El cardenal Basilio Besario y el resurgir de la filosofía platónica en el Renacimiento

Günter Breitegger

1ª Parte: El concilio de la reunificación

El Renacimiento no surgió como “por casualidad”. Una serie de personalidades de la Europa occidental así como de la iglesia oriental bizantina ya venían
poniendo sus esfuerzos en dar a conocer de nuevo a Platón, la lengua griega, la traducción de textos griegos, así como impulsando la reunificación de la dos iglesias separadas por el cisma. Entre éstas se encontraban Nicolás de Cues, Jorge Gemisto Pletón y el cardenal Basilio Besario.

La situación previa

El Renacimiento, el periodo que comienza con el siglo XIV, fue en primer lugar una lucha por la revitalización y el resurgir evolutivo de la civilización humana. Quería revivir los ideales de la Antigüedad, principalmente a través de la herencia griega de la filosofía de Platón así como a través de la herencia científica y artística clásica.

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En los comienzos del s. XV, Homero seguía totalmente olvidado y casi nadie en toda la católica Europa occidental había leído una
obra de Platón. Nadie conocía estadistas ni pensadores como Solón o Jenofonte, pocos habían oído de la existencia de Arquímedes o Pitágoras, y la obra dramática de Sófocles y Esquilo dormía desde hacía siglos en el olvido. La misma lengua griega había caído en el olvido dentro de la Europa católica. La cúpula de la iglesia no sabía leer el texto original del Nuevo Testamento porque estaba escrito en griego, la lengua principal de la iglesia primitiva.

Sólo se conocían unos pocos manuscritos a través de traducciones del árabe, pero eran principalmente pensadores como Aristóteles. A parte de algunas, pocas, copias de su Timeo, a Platón sólo se le conocía a través de comentaristas paganos antiplatónicos y de acotaciones de los Padres de la Iglesia como San Agustín que indirectamente se refirieron a él.

En este periodo inicial, se fueron redescubriendo poco a poco modelos del mundo alternativos que conducían a profundos enfrentamientos filosóficos y que finalmente desembocaron en el ingenioso Renacimiento italiano. De repente empezaron a
reaparecer diálogos de Platón que se traducían al latín y se publicaban con comentarios. En el año 1438, y tras la caída de Constantinopla, llegaron a Florencia a parte de Platón, también escritos neoplatónicos: escritos de Plotino y Proclo, también escritos herméticos atribuidos a autores míticos como Hermes Trismegisto, Orfeo, Pitágoras y Zoroastro. Fueron redescubiertas las visiones del mundo de los estoicos así como de los epicúreos.

Este impulso a la evolución cultural que tuvo lugar en occidente a través del redescubrimiento de Platón la hemos de agradecer en primer lugar a algunos eruditos
bizantinos. El pensamiento de Platón, el Neoplatonismo y también determinados comentarios a Aristóteles de los Padres de la Iglesia griegos así como escritos
herméticos provocaron en el Imperio bizantino un nuevo planteamiento de los valores y de la divinidad.

Gracias a la llegada de eruditos bizantinos, los estudiantes y letrados de Florencia pudieron a partir del 1400 aprender griego y traducir piezas sueltas de escritos
platónicos del griego al latín.

Sin embargo, los fundamentalistas ortodoxos desde comienzos del s. XV hicieron de todo para destruir o esconder todo tipo de libros en griego, a excepción de la Biblia y las obras de algunos autores cristianos elegidos.

Bajo estas circunstancias, algunos sabios de oriente y occidente trabajaron conjuntamente para dar nueva vida a la herencia griega, en especial el pensamiento
platónico, y así romper las rígidas estructuras medievales de occidente. Uno de los principales objetivos políticos era la reunificación de la iglesia occidental romana con la oriental ortodoxa, algo que se veía favorecido por la presión que ejercían los invasores turcos en aquel momento sobre Constantinopla.

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En oriente fue Jorge Gemisto Pletón el que se situó a la cabeza del movimiento para la reactivación del platonismo. En Europa occidental fue el poeta y diplomático Francisco Petrarca (1304-74). Petrarca a su vez se inspiró en el gran poeta y humanista Dante Alighieri (1265-1321).

La situación que rodeaba a este movimiento era la de una Europa minada por crisis de todas clases. Empezando por la “muerte negra” -la peste-, de la que gran parte de la población cayó víctima, y acabando con la decadencia de los dirigentes políticos y eclesiásticos debido a su codicia y afán  de poder. A partir del 1309, la iglesia católico-romana se vio profundamente quebrantada a raíz de la llamada “cautividad babilónica” del papa. La sede de papal se trasladó de Roma a Avignon, en la Francia actual. La nueva Ciudad Santa se convirtió en una “Babel del pecado”, con prostitución, orgías y excesos de toda clase como, entre otras cosas, describe Petrarca. Los contra-papas se encargaron de dividir aun más la
Iglesia.

