La Sociedad Teosófica Española (1888-1940)

Vicente Penalva Mora .

Sinopsis de su tesis doctoral “El orientalismo en la cultura española en el primer tercio del s. XX. La Sociedad Teosófica Española (1888-1940)”.

Introducción
En la segunda mitad del siglo XIX surgieron diversos movimientos que reaccionaron al racionalismo y el materialismo imperantes que pretendían integrar ciencia y religión dentro de un nuevo proyecto filosófico de carácter humanista. Entre estos movimientos la historiografía ha encuadrado a la Sociedad Teosófica, organización que con el tiempo se transformó en un vasto movimiento espiritualista y filosófico que viene divulgando en los cinco continentes las enseñanzas de los maestros espirituales, y promoviendo entre sus miembros una vida práctica conforme a ellas.

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Ya disponemos de varias investigaciones sobre el impacto e influencia de la actividad realizada por la institución y algunos de sus pilares más representativos, como
Helena Blavatsky, Henry Olcott, Annie Besant o Charles Leadbeater. Generalmente se contextualizan en el redescubrimiento de Oriente por los europeos y el surgimiento de los movimientos espirituales heterodoxos alternativos a las diversas formas del cristianismo. En este artículo expondré una visión sintética de la formación del movimiento teosófico y su introducción y actividad más representativa en España desde 1888 hasta 1940.
La Sociedad Teosófica Mundial
Tras varias reuniones celebradas en el verano y otoño de 1875 finalmente se consagró la creación de la Sociedad Teosófica (S. T.) el 17 de noviembre de ese año.
Entre quienes la constituyeron, Helena P. Blavatsky (H.P.B.), Henry S. Olcott y William Q. Judge han pasado a la posteridad como los tres pilares del movimiento
teosófico moderno. En 1878 H.P.B. y Henry Olcott viajaron a la India para desarrollar actividades relacionadas con sus objetos, estableciendo definitivamente la sede en Adyar, donde continúa en la actualidad. H. P. B. explicó que teosofía es “Sabiduría o Ciencia Divina” o “Sabiduría Divina o Sabiduría de los dioses”, es decir, la sabiduría que poseen seres que tienen esa condición, la cual (haciendo alusión a Platón) sólo puede transmitirse al hombre que se ha convertido en teósofo, entendiendo que éste es

quien permanece callado en presencia de los seres divinos y se ha capacitado para ver a través de la luz que ellosirradian” (Clave de la Teosofía, 14-16)

H.P.B. refiere que la expresión es muy antigua, aunque ella se remite a laversión que nos ha llegado a través de los filósofos alejandrinos del s. III d. C., especialmente los filaleteos (“amantes de la verdad”) de la Escuela Ecléctica Teosófica fundada en Alejandría por Ammonio Saccas y sus discípulos Orígenes, Longino y Plotino. Estos proponían que la investigación de la verdad tuviera el
propósito de conciliar todos los sistemas religiosos y, por medio de la demostración de su idéntico origen, establecer un credo universal basado en la ética. Esto era posible a partir de la premisa de que todas las religiones y sectas no son más que ramas o brotes desarrollados de un tronco común, la Sabiduría-Religión. La finalidad de este planteamiento era evidenciar la esencia común de la
ética espiritualista y ayudar a fundamentar la fraternidad entre los discípulos, ya que muchos de ellos pertenecían a diferentes religiones. En este aspecto, la S. T. era la continuadora en los tiempos modernos de esa Escuela.

simbolo

El carácter filantrópico y científico de la S. T. se articuló a partir de tres principios fundamentales, relacionados con la fraternidad universal sin distinción de
ningún tipo, el estudio de las escrituras arias y otras, de la religión y la ciencia del mundo, y la investigación de los misterios ocultos de la Naturaleza y los poderes psíquicos y espirituales latentes en el hombre. Sintetizaron las ideas clave en un emblema y el lema “satyât nâsti paro dharmah”, un pasaje ligeramente modificado del Mahabarata que figuraba como divisa en el estandarte del Rajá de Benarés, traducido al inglés como “There is No Religion Higher Than Truth” y al castellano como “No hay religión superior a la Verdad”.
Sus miembros debían comprometerse en ayudar a la realización -al menos- de uno de los tres objetos del programa. De otro modo no tenía sentido que se hiciera miembro. Esto era respecto a los adscritos o no adscritos a una Rama; los discípulos de la Logia de Dzyan (Sección Esotérica o Escuela Oriental de Teosofía) se comprometían a la realización práctica de todos ellos. Su objeto principal fue

