidos para hacer adornos y joyas. Dos preguntas: ¿Estas perforaciones fueron hechas por el hombre? ¿y en ese caso, se prueba que esta modificación se hizo en huesos y cadáveres frescos? Si la paleontóloga tiene razón, el hombre estaba en el centro de Brasil hace 27 000 años, tal como Ciprian Ardelean lo vio en México, lo
que sería una prueba más de que los humanos cruzaron los glaciares mucho antes de lo que pensábamos. Los
pequeños osículos provienen del sitio de Santa Elina en Brasil y fueron descubiertos en 1984 por la pareja Vialou
(Aguada y Denis).
La pareja Vialou explica que el sitio es excepcional y cubre un período de 2000 a 27 000 años atrás por tres métodos de datación. En 2011, la pareja publicó sus conclusiones: es el primer y único sitio en toda América donde se demuestra una ocupación durante 25 000 años.
Thais Pansani vuelve a centrar la atención en Santa Elina. Ha pasado los últimos cuatro años
observando pequeños osteodermos bajo un microscopio electrónico. Ve muchas cosas que prueban que estos objetos fueron moldeados por el hombre. Ella está tratando de encontrar la técnica que los hombres aplicaron a los osteodermos, en particular a los huesos del perezoso gigante transformándolos en joyas. La micro fluorescencia del microscopio electrónico revela que todas estas transformaciones fueron hechas por el hombre en huesos frescos, contemporáneos con el perezoso gigante hace unos 27 000 años.
Ciprian Ardelean fue a la Universidad de Sao Paulo en Brasil, donde se guarda la colección de los restos de Santa Elina (8000 piezas), para examinar y centrarse en las capas más antiguas entre 23 y 27 000 años. “Pensé que había encontrado una especie de parentesco tecnológico y formas idénticas a Chiquihuite”. Las cuchillas rascadoras no solo tienen la misma forma, sino que parecen haber sido cortadas con la misma tecnología.
Sitios similares no significan necesariamente que estemos en presencia de la misma tribu, son personas de la misma cultura; las herramientas están hechas de la misma manera.
Las técnicas de fabricación de herramientas observadas por Ciprian Ardelean vinieron del Sur antes de ser mejoradas en el Norte, esto sería un signo de una migración del Sur al Norte.
Estamos en los albores de una nueva era para la arqueología prehistórica americana.