Petrarca comprendió que la reforma de la sociedad sólo sería posible a través de mejores fundamentos filosóficos. Para llevarla a cabo quería fundar un movimiento para jóvenes a los que se instruiría en los grandes pensadores y civilizaciones así como en los logros culturales y científicos del pasado. El movimiento debería de estar fundamentado sobre todo en las ideas platónicas y el desarrollo del intelecto. “La masa alaba a Aristóteles,
grandes hombres alaban a Platón”, escribe Petrarca en 1368, en su libro “De sui ipsius et multorum ignorantia” (Sobre su misma ignorancia y la de muchos otros).

Pero aquel que quisiera redescubrir el pensamiento de Platón tenía por fuerza que saber griego. Petrarca, al principio, no encontró un sólo letrado en el círculo de la iglesia católica que supiera griego. También se necesitaban los textos griegos, pero tampoco se podía encontrar un sólo manuscrito en esa lengua.

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Petrarca murió en el 1374 pero su aspiración siguió viva. Sus compañeros en aquella lucha, en especial los de Florencia, la continuaron: Piero di Salutati, Manuel Crisoloras y Juan de Ravena se dedicaron a coleccionar manuscritos antiguos y a reavivar la lengua griega. Se comenzó con un movimiento de jóvenes que acababa de nacer. Les encargaban buscar antiguos manuscritos griegos, latinos y árabes, traducirlos, copiarlos y difundir la lengua griega. En toda Italia se les conocía como los
“cazadores de libros”.

Bajo la dirección de Crisolaras se tradujeron en Florencia, entre los años 1397 al 1400, los siguientes textos de Platón: El Estado, Las Leyes, Gorgias, y Fedro. El traductor más importante de la primera generación fue el humanista Leonardo Bruni, de Arezzo (1374-1444). Bruni tradujo también partes de El Banquete y de la Ética a Nicómaco de Aristóteles.

El trabajo de traducción fue coronado más tarde con la obra de Marcelo Ficino que en 1484 publicó las obras completas de Platón en latín.

La tradición platónica en la Edad Media

En la Edad Media existieron tres corrientes de transmisión del conocimiento platónico que persistieron enfrentadas entre sí y asiladas unas de las otras:

La tradición cristiano-latina

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En esta corriente no se había conservado prácticamente nada, excepto los comentarios al Timeo de Calcidio. Calcidio fue un filósofo
neoplatónico, especialmente influenciado por Porfirio, que vivió en el s. IV. Los comentarios contenían también una traducción de las primeras partes del Timeo de Platón. Había también una traducción del Fedón hecha por Apuleyo en el s. II, pero que no se
pudo comprobar más tarde. Es decir, que el platonismo dentro de esta corriente se alimentaba principalmente de citas o referencias a Platón de Agustín, Cicerón y sobre todo de Dionisio Aeropagita, un neoplatónico del mismo s. V-VI. A pesar de que en el s. XV se hizo posible volver a conocer a Platón el acceso era problemático porque siempre se veía confrontado al síndrome platónico de la Edad Media, que estaba influenciado por los arriba mencionados autores: Agustín, Cicerón y
Dionisio.

La tradición árabe

Esta corriente no se remonta al contacto directo con los griegos sino con los cristianos sirios que en diferentes oleadas, primero en el siglo V y luego sobre el año 800, llevaron su conocimiento de la cultura griega a Bagdad y al mundo árabe. Alrededor del año 800
surgieron las primeras traducciones árabes de Platón y esta dedicación a él se siguió conservando en cierta medida. El nivel de conocimiento de Platón de los árabes en los siglos IX y X supera cuantitativamente todo lo que tenía a disposición el mundo cristiano de la edad media hasta el siglo XIII. Hacia el final de la edad media y por mediación de doctos judíos, este conocimiento comenzó también a formar parte de la tradición cristiana. Pero esto sucedió en tiempos en los que la tradición cristiana había empezado a perder su rigidez, a abrirse en muchos aspectos, y cuando todo volvió a entrar en movimiento y a haber comunicación.

La tradición bizantina

La tradición platónica más importante en la Edad Media es probablemente la bizantina. En todo caso es la más continuada y, de hecho, la que conserva el hilo desde el cierre de la Academia hasta los días de Marcilio Ficino en Florencia. Dentro de esta línea de transmisión, vale también decir que al principio tampoco se hacía mucha distinción entre los neoplatónicos e intermediarios como Dionisio. En Bizancio sin embargo, ya en Edición en italiano de los Comentarios al Timeo la Alta Edad Media se cultivó un especial interés gramatical y filosófico por la lengua de Platón. Un suceso decisivo ocurrido en el Bizancio, de siglo XI, dio a luz el
renacimiento filosófico del platonismo verdaderamente centrado en el mismo Platón. Ese acontecimiento va unido al nombre de Miguel Psellus. Él fundo una transmisión del platonismo filosófico que comenzando con él, alcanzó el siglo XV a través de sus alumnos sin interrupción.