“inculcar algunas de las grandes verdades morales en los discípulos que fueran amantes de la verdad y proporcionarles los medios para lograr una vida acorde a ellas”,

lo que posteriormente fue sistematizado como “la vida teosófica” o “teosofía práctica”. Como resultado de las investigaciones y estudios que los teósofos llevaron a cabo entre 1875-1940, se conformó poco a poco una nueva bibliografía sobre los temas que en ellos tratan. En los repertorios sobre cuestiones filosóficas y religiosas encontramos referencias a estas publicaciones, prueba inequívoca de su vigor investigador, del afán por llegar a personas que no acudían a las conferencias o las sesiones de estudio que organizaban en sus centros, y del reconocimiento del papel que jugaron y juegan en el ámbito de la cultura.

orincipios
La S. T. tuvo una rápida expansión por la India en la década 1880-1890, donde se formaron las primeras Ramas. En Europa se constituyeron las dos primeras en Londres y París, a partir de las cuales se difunde por las principales ciudades del continente. Cuando H. P. B. fallece en Londres en mayo de 1891 la S. T. estaba
estructurada en tres Secciones: América, Asia y Europa, dirigidas respectivamente por William Judge, Henry Olcott y Helena Blavatsky. Ella también dirigía la Logia deDzyan (Sección Esotérica) y la Logia Blavatsky, en la cual se integraron José Xifré Hamel y Francisco Montoliu Togores en 1889; estos introdujeron el movimiento teosófico en España. Tras la muerte del Presidente-Fundador Henry Olcott en 1907 asumió la presidencia de la S. T. Annie Besant, quien la dirigió hasta su fallecimiento en 1933.
Para entonces ya se había establecido en los cinco continentes. Bajo su dirección tuvo una expansión impresionante, a la vez que se crearon organizaciones consideradas subsidiarias o adláteres a ella, aunque sus objetos y actividades fueran diferentes y se declarara reiteradamente su independencia y autonomía respecto a todas ellas. Entre otras, la Orden de Servicio de la Sociedad Teosófica (1908, a partir de 1921 cambió su nombre por Orden Teosófica de Servicio), la Tabla Redonda (1908), la Orden de la Estrella de Oriente (1911), el Templo de la Rosa Cruz (1912) y la Orden de los Sanyasis Teosóficos (1912). Annie Besant se unió a la Co-Masonería en 1902 y apoyó la Iglesia Católica-Liberal organizada por James I. Weedgood; a ésta también perteneció Charles W. Leadbeater.
Muchos teósofos se adhirieron voluntariamente a las organizaciones subsidiarias, ya que Annie Besant era su Protectora o las promocionaba, especialmente
la Co-masonería, Orden de la Estrella de Oriente (O.E.O.) y Orden Teosófica de Servicio, desarrollando sus actividades en el mismo espacio en los que tenían lugar las propias de la Rama. Esta situación fue conflictiva porque algunos miembros la consideraron una intromisión ajena a los fines de la S. T. y que -con ello- se apartaba de
su programa original, generándose varias crisis que se resolvieron de diferente manera.
En algunos casos, los disconformes se apartaron de ella; en otros, fueron directamente expulsados al cancelársele la Carta Constitutiva que la vinculaba a la Sociedad Matriz. Muchos de ellos fundaron nuevas organizaciones que conservaron la base de sus principios filosóficos; algunas tuvieron matices propios. La primera escisión se produjo con la Sección Americana en 1895, de la cual era presidente William Judge, partiéndose la S. T. en la Sociedad Teosófica de Adyar y la Sociedad Teosófica en América. Respecto a esta, a la muerte de Judge continuó su labor Katherine Tingley bajo la denominación de Hermandad Universal primeramente y –más tarde- como Sociedad Teosófica de Point Loma. Otras rupturas sucedieron en los años posteriores.
Cito a la Fraternidad Teosófica Internacional creada por el Dr. Franz Hartmann en 1897 en Munich; la Logia Unida de Teósofos de Robert Crosbie en California (E.U.A.); la Sociedad Quest de George R. S. Mead en Londres; la Sociedad Antroposófica de Rudolf Steiner en Alemania; la Sociedad Teosófica de Sydney, y finalmente aunque la lista continuaría, la Asociación Blavatsky de Alice Cleather en Canadá. Asimismo, a la S. T. pertenecieron personas que más tarde se separaron de ella por otros motivos, formando grupos independientes, como Alice Bailey que fundó la Escuela Arcana.