Uno de los transmisores bizantinos que también logró introducir un camino al Renacimiento Platónico en el ámbito mundano-diplomático fue Basilio Besario.

Basilio Besario: juventud, educación y preparación

Este teólogo y humanista bizantino nació en Trapezunt (hoy Trapzon), al este de Turquía en la costa sur del Mar Negro, en 1403. Trapezunt era un importante cruce de caminos y centro de comercio mundial. Desde allí salían las rutas hacia el lejano oriente. Era el puesto más alejado de la cultura europea.

Estudió en Trapezunt y más tarde en Constantinopla. En 1423 entró en la orden de San Basilio, tomando el nombre del eremita egipcio Bessarion. En 1426 fue consagrado sacerdote. Tras permanecer un tiempo en un monasterio de Selymbria, al oeste de Constantinopla, Besario pasó cinco años de estudio en el círculo de Pletón en Mysitra, en el Peloponeso, cerca de la antigua Esparta (1431-1436).

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Jorge Gemisto Pletón significó la cima de la formación de Besario. Fue una de las figuras más memorables de la literatura y la filosofía bizantina. Pletón nació en 1355 en Constantinopla, en el seno de una prestigiosa familia. En 1380 estuvo en la corte de los Osmanes en Brusa, en Asia Menor, presenciando las clases del judío Ellissaios, un politeísta que fue condenado a la hoguera por sus ideas religiosas. Después de su muerte abandonó la corte y se fue a Mystira en 1383. El nombre de Pletón se lo puso más tarde y era un sinónimo de Platón. Pletón fue extremadamente polifacético: matemático, teólogo, filósofo y platónico. También ejerció como juez y se encargó de las relaciones internas y externas de la corte de Constantinopla. Su consejo era muy solicitado en cualquier empresa que abordara el gobierno. Naturalmente no faltó en el séquito imperial que fue al concilio de Florencia, donde se hablaría de la unificación de las dos iglesias.

Su postura como maestro de filosofía no era ni es realmente clasificable, ya que él se inscribía completamente en la línea de la tradición antigua. Siguiendo el ejemplo de Platón, reunió en torno a sí alumnos a la manera de una sociedad secreta o de una academia, a los cuales diferenciaba entre discípulos exotéricos y esotéricos. Más tarde, se encontrarían réplicas de esta institución entre los humanistas italianos.

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Como platónico rechazaba la visión del mundo aristotélica tan extendida por entonces, postura que reflejaría en su obra: “De Platonicae et Aristotelicae philosophiae differentia”. Todos los teólogos que se apoyaban en la doctrina aristotélica adaptada a la conveniencia de la iglesia vieron en ella la imagen del enemigo. Se llegó incluso a enfrentamientos dentro de la iglesia bizantina, disputas que luego se extendieron también a la zona latina. La
doctrina de Platón debía servir para implantar un nuevo sistema. Algunos escritos de Pletón fueron destruidos por sus contrarios después de su muerte. Enseñaba la inmortalidad del alma humana y defendía la doctrina de la reencarnación de las almas. También hablaba de la doctrina de las virtudes del ciudadano y la del estado. La obra de Pletón no llegó nunca al público general porque quedó únicamente en manos de sus discípulos.

Lo que sorprende es que precisamente Besario, un monje religiosamente convencido y que más tarde llegó a ser obispo, asistiera a la escuela de este librepensador y, lo que es más, que fuera incluso uno de sus discípulos más cercano. Un espíritu libre y pagano como Pletón no tenía utilidad para los especialistas en teología de entonces. Besario, profundamente convencido de las doctrinas de Platón, se convirtió al final en el mensajero diplomático entre aquellos dos mundos.

Besario fue un diplomático nato. Esta su cualidad fue muy valorada, y ya anteriormente se le había encargado mediar en las negociaciones diplomáticas entre Bizancio y Trapezunt cuando se necesitaba alcanzar una alianza entre las dos ciudades-estado ante la amenaza del peligro turco. Esta capacidad diplomática fue decisiva para su carrera de ascensión en la jerarquía eclesiástica.

Con estos éxitos, en 1436 fue nombrado abad de un monasterio en Constantinopla. En 1437 siguió su elevación a Arzobispo de Nicea. Este ascenso obedeció posiblemente a la intención de enviar a un dignatario de rango superior como representante en las negociaciones para la reunificación con la iglesia romana.

El concilio de la unificación en Ferrara- Florencia (1438-1445)

La amenaza de los turcos constituyó el elemento externo que hizo necesarios todo tipo esfuerzos diplomáticos para alcanzar la reunificación de las dos iglesias de oriente y occidente separadas.

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En occidente, Nicolás de Cues y Traversari allanaron el camino para el Concilio Florentino encabezando una delegación a Constantinopla. Al final, se dirigieron a Italia 700 griegos -entre ellos cuarenta altas dignidades, como el emperador bizantino Juan VII y el patriarca de la Iglesia Ortodoxa José II- con la intención de unir ambas iglesias. Pletón, a sus 83 años, también iba con la delegación ortodoxa. En realidad fue justamente esta afluencia de sabios, muchos de los cuales después se quedaron en occidente – también Besario-, el verdadero punto de apoyo para poner en marcha el Renacimiento.

Los esfuerzos por parte de Cósimo de Medicis fueron igualmente esenciales por el lado occidental. Tras algunas dificultades, Cósimo llegó a ser señor de Florencia en 1434 y conocido promotor del arte y el humanismo. El concilio se pudo hacer sobre todo porque la casa bancaria de Cósimo de Médicis corrió con los gastos de todos los participantes del concilio.

El objetivo del concilio era superar el cisma existente desde 1054 entre la iglesia oriental y la occidental y alcanzar la unión de católicos romanos y griegos ortodoxos. Lo interesante es que la cuestión central del concilio no fue el credo de las dos iglesias
sino que se centró en el método y en valor del hombre.

El arzobispo condujo las negociaciones por parte bizantina y pronunció un notable discurso por la reunificación basado en principios platónicos.

Pletón también jugó un significativo papel en el concilio. Escribió una comparación de la filosofía aristotélica y la platónica: “De differentis Aristotelis et Platones”, con la intención por una parte de limpiar el platonismo ante los ojos de los latinos y, por otra, poner al descubierto los errores en las interpretaciones aristotélicas de los latinoromanos. Este compendio representaba la salvación del honor de Platón, ya que los latinos encumbraban a Aristóteles por encima de Platón. Lo hacían siguiendo al árabe Averroes, que consideraba la doctrina natural aristotélica la perfecta coronación de toda sabiduría.

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Los platónicos enseñaban una doctrina que al fin y al cabo podían aceptar las dos iglesias y que por lo tanto haría posible la unión de
oriente y occidente. Se podía enlazar el principio de lo uno y de lo múltiple. Se reconocía el principio de la capacidad del hombre de participar en la obra divina de la creación.

Tras largas negociaciones en Florencia, a las que siguieron amplias concesiones sobre todo de la iglesia ortodoxa, en 1442 los
participantes -excepto Marcos de Éfeso, un delegado ortodoxo- firmaron el “Decreto de Unión”. El papa, por consecuencia, fue
aceptado como cabeza de las iglesias reunificadas.
Ataque contra la Unión – Renacimiento y Contra-renacimiento

Después de este Concilio de la Unión, Besario se quedó en occidente. Ya en el concilio se había pasado a la iglesia católica romana e incluso, ya en 1439 o sea con 36 años, fue elevado al grado de cardenal por el papa Eugenio IV. Puso mucho empeño en seguir trabajando por la unión de la demás iglesias. Besario trabajó estrechamiento con Nicolás de Cues así como con el posterior papa, Nicolás V. Llegó a ser el protector de los monjes griegos de Italia y, en 1450 al 55 fue Delegado de Boloña; los papas posteriores le siguieron encargando repetidamente importantes embajadas.

Como humanista promovió en Italia el estudio de la lengua y literatura griega, transfiriendo a occidente los tesoros espirituales de Grecia.

La unión de Florencia fue anunciada públicamente en oriente en 1452, es decir diez años más tarde de su firma, en el Hagia Sophia en Constantinopla.

Ya al año siguiente, el 29 de mayo de 1453, los turcos conquistaron bajo Mohamed II la ciudad, la cual pasó a llamarse Estambul. Occidente dejo pasar la ocasión de mandar tropas de ayuda a los bizantinos con lo que el fin del Imperio Bizantino estaba sellado. Tras la caída de Constantinopla, la Iglesia Ortodoxa le retiró de su cargo y el nuevo patriarca, Jorge Escolario, no reconoció la unión de Florencia. A Marcos de Éfeso, el único participante del Concilio Florentino que no había firmado el Decreto de Unión, se le hizo incluso santo después de su muerte.

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Muchos de los que apoyaron la Unión fueron perseguidos cuando volvieron a oriente después del concilio.

Ya antes de que la división de las iglesias de oriente y occidente llegara a ser un hecho irreversible, Escolario había publicado una serie de escritos polémicos contra Pletón y los platónicos. En ellos tacha a Pletón de hedonista y sostiene que Aristóteles fue mucho más superior que Platón. Ordenó además que se quemaran todos los escritos de Pletón y
sus discípulos. Los ataques de Escolario se dirigían en su mayoría a la zona griega, mientras que el principal enemigo de los platónicos occidentales era el bizantino Jorge Trapezuntio, que escribía en latín, vivía en Italia y trabajaba de maestro y traductor. También él compiló un escrito contra Platón con el que consiguió influencia sobre los letrados en Italia. En él hablaba de una conspiración de los platónicos, tal y como sospechaba de Besario y los círculos que frecuentara.