La Sociedad Teosófica en España (1888-1940)

“La Sociedad seguirá existiendo en el siglo veinte y durante todo el tiempo. Gradualmente, será la levadura que impregnará a la gran mayoría de gente inteligente y que piensa, con sus altas
miras y su criterio liberal sobre la Religión, el Deber y la Filantropía”. H. P. B. La Clave de la Teosofía, p. 314.

La existencia de la S. T. era conocida en España desde 1885 a través de las noticias que sobre ella aparecían en las revistas espiritistas francesas que recibían los suscriptores españoles, a la vez que algunas publicaciones de los teósofos ingleses y franceses se distribuían en España en torno a 1888. Estas publicaciones las conocieron José Xifré y Francisco Montoliu, quienes en mayo de 1889 se hacen miembros de la Logia Blavatsky de Londres y comenzaron actividades en España. José Xifré fue el único español que conoció personalmente a H. P. B., quien le pidió se pusiera en
contacto con Montoliu. Xifré, aunque residió mucho tiempo fuera de España, fue clave en el movimiento teosófico español, siendo mecenas de la revista Sophia y de varias publicaciones de la editorial Biblioteca Orientalista de Ramón Maynadé de Barcelona. A mediados de 1890 escritores inquietos ya conocían las publicaciones y actividades de los teósofos. En agosto de ese año Eduardo Gómez de Baquero (Andrenio) publicó en La Época (Madrid) un artículo sobre sus actividades, y en enero de 1891 dio una conferencia en el Ateneo de Madrid, publicada en la Revista de España con el título“La Nueva Teosofía”.
Poco después, en abril de 1891, José Xifré y Francisco Montoliu constituyeron el Grupo Español de la Sociedad Teosófica, al que pertenecieron el médico barcelonés José Roviralta Borrell y José Melián Chiappi, un comerciante canario afincado en Madrid. La incorporación de varias personas en Madrid y Barcelona hizo posible que el 19 de mayo de 1893 se concediera la Carta de Constitutiva de dos Ramas en esas ciudades, dedicadas – respectivamente- a H.P.B. y Francisco Montoliu.
Desde 1893 hasta 1936 constituyeron 35 Ramas en varias ciudades españolas. En el periodo 1890-1910 hay un lento crecimiento. Al finalizar la primera década del siglo XX pertenecían a ellas 91 miembros adscritos a 4 Ramas (Madrid, Barcelona [2] y Sevilla). A partir de 1910 intensificaron la propaganda en las principales ciudades, logrando tener 9 Ramas activas en 1920, a las que pertenecían 326 miembros. En esta situación constituyen la Sección Española de la Sociedad Teosófica, vinculada a la Sociedad Teosófica de Adyar.
Durante el periodo 1921-1936 constituyeron 26 Ramas más, aunque la vitalidad de todas ellas fue dispar. Unas tuvieron larga y provechosa actividad; otras, apenas algunos años. El promedio de miembros en el periodo 1925-1936 fue de 450-500, vinculados a las 24-26 ramas activas. En su mejor momento contaron con 27 Ramas activas (1926) y 525 miembros (1934), año en el que celebraron el Congreso Teosófico Europeo en el Palacio de Congresos de Barcelona, con presencia del Ventura Gassol (Conseller de Cultura de la Generalitat Catalana), un representante del Ayuntamiento de Barcelona, y apoyados por el Ministro de Gobernación Rafael Salazar Alonso, masón y amigo de Mario Roso de Luna. Este apoyo institucional nos indica que si bien la adhesión formal a la Sociedad Teosófica nos puede parecer escasa, realmente era una buena cantidad para la época (pensemos que nos encontramos en la España católica del primer tercio del s. XX.), y que los principios e ideales que sustentaban y las actividades que llevaban a cabo fueron consideradas con cierta simpatía por las instancias políticas, especialmente cuando, tras la instauración de la II República española en 1931, ascendieron al gobierno hombres con una ideología liberal-republicana.