De Pletón escribió Trapezuntio:

“Es sabido que él [Pletón] era tan platónico que decía que sólo lo que dijo Platón sobre los dioses… es verdad, y se atrevió a escribirlo sin ninguna traba. Yo mismo le escuché en Florencia -pues vino con los griegos al concilio- cómo aseguraba que en pocos años el mundo entero aceptaría la misma religión, una religión con sólo un espíritu, un pensamiento y una doctrina. Y cuando le pregunté, ‘¿la de Cristo o la de Mahoma?’, él contestó: ‘Ni la una ni la otra, sino una que no se diferenciará del paganismo’.”.

Trapezuntio escribió más tarde:

Pletón quiere convertir al cristianismo en una especie de platonismo. ¡Platón el pagano!”

La cuestión en disputa entre ortodoxos y católicos, la de que si el Espíritu Santo proviene sólo del Padre o del Padre y el Hijo, no era importante para Pletón porque la verdadera naturaleza de Dios permanecería siempre oculta a los hombres. La Santa Trinidad y otros “atributos” no serían la verdadera naturaleza de Dios sino revelaciones que sirven al hombre para acercarse al misterio. Por consiguiente, todas la partes -Padre, Hijo y Espíritu Santo- provendrían del ser oculto de Dios.

Después del concilio de Florencia, Pletón volvió al Peloponeso en 1441 y murió al poco tiempo.

La Unión de Florencia fue destruida de nuevo, pero la lucha continuó. El proyecto griego para el renacimiento de Platón y el trabajo del Concilio de Florencia siguen
viviendo.

2ª Parte: Luchando por Platón

Bessarión contestó escribiendo “In calumniatorem Platonis” (Respuesta a los calumniadores de Platón), una obra en la que, profundizando en la vida y la
doctrina de Platón, presenta una visión completa del mismo sin entrar en polémicas contra los que le atacaban y ni siquiera contra Aristóteles mismo. Con ello demuestra ser, otra vez, un diplomático al que se debe tomar en serio.

La primera versión de la obra, en 1459, la escribió en griego y, más tarde, fue traducida al latín. Sorprendentemente, la versión completa se encuentra hasta hoy sólo disponible en latín o griego (hay traducciones a lenguas actuales sólo de algunos fragmentos). La obra se difundió rápidamente y se convirtió en un verdadero texto explicativo, analítico de Platón. Un año después, ya se podía encontrar una copia en París.

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Hasta entonces, existían traducciones de Platón procedentes de diversos humanistas, como por ejemplo la de Leonardo Bruni a principios del s. XV, que tradujo los Diálogos. Pero eran traducciones realmente libres que, a menudo, deformaban el sentido de los textos originales. Por eso Bessarión decía que los que usaban el latín no tenían acceso correcto a Platón.

Las investigaciones actuales demuestran también que, en occidente, fue el estudio más profundo y contrastado de Platón de 3 autores lo que hizo surgir un renacimiento platónico de vasta difusión: Jorge Gemisto Pletón con su obra “Diferencia entre la filosofía aristotélica y la platónica”, Jorge Trapezuntio en “Contra Platón” y Bessarión, con su “Respuesta a los calumniadores de Platón”. Bessarión presentó a occidente sobre todo una visión más profunda que precedió a la anterior introducción bizantina de Platón y que en occidente
no era tan conocida.

A raíz de lo que escribieron estos autores, Platón entró claramente a formar parte del interés central de los humanistas latinos, lo cual demuestra cómo los que van a la contra siempre aportan algo positivo al progreso, incluso cuando su intención fuera la contraria. Más tarde fueron otros autores los que, a su vez, aportaron sus réplicas.

Bessarión dedicó 4 libros a la divulgación de Platón. En el Libro I trató el conocimiento de Platón sobre Gramática, Retórica y Lógica, dejando para el final la opinión de Platón sobre la Filosofía Natural, que Platón trató en el Timeo, así como sobre la Teología y sus conocimientos de la cultura general en la antigüedad referente a las Matemáticas, la Música y la Astronomía.

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Georgius Trapezuntius (Jorge Trebisonda)

En el Libro II, Bessarión presenta la visión que tenía Platón sobre Dios, el mundo y el alma, además de la providencia y la eterna fatalidad. Destacaba que Platón desarrolló su doctrina sobre la existencia de un Ser Superior en su Parménides: el Uno, la Divinidad, no está compuesta de lo mucho; no tiene partes, ni principio ni fin, ni de nada intermedio; no lo limita ningún espacio, no lo mueve nada exterior ni está sometido a ningún cambio; no conoce el pasado ni el presente ni el futuro, porque es atemporal. Por eso no hay nada que pueda denominarlo con ningún nombre o adjudicarle ningún concepto.

Presenta también la doctrina de la Trinidad en Platón, de la que Trapezuntio aceptaba que sólo Aristóteles la había conocido. Platón, sin embargo, hablaba de un Primer Principio divino del que emanaba la Mente Divina o el mundo de las Ideas y que, en un tercer paso, crea el Alma del Mundo. Trapezuntio reprochaba a Platón que sólo había enseñado un
politeísmo pagano. Bessarión rechazaba esta afirmación diciendo que Platón, más allá de lo muchos seres de naturaleza, provistos de alma, y de las estrellas, partía de la existencia de un único ser superior que no está sometido a ninguna causa, que surgió de la nada y que es el fundamento primordial de todas las cosas.

En cuanto al alma, explica su eternidad e inmortalidad, que Platón desarrolla en su Fedro y el Fedón. Parte de un automovimiento del alma: lo que se mueve autónomamente lleva el fundamento del movimiento en sí mismo y, por esta su misma naturaleza, surgió de la nada y, por lo tanto, es imperecedera. El alma no es simplemente Idea sino que comunica su Idea a otros uniéndose al cuerpo. Le otorga Vida y jamás muerte. Por lo mismo, todos los seres corpóreos tienen parte esa Vida Una.

Respecto a la Providencia Divina, Trapezuntio reprocha a Platón el haber sostenido la existencia de una fatalidad inmutable. Bessarión responde que la idea que Platón defiende en su Gorgias, creyendo en un destino inevitable para el mundo, no es reprochable. En el Libro XII de La República, Platón se muestra en contra de los que niegan una providencia, ya que la distribución de buena y mala suerte no corresponde a la bondad personal de los hombres. La naturaleza divina tiene conocimiento perfecto de todas las cosas. Dios quiere siempre y en todo lugar lo mejor, y esto sólo es posible si su providencia llega hasta las cosas más mínimas. Y sin embargo, el libre albedrío personal no se ve menoscabado. Cada uno de nosotros es personalmente causa de bien y de mal. Platón mantiene la existencia de una justicia divina que, de eso debemos estar convencidos, sería el bien supremo. No se la debe ver sin embargo como destino inevitable. Cada cual debe conocer, a pesar de la providencia, su propia responsabilidad.

En cuanto a la constitución de la naturaleza, Trapezuntio intenta poner en ridículo a Platón y para ello se apoya en Aristóteles. Platón describe la naturaleza en su Timeo basándose en los cuatro Elementos, adjudicando a cada uno de ellos una determinada figura. Al Fuego, la pirámide, al Aire el octaedro, al Agua el icosaedro, a la Tierra el cubo. Bessarión intenta también aquí poner en concordancia el modelo platónico de la explicación del mundo con el de Aristóteles. Pero comparar estas dos teorías no se puede hacer sin dificultad, ya que Aristóteles habla de un mundo formal material y Platón de una calidad matemática como fundamento del mundo formal.

En el posterior Libro III, Bessarión se dedica de nuevo a los temas anteriores, como ser la doctrina de la trinidad, la creación del mundo, el alma y la providencia,
profundizando cada punto. Lo que esta exposición ambiciona es poner de manifiesto la relación de Aristóteles con la teología cristiana. Bessarión pretende desenmascarar al Aristóteles que se ha forzado a concordar con el pensamiento cristiano remitiendo a las fuentes originales. Hasta ese momento, éste se apoyaba sólo en el conocimiento de Aristóteles que presentaban los teólogos escolásticos.

En las explicaciones que amplía en el Libro IV, trata la concepción de la vida según Platón en lo que respecta a la costumbre griega de la relación con adolescentes, y trata temas referidos a los preceptos morales como la vida en el matrimonio y la educación de los jóvenes así como las instituciones de su estado y sus leyes. Estas disertaciones tenían un muy importante significado para los humanistas de aquel tiempo, porque hasta ese momento no se había escrito nada al respecto. Las calumnias de Trapezuntio fueron tan lejos como para llegar a acusar a Platón de haber llevado una vida inmoral. Bessarión lo rebatió diciendo que, hasta aquel momento, no había habido nadie que hablara de la virtud con tan encendido entusiasmo como Platón.

La base a la cual se refiere Platón, como fundamento para conformar su Estado, es exclusivamente el comportamiento virtuoso de cada individuo. Llega tan lejos en esto, que pide a los estamentos desterrar incluso a artistas, a poetas, si éstos repercutieran negativamente en la juventud con sus obras.

Para Trapezuntio, el tema de las relaciones con adolescentes en la Antigüedad era un punto principal de ataque a los Diálogos de Platón. Bessarión reprendió al acusador exhortándole a distinguir entre amor y Amor. En todo caso, Platón supo distinguir claramente, en sus Diálogos, entre amor terreno y amor celestial.

Sorprendentes fueron sobre todo las declaraciones de Bessarión sobre el Estado. Desde los primeros tiempos del cristianismo, siempre se había advertido contra la traducción de estos escritos, y Trapezuntio había insinuado las peores cosas si se hiciera.