Al principio se interesaron por la Sociedad Teosófica personas que tenían un cierto nivel cultual y capacidad de reflexión, pues saber leer y escribir no era suficiente para acercarse a la profundidad y “novedad” de las ideas que se presentaban en los primeros libros de los teósofos. Basta ver las referencias que se hacen en Isis Sin Velo o La Doctrina Secreta para visualizar el nivel cultural en el cual H.P.B. entra en discusión dialéctica. Pero conforme avanza las primeras décadas del s. XX el proceso de alfabetización llega a grandes grupos humanos, entre quienes la teosofía se divulga. En la “humanidad común” y en la posteridad H.P.B. depositó la esperanza en el éxito de su misión. Así, fueron numerosos los médicos, ingenieros, abogados, escritores, militares, etc. que podríamos citar, quienes ocuparon cargos representativos en la organización de las Ramas y escribieron libros o artículos. Junto a ellos, también hubo jornaleros, amas de casa, empleados, industriales o comerciantes. Una amplia ocupación social que da muestra del interés por la teosofía.
Entre ellos podemos citar al egiptólogo Manuel Treviño Villa; los escritores Viriato Díaz-Pérez de la Herrería, Mario Roso de Luna y Bover; los poetas José Plana Dorca y Vicente Cirujeda Roig; el editor Ramón Maynadé Sallent, su esposa Carmen Mateos Prat y la hija de estos Josefina; los pedagogos Federico Climent Terrer y Ricardo Crespo Crespo; los militares Julio Garrido Ramos, Joaquín Sánchez Pujol, Miguel Pérez Alcorta, César Bordoy García y Julio Mangada Rosernon; los médicos José Roviralta Borrell, Juan Bertrán Figueras, Manuel de Brioude Pardo, Manuel
Olmedo Serrano, Eduardo Alfonso Hernán y Ramón Oca Sotés; el maestro Bartolomé Bohórquez Gil; las artistas y escritoras Esther Nicolau Gispert y María Solá Ferrer; los ingenieros Luis García Lorenzana y Mateo Hernández Barroso. También lo fueron algunos que ocuparon cargos importantes durante la II República Española, como Fernando Valera Aparicio (sobrino del escritor Juan Valera) y José María Friera Jacoby.
Respecto a la enseñanza de las doctrinas teosóficas a los miembros, aunque la Sociedad Teosófica no tenía un programa de materias a estudiar (cada Rama organizaba “a su manera” las sesiones de estudio), poco a poco fue creándose una básica sistematización de la actividad escolástica para los miembros, organizándose clases o sesiones de estudio siguiendo una estructura de niveles según los Libros Recomendados para el Estudio de las Enseñanzas Teosóficas. Evidentemente La Clave de la Teosofía fue un libro de referencia, pues contenía las enseñanzas principales. Años más tarde se publicaron libros de divulgación sobre algunos aspectos de La Doctrina Secreta e Isis Sin Velo, como –por ejemplo- Fundamentos de Teosofía de C. Jinarajadasa, a través de los cuales se iniciada a los discípulos en las bases y principios de la tradición esotérica.
Por otra parte, los discípulos de la Escuela Esotérica, dirigida en España sucesivamente por Francisco Montoliu, José Xifré y Manuel Treviño, estudiaron las Instrucciones Esotéricas dadas por H.P.B., en principio reservadas y más tarde publicadas en parte por Annie Besant en el tomo 3º de La Doctrina Secreta (completas fueron publicadas en una edición interna). Asimismo, estudiaron los libros de texto fundamentales que ella había designado, a los que se incorporaron los añadidos por Annie Besant. Por otra parte, en 1928 Mario Roso de Luna y el Dr. Eduardo Alfonso fundaron la Schola Philosophicae Initiationis en Madrid, organizada bajo inspiración masónica; pretendió constituirse en una alternativa a la Escuela Esotérica, a la cual parece que ninguno de los dos perteneció por desavenencias con Annie Besant. A principio de 1930 tenían en Manzanares del Real (Madrid) un edificio que llamaron La Casa del Filósofo, un lugar para “retiro” de los teósofos en contacto con la naturaleza.
Es posible que sus antecedentes los encontremos relatados en El Tesoro de los Lagos de Somiedo (Madrid, 1916, pp. 486-491), donde Roso de Luna menciona el Monasterio de la Divina Sabiduría, una “libérrima Fraternidad teosófico-monacal donde “se enseñan diez disciplinas troncales” y estructurada según los cuatro grados iniciáticos de neófitos o aprendices, compañeros, maestros e iniciados.