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Platón

En el estado platónico deberían gobernar solo lo filósofos que deben ser amantes de la verdad, ver las cosas con claridad,
menospreciar el dinero y no temer a la muerte. Son los que se dedican a mantener la justicia. Siendo muy raros tales hombres, hay que buscarlos y formarlos. Platón se niega a permitir la idea de propiedad privada porque lleva a diferencias de clases, a la opulencia, la voluptuosidad y el descontento. Terminaría con el derrumbe del estado. Al estado no le sirve si el líder cede a todos los deseos del pueblo. Ser un buen líder no es solamente vencer a los enemigos externos, traer riquezas al país o adornar la ciudad con magníficos edificios. Ser un buen líder significa enseñar buenas costumbres a los ciudadanos y hacerles eficaces. Platón se valió de estos principios para analizar a cuatro hombres de estado en su Gorgias. Se trataba de estrategas eficaces que salvaron la ciudad de un grave apuro pero que no pudieron refrenar sus ambiciones personales. Adulaban al pueblo como hacen todos los demagogos. Su política partidista fue la causa del derrumbe de Atenas…

Muchos autores, entre ellos Aristóteles, criticaban este estado que proponía Platón por ser ajeno al mundo e irrealizable. Bessarión sin embargo se remitía al modelo de estado del filósofo y mencionaba muchos detalles de pueblos de la antigüedad que utilizaron y vivieron muy bien estos esquemas.

La obra de Bessarión para salvar el honor de Platón no fue solamente una cruzada en contra de los que lo difamaban. Más bien introdujo por primera vez a Platón en la esfera del conocimiento occidental. Ya había traducciones anteriores, pero no eran las adecuadas para reflejar la vida que trasunta esos antiguos textos. Bessarión logró, con su propia luz, reavivar el alma profunda de los textos, encendiendo con ello el fuego interior de todos los entusiastas buscadores de Platón. De las opiniones de los humanistas italianos sobre esta obra se puede deducir que Bessarión, con su exposición sumaria de la filosofía platónica, contribuyó en gran
manera a la recepción de los textos platónicos y a un profundo conocimiento de los mismos in Italia.

Bessarión tradujo también autores griegos al latín, entre ellos la Metafísica de Aristóteles, que fue acogida como la mejor edición de Aristóteles en la academia de
Berlín, siendo muy estimada por Nicolás de Cusa. Para Bessarión, los neoplatónicos eran también de gran importancia. Entendía a Platón completamente en el sentido de los neoplatónicos; como Plotino, Proclo, Jámblico, Diógenes Laercio, Porfirio y Numenio.

El círculo de compañía erudito de Bessarión

La actividad mediadora de Bessarión pasó luego a Marcilio Ficino, considerado el fundador del platonismo renacentista. Fue traductor genial de los Diálogos platónicos y también de las Eneadas de Plotino. Se le atribuye asimismo la constitución de la Academia Platónica en Florencia. Y también él se basó en el trabajo de los eruditos bizantinos que ya llevaban más que 50 años dedicados a ello. Sobre todo la obra de Bessarión fue la que inspiró a Ficino, y tanto le entusiasmaba que le dio las gracias por su obra. La calificó de “obra inmortal” imposible de describir con palabras, con la que Bessarión hizo revivir la luz de la Academia.

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Marsilio Ficino

Bessarión fue considerado el mas importante de los humanistas griegos en Italia. Punto de partida y a la vez centro de su trabajo fue aquel círculo de eruditos que Bessarión reunió alrededor de su persona en su casa de Roma. Esta academia era un tipo de “salón” donde se reunían personas de todo tipo: romanos, griegos, teólogos, humanistas, escépticos y filósofos. La disciplina de este círculo incluía también un intercambio de cartas con otros humanistas, entre ellos  Poggio Bracciolini, Lorenzo Valla, Giannozzo Manetti, Giovanni Tortelli, Francesco Filelfo, Marcilius Ficinus y otros humanistas importantes. Intercambió muchas cartas con Nicolás de Cusa.

El afán de los humanistas llevó a la exploración de la antigüedad, a la colección de sus documentos y a tratar de imitarla, tanto escribiendo como hablando. La obra de Bessarión “In calumniatorem Platonis” fue el primer intento de abrir al occidente, en
cuatro libros, el pensamiento del fundador de la academia.

El legado de Bessarión – La biblioteca

Bessarión llegó a poseer la biblioteca más grande de manuscritos del occidente, con una colección de 746 obras, entre ellas 482 obras griegas. Sobre todo después de la caída de Constantinopla, se considera la salvación del legado griego como una obra suya. Hizo comprar y copiar manuscritos griegos a gran escala. Decía que no lo hacía para él mismo, pues ya tenia suficientes, sino para los griegos, para que ellos, pasada la tormenta, pudiesen recuperar su idioma y su espíritu. Con ello quería decir que los textos deberían servir a un objetivo mas alto: la renovación de la humanidad.

A pesar de sus muchos esfuerzos, no logró una alianza contra los turcos. Se agotaba en las negociaciones. Después de un viaje sin resultados como cardenal legado en la corte de Luis XI, muere consumido por los esfuerzos en noviembre de 1472 en Rávena.