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La teósofa Josefina Maynadé  colaboró con algunos artículos para la revista Estudios Teosóficos publicada por JAL en Buenos Aires en 1964, junto con su esposo Luis García Lorenzana, Secretario General de la Sociedad Teosófica Española a partir de 1932 y hasta su fallecimiento en hacía 1960.  Siguiendo con las cuestiones educativas en el ámbito interno, los niños y jóvenes recibían una educación basada en los ideales de la S. T. a través dos subestructuras adláteres: La Cadena de Oro y La Tabla Redonda. Finalmente, y para concluir, otras  entidades para la enseñanza y divulgación fueron el Ateneo Teosófico y el Club Teosófico, creados en
1930 en Madrid y Barcelona respectivamente. Asimismo, en 1927 fundaron la Asociación de Idealistas Prácticos para divulgar la teosofía entre la juventud, asociación que permaneció activa en varias ciudades españolas hasta 1937, con muy buena implantación en Barcelona.
Su actividad educativa en el ámbito social estuvo relacionada con los movimientos de renovación pedagógica del primer tercio del siglo XX, especialmente
en Barcelona. Los teósofos de la Rama Arjuna Federico Climent Terrer y Ramón Maynadé crearon el Instituto de Educación Integral y Armónica en 1912 y, en 1926, la Sección Española de la Fraternidad Internacional de la Educación (vertiente española del Trust Teosófico de la Educación inspirado por Annie Besant y bajo la dirección de la teósofa británica Beatriz Ensor) y la Escuela Internacional Nueva “Damón. Publicaron varios libros dedicados a los temas educativos. Asimismo, en Ibi (Alicante) intentaron crear un centro teosófico Internacional similar al de Adyar, donde aspiraban a construir una futura Universidad Teosófica.

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Los primeros teósofos españoles realizaron una importante labor de traducción de los escritos de H. P. B., Henry Olcott y William Judge, a los que le siguieron los de
Annie Besant, George Mead y Charles Leadbeater, entre otros. La traducción fue muy importante y colaboraron muchos miembros de la S. T., entre los que destacaron Francisco Montoliu, José Xifré, José Roviralta, José Melián, Viriato Díaz-Perez, Federico Climent y Julio Garrido Ramos. A partir de 1900 Ramón Maynadé comenzó en Barcelona la Biblioteca Orientalista, que constituyó el núcleo editorial español hasta 1936. Junto al catálogo editorial (que alcanzó los 200 títulos) también destaca la publicación de varias revistas entre 1891 y 1936, que llegaron a las bibliotecas de Ateneos, Círculos Obreros, Republicanos y Espiritistas de las principales ciudades españolas, centros donde impartieron seminarios y conferencias. Estas revistas contribuyeron decisivamente a la difusión de la teosofía en los países de América Latina.

Como podía esperarse, esta divulgación y presencia social llamó la atención de la Iglesia Católica española, la cual inició una campaña anti-teosófica similar a la
realizada en otros países. Así, y con motivo del pronunciamiento de la Santa Sede contra la Teosofía y la S. T. en 1919, entre 1920-40 se publicaron varios artículos en
revistas de congregaciones religiosas (especialmente los Jesuitas), en las que analizaron críticamente sus doctrinas. Asimismo, la propaganda católica divulgó publicaciones anti-teosóficas hechas en otros países, como El Teosofismo de René Guenón (1921). A la vez, los obispos y párrocos intensifican la labor preventiva y correctiva sobre los
creyentes católicos mediante cartas pastorales y sermones de púlpito. Especialmente destacaron los padres Ugarte de Ercilla (S. J.) y Juan Tusquets1.
Tras la instauración del régimen franquista en 1939 se requisaron sus bienes, muchos teósofos cumplieron prisión, otros tantos tomaron la vía del exilio (interior y exterior) y algunos fueron condenados a pena capital, como fue el caso de D. Manuel Treviño Villa, magister de los teósofos españoles.
Su importancia en el ámbito de la cultura fue reconocida 1905 por el catedrático Adolfo Bonilla y San Martín, quien, en el programa de Historia de la Filosofía Española de la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid, dedicó un tema a “La teosofía, las publicaciones de la Sociedad Hermes, la revista Sophia, las versiones de Mme. Blavatsky y Annie Besant”. Asimismo, Mario Méndez Bejarano les dedicó un capítulo en la Historia de la Filosofía en España (1927) y José Luis Abellán dedica un apartado a la implantación de la Sociedad Teosófica en España y a Mario Roso de Luna en su Historia crítica del pensamiento español (1979). Finalmente, Esteban Cortijo ha dedicado varios estudios a D. Mario Roso de Luna.
Y, por mi parte, con este breve artículo he tratado de rendirles homenaje y
agradecimiento por el ejemplo mostrado en la transmisión de las enseñanzas de los
maestros y vivencia discipular.

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