Su afán de coleccionista hizo surgir la primera biblioteca griega del mundo occidental, llegando a ser, en este sentido, más importante que la biblioteca del Vaticano. Ésta, gracias a los papas humanistas Nicolás V y Pío II llegó a ser la biblioteca más rica y valiosa de la cristiandad. Pero Bessarión no buscaba cantidad, sino calidad. Su biblioteca no solamente ofrecía una visión general de la cultura griega sino que, de cada texto, tenia la versión más comprensible y fiable, o la más estimada.

La mayoría de los textos de la colección estaba dedicada a los filósofos: Aristóteles, Alejandro de Afrodisias, Temistios, Platón, Plotino, Proclo, Juliano (el Apóstata)
estaban muy bien representados. También disponía de muchos, y muy leídos, textos de historiadores: Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Flavio Arriano, Polibio, Plutarco, Dionisio de Halicarnaso, Cassio Dio, Josefo Flavio. Seguían los oradores, entre ellos Demóstenes. Luego los trágicos: Sófocles, Eurípides y Esquilo, este último con un código importante para la traducción de su obra; las comedias del poeta Aristófanes no faltaban.

Su biblioteca estaba siempre a disposición de los demás. Lógicamente tuvo que buscarun lugar apropiado para ella, en el que pudiera ser custodiada durante siglos.
Sufrió con demasiada frecuencia los intereses cambiantes de los abades, y el papa reinante, Pablo II, era enemigo de las academias y de la filosofía platónica que veneraba Bessarión y que ocupaba mucho espacio en su biblioteca. En cambio, consideraba que la República de Venecia y su administración se encontraba muy cerca de la armonía del estado de Platón. Cuando el papa persiguió a los humanistas debido a una presunta conjura, en marzo de 1468, Bessarión decidió acelerar la donación para salvar su biblioteca. Como cardenal, la donó a la iglesia de San Marco, lo que significó donarla a la Republica de los Dogos.

En abril de 1469, el primer envío de libros llegó a Venecia. El inventario de 1474 contiene 1024 tomos en 57 cajas. Con ello Venecia se confirmaba, más que nunca,
como centro del helenismo. Después de un alojamiento provisional en el palacio del Dux, la biblioteca permaneció durante muchos años guardada dentro de sus 57 cajas en una pequeña habitación.

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Biblioteca Nazionale Marciana

Más tarde, Venecia llegaba a ser el centro de la tipografía europea. El ambicioso proyecto de Bessarión tuvo así su continuación. Se editaron las obras más importantes de los griegos clásicos, realizándose con ello la idea de Bessarión de hacer llegar los testimonios del mundo griego a las casas de los eruditos europeos. En 1537, se decidió construir la

Esta biblioteca era conocida como una de las más grandes obras del Renacimiento en Italia y su sala de lectura es una de las más bellas de aquel país.

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Sala de lectura de la Biblioteca Nazionale Marciana

La unicidad de la colección persiste todavía en sus valiosísimos manuscritos (un total de 13.319). La primera donación fue la del poeta Francesco Petraca en 1362, que dio su colección de manuscritos a Venecia. Después de Bessarión, y siguiendo su ejemplo, tuvieron lugar más donaciones de humanistas.

Por todo lo dicho, la de Venecia es una de las bibliotecas más importantes de Europa, y desde el siglo XVI es uno de los centros más importantes de estudios humanistas, además de ser testimonio histórico de conquistas intelectuales.

Bessarión fue un Hermético auténtico; tendió un gran puente en su tiempo al llevar luz a las tinieblas de la historia. Supo transmitir su espíritu atemporal a un tiempo nuevo y con ello volver a unir la Europa occidental a sus raíces espirituales.

Fuentes

• Mohler, Ludwig: Kardinal Bessarión als Theologe, Humanist und Staatsmann; 1927 (Nachdruck 1967)
• Klibansky, Raymond: The Continuity of the Platonic Tradition During the Middle Ages.; 1939, London
• Blum, Paul Richard: Philosophen der Renaissance; 1999
• Dr. Zahn, Peter: (Bibliotheksdirektor a.D., Humboldt Universität zu Berlin Institut für Bibliothekswissenschaft Dorotheenstrasse 26 D – 10099 Berlin / Germany)
Internet, 2006: http://www.ib.hu-berlin.de/~pz/html/homezahn.htm
• Heinrich, Richard: Einführung in die Philosophie der Renaissance; 1998
Internet, 2006: http://sammelpunkt.philo.at:8080/archive/00000037/
• Boenke, Michaela: Geschichte der Philosophie II: Philosophie des späten Mittelalters und der Renaissance; 2002
Internet, 2006: http://www.phil-hum-ren.uni-muenchen.de/php/Boenke/VL2002s/
• Jerlerup, Torbjörn: Die Renaissance, oder die Wiederentdeckung Platons und der alten Griechen; Neue Solidarität Nr. 41-43, 2003
Internet, 2006: http://www.schillerinstitut.de/seiten/jugendbewegung/projekt_r/projektr2.htm